Archivos de la categoría Historia del Metro

Metro Santa Anita, un viaje al pasado entre chinampas y canoas

La estación de metro Santa Anita del Metro de la Ciudad de México no solo es un punto de correspondencia entre las líneas 4 y 8, también es una ventana al pasado lacustre de nuestra ciudad. Su nombre y su ícono —un vendedor en su canoa— nos recuerdan la época en que esta zona era un vibrante centro de comercio sobre el agua.

¿Sabías que este barrio debe su nombre a una antigua colonia ubicada junto al canal de La Viga? En tiempos pasados, los habitantes de Santa Anita cultivaban flores y legumbres en chinampas, esas famosas islas flotantes del Valle de México. Sus productos los transportaban en canoas por los canales, desde la laguna de Chalco hasta el lago de Texcoco, llegando al centro de la ciudad. Todo un mercado flotante que cruzaba la ciudad a ritmo de remo.

Pero Santa Anita no era solo comercio: también era uno de los paseos favoritos de la capital. Durante la Cuaresma, el canal de La Viga se llenaba de vida. Las familias alquilaban canoas en el embarcadero, pasaban por el famoso Puente de Dos Ojos y disfrutaban de un paisaje lleno de color: mujeres con faldas brillantes, soldados impecables, rancheros elegantes… Todo un espectáculo sobre el agua.

Hoy en día, aunque ya no hay paseos en trajinera como en Xochimilco, la estación Santa Anita guarda esos recuerdos en sus muros y alrededores. Por ejemplo, en la terminal de la Línea 4 podrás ver dos conjuntos de murales: uno del artista francés Gerard Economus, titulado Un paisaje de color para todos, y otro del mexicano David Lachse, que incluye ocho obras con nombres de estrellas como Antares y Altair.

Santa Anita también es una de las estaciones menos concurridas del sistema, ideal para quienes prefieren evitar aglomeraciones. En días laborales, apenas la usan unos seis mil pasajeros al día. Su tranquilidad contrasta con su rica historia.

En los alrededores puedes visitar la Parroquia de Nuestra Señora de Santa Ana, un templo del siglo XVIII con uno de los retablos mejor conservados de la ciudad, además de una notable colección de arte sacro. Y si eres amante de la gastronomía, el barrio es famoso por sus tamales, ¡así que no olvides probar uno!

Finalmente, no muy lejos de ahí, encontrarás el Mercado de Jamaica, uno de los más emblemáticos de la ciudad. Su cercanía no es casual: es parte del legado de ese pasado chinampero en el que Santa Anita floreció —literalmente— como punto de conexión entre el campo y la ciudad.

Así que la próxima vez que pases por la estación Santa Anita, recuerda que estás pisando un antiguo embarcadero, donde la ciudad navegaba entre flores, sabores y colores.

Metro Martín Carrera, un homenaje al presidente interino

Ubicada en el norte de la Ciudad de México, en la alcaldía Gustavo A. Madero, la estación de metro Martín Carrera es un punto clave dentro de la red del Metro capitalino. Su nombre y su logotipo —un busto— rinden homenaje al general Martín Carrera Sabat, un personaje poco recordado pero muy importante en la historia de México.

Nacido en Puebla en 1806, Martín Carrera se unió a la causa independentista siendo muy joven. Durante el asedio de San Juan de Ulúa, ya dirigía una batería de artillería. Con el tiempo, llegó a ser Director General del cuerpo de artillería y más adelante, senador en 1844. Su papel más destacado vino en 1855, cuando, tras la renuncia de Antonio López de Santa Anna, fue elegido presidente interino de la República, cargo que ocupó brevemente a partir del 15 de agosto de ese año. Falleció en la Ciudad de México en 1871.

La estación se localiza en la colonia Martín Carrera, lo que refuerza el vínculo con este personaje histórico. Es una terminal de correspondencia estratégica, ya que conecta la Línea 4 (de norte a sur) y la Línea 6 (de oriente a poniente). Además, cuenta con un importante CETRAM (Centro de Transferencia Modal), lo que permite transbordar fácilmente entre diferentes medios de transporte como el Metrobús Línea 6, el Trolebús Línea 5, rutas del RTP y otras opciones de transporte local.

En términos de afluencia, esta estación tiene una actividad considerable. En 2023, la Línea 4 movilizó más de 6.7 millones de pasajeros, mientras que la Línea 6 registró más de 8.6 millones, lo que la convierte en un punto neurálgico del transporte público en el norte de la ciudad.

Con accesos distribuidos sobre importantes avenidas como el Eje 1 Oriente (Ferrocarril Hidalgo) y el Eje 5 Norte (Calzada San Juan de Aragón), Metro Martín Carrera facilita la movilidad de miles de personas cada día. Su nombre y su icono no solo ayudan a orientarse, sino que también recuerdan la figura de un militar y político que, aunque con un paso breve por la presidencia, dejó huella en la historia de México.

Metro Bondojito, un viaje entre nopales y palabras otomíes

La estación de Metro Bondojito, en la Línea 4 del Metro de la Ciudad de México, no solo es una parada en tu trayecto: es también una ventana al pasado natural y lingüístico del Valle de México. Su nombre proviene de la palabra otomí bondo, que significa “nopal pelón”. De ahí surge “Bondojito”, que se puede traducir como “nopalito”. ¡Y vaya que tiene sentido! Antes de que esta zona fuera parte de la ciudad, aquí abundaban los nopales pequeños que crecían en terrenos pantanosos.

El logotipo de la estación, una nopalera, nos recuerda precisamente eso: la presencia ancestral del cactus más querido de México, el Opuntia ficus-indica, que además forma parte del escudo nacional. De hecho, los frutos carmesí de esta planta eran conocidos como tenochtli por los mexicas, y están ligados al mito fundacional de Tenochtitlán.

La estación Bondojito se encuentra en la alcaldía Gustavo A. Madero, en la colonia del mismo nombre. También da servicio a otras colonias vecinas como Tablas de San Agustín y Belisario Domínguez, conectando a miles de personas cada día con el resto de la ciudad. Aunque no es una de las más transitadas del sistema, cumple una función esencial para quienes viven o trabajan en la zona.

Se trata de una estación elevada, al estilo “tren espacial”, como muchas otras de la Línea 4. Desde sus andenes, los visitantes pueden disfrutar de una vista aérea del oriente de la ciudad, una experiencia curiosa para quienes no están acostumbrados a viajar en metro a esas alturas.

La estación cuenta con salidas hacia el Eje 2 Oriente, justo en la esquina con la calle Oriente 103. Desde ahí, puedes caminar unos minutos hacia el Mercado Río Blanco, ideal para una parada gastronómica rápida. Si tienes más tiempo, puedes aventurarte a conocer el Mercado Bondojito, ubicado a unos 15 minutos a pie sobre la Avenida Henry Ford. O, también puedes pasarte por una buena birria a La Perla Tapatía, a solo unos pasos del metro.

Además, hay conexión con la Línea 4 del Trolebús y algunas rutas de RTP, lo que hace de Bondojito una parada estratégica para la movilidad local.

Aunque en 2023 recibió poco menos de 2 millones de usuarios, y ocupa el lugar 162 de 195 en afluencia, sigue siendo una pieza importante del rompecabezas urbano que es el Metro. Es una estación modesta, sí, pero llena de historia natural y cultural, y con raíces que se hunden profundamente en la lengua otomí y en los suelos donde alguna vez reinaron los nopales.

Metro Consulado, una estación entre ríos, tubos y transbordos

Ubicada al norte de la Ciudad de México, en el límite de las alcaldías Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero, la estación Metro Consulado es uno de esos puntos clave donde se cruzan historias, infraestructura y movilidad. Esta estación forma parte de las Líneas 4 y 5 del Sistema de Transporte Colectivo y, aunque puede que no sea de las más transitadas, tiene una historia interesante que vale la pena contar.

¿Por qué se llama Consulado?

La estación toma su nombre de la avenida Río Consulado, una vialidad muy transitada que corre de poniente a oriente por el centro-norte de la ciudad. Pero lo curioso es que esa avenida fue construida sobre el cauce de un antiguo río: el Río Consulado.

Este canal natural recolectaba las aguas de los ríos San Joaquín y Morelos, que bajaban desde las laderas de la Sierra de las Cruces. Durante años, ese río fue una vía importante para el desagüe de la ciudad, pero con el crecimiento urbano, fue entubado y ahora corre bajo tierra, justo por donde pasa la avenida y, claro, la estación de metro. Por eso, el ícono de la estación es una sección de tubo, representando ese sistema oculto por el que aún fluyen las aguas.

Y si te lo preguntabas, el término “consulado” también hace referencia a la jurisdicción de un cónsul, ese funcionario diplomático que representa a su país en el extranjero. Aunque en este caso, el nombre no tiene que ver con diplomacia, sino con geografía urbana e ingeniería hidráulica.

Un nodo entre líneas

La estación Consulado fue inaugurada en 1981 como parte de la Línea 5, y durante unos meses funcionó como terminal hasta que la línea se extendió a La Raza en 1982. También es especial porque aquí se construyó la primera conexión visible al aire libre entre dos líneas del metro, mediante una rampa que une los andenes de las líneas 4 y 5. Hoy en día, solo hay otra conexión similar: en la estación Oceanía.

Aunque su afluencia no es muy alta comparada con otras estaciones —en 2023, la usaron en promedio poco más de 7 mil personas al día entre ambas líneas—, sigue siendo una conexión útil para los usuarios que viajan por el norte de la ciudad.

¿Qué hay cerca?

Además del movimiento típico de una estación de correspondencia, en los alrededores de Consulado hay sitios curiosos para quienes se animan a explorar. Uno de ellos es el parque Charles Chaplin, una pequeña área verde con una escultura dedicada al icónico actor, realizada en 1982 por el artista mexicano Víctor Gutiérrez.

También está el Mercado Río Blanco, al norte de la estación, sobre la Avenida Congreso de la Unión, donde se puede disfrutar de antojitos y ambiente tradicional. Y si caminas un poco más, encontrarás el Deportivo Plutarco Elías Calles y el Hospital Materno Infantil de Inguarán, dos servicios clave de la zona.

Metro Canal del Norte, un viaje por aguas del pasado de la CDMX

La estación del metro Canal del Norte, ubicada en la Línea 4 del Metro de la Ciudad de México, no sólo conecta a miles de personas cada día: también nos conecta con el pasado acuático de la capital. Su nombre y símbolo —una acequia seccionada— son un homenaje a una de las vías de comunicación más importantes de la época colonial.

Un canal virreinal muy transitado

Durante el Virreinato, en 1780, se inauguró un canal que unía el centro de la Ciudad de México con la Villa de Guadalupe. Este canal se convirtió en uno de los paseos favoritos de la época. Antes de eso, ya desde tiempos mexicas, el valle era una red impresionante de lagos, canales y acequias, ya que los aztecas no contaban con animales de tiro y dependían de las canoas para moverse y transportar mercancías.

Este famoso Canal del Norte complementaba rutas como la Calzada de Misterios, decorada desde la década de 1670, y antecedía a la Calzada de Guadalupe, abierta en 1786. Su importancia no sólo era práctica, sino también simbólica: conectaba el corazón político y comercial de la ciudad con su centro religioso más visitado, la Basílica de Guadalupe.

Una estación con historia… y mucha conexión

Hoy en día, Canal del Norte se ubica en la alcaldía Venustiano Carranza, entre dos colonias que también hablan de historia y cultura: Janitzio y Ampliación Michoacana. Janitzio es un topónimo purépecha que significa “flor de maíz” o “seda de maíz” y hace referencia a la famosa isla del lago de Pátzcuaro, mientras que Michoacana proviene del náhuatl y puede traducirse como “lugar de pescadores”.

Estas referencias a Michoacán están presentes a lo largo de esta zona, y dan un aire especial al recorrido por este tramo del metro.

¿Cómo llegar y qué hay cerca?

La estación tiene salidas tanto al oriente como al poniente, sobre el Eje 2 Oriente, Avenida Congreso de la Unión y Talabarteros. Además, se conecta con algunas rutas de RTP y con la Línea 5 del Metrobús, lo que facilita el traslado entre diferentes zonas de la ciudad.

En sus alrededores también se pueden encontrar lugares interesantes, como el Mercado Minillas, al norte, que recuerda el pasado industrial de la zona como planta procesadora de carne; y al sur, un amplio complejo educativo con primarias y un centro del Instituto Politécnico Nacional dedicado a la ciencia y la tecnología.

Afluencia y vida cotidiana

Aunque no es una de las estaciones más transitadas del sistema, Canal del Norte mantiene una afluencia constante. En 2023, recibió más de 2.4 millones de pasajeros, con un promedio diario de 6,667 usuarios. Esto la coloca entre las estaciones menos saturadas, lo cual es una ventaja para quienes prefieren trayectos más tranquilos.


Canal del Norte no es sólo una parada más del metro: es una ventana al pasado lacustre de la ciudad, una muestra de cómo la historia vive debajo de nuestros pies. Así que la próxima vez que pases por ahí, piensa en las canoas deslizándose por las acequias y en los viajeros del virreinato navegando rumbo a la Villa. La ciudad sigue en movimiento… y su historia también.

Metro Morelos: una estación con historia y corazón bravo

Ubicada en el corazón de la alcaldía Venustiano Carranza, la estación de metro Morelos es mucho más que una parada del Metro de la Ciudad de México: es un homenaje a uno de los grandes héroes de nuestra historia, José María Morelos y Pavón. Su silueta —inspirada en el rostro que aparecía en las antiguas monedas de 1 peso de los años 80— adorna los accesos y señalizaciones de la estación, recordándonos su legado.

El nombre de la estación proviene de la colonia Morelos, una de las más emblemáticas de la capital, donde también se encuentran zonas tan conocidas como Tepito y La Lagunilla. Pero ¿por qué se llama así esta colonia? Todo se remonta a finales del siglo XIX, cuando se trasladó un monumento dedicado a Morelos a esta zona. Desde entonces, el nombre del insurgente se quedó impregnado en las calles y, más adelante, en la estación del Metro.

Morelos fue un líder clave en la lucha por la Independencia de México. Nació en Morelia en 1765 y murió fusilado en Ecatepec en 1815, luego de haber convocado el Congreso de Chilpancingo, donde se proclamó la Independencia de México bajo un sistema republicano. Su valentía y visión siguen siendo fuente de inspiración, especialmente en barrios como este, llenos de historia, lucha y resistencia.

Mucho más que una estación

Metro Morelos conecta dos importantes líneas: la Línea 4, que es elevada, y la Línea B, subterránea. A pesar de su ubicación céntrica, no es una de las estaciones más concurridas del sistema: en 2023, por ejemplo, registró poco más de 2.3 millones de usuarios en la Línea 4 y 1.8 millones en la Línea B. Sin embargo, su papel como punto de conexión y acceso a zonas comerciales es clave para la vida diaria de muchos capitalinos.

La estación tiene varias salidas que te llevan directamente a las calles de la colonia Morelos, especialmente al Eje 1 Norte y Eje 2 Oriente, donde el movimiento es constante y se respira la energía del llamado Barrio Bravo. Tepito, en particular, ha sido cuna de grandes boxeadores, músicos y comerciantes, y su historia de resistencia la convierte en una zona emblemática y con mucho orgullo.

¿Qué hay cerca?

Si bajas en esta estación, no dejes de darte una vuelta por el Mercado Morelos, que está a solo unos minutos a pie. Aunque no tan grande como otros mercados de la zona, tiene lo suyo y ofrece un vistazo auténtico a la vida cotidiana de este barrio. Además, muchos visitantes llegan a esta estación buscando conocer de cerca Tepito, con sus famosos tianguis, su gente aguerrida y su intensa vida cultural.

Metro Morelos es una muestra más de cómo el transporte público en la Ciudad de México también puede ser una ventana a la historia, a la identidad y a la riqueza cultural de sus barrios.

Metro Universidad, una puerta al conocimiento en el sur de la CDMX

Si alguna vez has viajado al sur de la Ciudad de México, seguramente conoces el Metro Universidad, terminal de la Línea 3 del Metro capitalino. Su nombre no es casualidad: está ubicado justo al lado de la Ciudad Universitaria de la UNAM, una de las instituciones educativas más importantes de América Latina.

El ícono de esta estación representa el escudo oficial de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el cóndor y el águila que simbolizan el espíritu latinoamericano. Ese mismo espíritu quedó plasmado en el lema que propuso José Vasconcelos, primer secretario de Educación Pública y rector de la UNAM: “Por mi raza hablará el espíritu”, una frase que refleja la vocación humanista con la que nació esta casa de estudios.

La estación fue inaugurada en agosto de 1983, convirtiéndose en un gran alivio para miles de estudiantes que, hasta entonces, tenían menos opciones de transporte para llegar al campus. Desde entonces, Metro Universidad se volvió una parada clave para la comunidad universitaria y para quienes se desplazan al sur de la ciudad por Insurgentes.

Arte en movimiento

Una de las joyas escondidas en esta estación es el mural “La Universidad en el umbral del siglo XXI”, del artista Arturo García Bustos, quien fue discípulo de Frida Kahlo. Realizado en 1989, este mural de 55 metros cuadrados muestra escenas y personajes históricos que han marcado la historia científica y cultural del país. También aparecen el cóndor y el águila, presentes en el escudo de la UNAM, reforzando la identidad de la estación.

Mucho movimiento y conexiones clave

Esta estación es una de las más transitadas de toda la red del Metro. Tan solo en 2023, registró más de 17 millones y medio de pasajeros, con un promedio diario de casi 49 mil usuarios. Si eres de lxs que viajan seguido por la Línea 3, probablemente sabes cuándo hay vacaciones en la UNAM porque… ¡el vagón viene mucho más vacío!

Además del Metro, en Universidad también puedes encontrar:

  • Rutas del Pumabús, el transporte gratuito dentro del campus universitario.
  • Conexión con autobuses y RTP que van hacia el sur de la ciudad.
  • Estaciones de bicicletas y paradas de taxis.
  • Un CETRAM, que facilita el intercambio entre diferentes medios de transporte.

Un punto de entrada a la Ciudad Universitaria

Desde aquí, es muy fácil llegar a distintos puntos de Ciudad Universitaria, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Ya sea para asistir a clases, visitar museos, admirar murales, caminar por sus jardines o simplemente pasar una tarde entre árboles y cultura, Metro Universidad es la mejor forma de comenzar el recorrido.

Así que la próxima vez que bajes en esta estación, recuerda que no solo estás entrando a una terminal del Metro, sino a un espacio cargado de historia, arte y conocimiento.

Metro Copilco, un punto de encuentro entre la educación y la historia

Ubicada al sur de la Ciudad de México, en la alcaldía Coyoacán, Copilco es una de las estaciones más emblemáticas de la Línea 3 del Metro. Su nombre proviene del náhuatl copilli (corona o tocado) y el sufijo -co, que indica lugar, por lo que significa “En la corona real”. Una forma poética de nombrar esta zona que, aunque hoy está llena de estudiantes, oficinistas y viajerxs, también guarda secretos bajo tierra.

Un pasado entre lava y ofrendas

¿Sabías que Copilco fue un antiguo cementerio cubierto por lava? La historia geológica de esta zona se remonta a la erupción del volcán Xitle, alrededor del año 500 a. C., que formó los Pedregales del sur. Durante la construcción del metro, se encontraron esqueletos y piezas de cerámica, vestigios de antiguas ofrendas fúnebres protegidas por metros de roca volcánica.

El ícono de la estación representa una serpiente dentro de un cuerpo de agua, una figura inspirada en el arte olmeca del periodo Preclásico medio. Esta imagen fue interpretada como una especie de dragón celeste relacionado con la lluvia, que más adelante se convirtió en una representación del Dios del Agua.

Una galería bajo tierra

Aunque muchxs pasan de prisa, en Copilco hay una obra que merece una pausa: el mural “El perfil del tiempo”, del artista mexicano Guillermo Ceniceros. Con mil metros cuadrados distribuidos en los andenes, este mural es una ventana a la historia universal y al arte de distintas culturas. Desde las pinturas rupestres mexicanas hasta la Gioconda, pasando por Quetzalcóatl, Marco Polo, Posada, Diego Rivera y Picasso, es un recorrido visual por el tiempo y el espacio.

Ceniceros, quien fue discípulo de David Alfaro Siqueiros, dijo alguna vez que “Copilco no es un museo, pero se convirtió en un lugar de musas”. Y tiene razón. Esta estación es una galería en movimiento, donde las musas viajan en vagones naranja.

Gracias a su cercanía con Ciudad Universitaria de la UNAM, Copilco es una de las estaciones con más tránsito estudiantil. En 2023, registró más de 11 millones de usuarios, lo que la colocó entre las 20 estaciones más concurridas de todo el sistema.

Además de su mural y su historia, la estación conecta con importantes avenidas como el Eje 10 Sur, y desde aquí puedes explorar lugares como la colonia Copilco-Universidad o la Unidad Habitacional Integración Latinoamericana.

¿Te imaginas caminar todos los días sobre una antigua lava volcánica, mientras el arte y la historia te acompañan a cada paso? Eso es lo que pasa en Metro Copilco: un punto donde el pasado y el presente viajan juntos.

Metro Coyoacán, historia y significado de un ícono del Metro CDMX

Ubicada en la Línea 3 del Metro, Coyoacán es una estación cuyo nombre y diseño evocan un pasado lleno de tradiciones y leyendas. Su ícono representa la silueta de un coyote, símbolo que rinde homenaje al vocablo náhuatl “Coyohuacán”, que significa “Lugar de Coyotes“. El círculo en el centro del coyote, semejante a un ojo de agua, rememora los antiguos manantiales que una vez alimentaron estas tierras.

Coyoacán fue fundada por los toltecas entre los siglos X y XII d.C., y más tarde, tras la caída de Tenochtitlán, se convirtió en la capital de la Nueva España. Fue aquí donde Hernán Cortés estableció uno de sus campamentos mientras la ciudad se reconstruía, y donde el último emperador azteca, Cuauhtémoc, sufrió terribles infortunios. Esta rica historia le da a la estación un profundo significado cultural y ancestral, conectándola con las raíces de la Ciudad de México.

Originalmente, la estación casi se llamó Centro Bancomer, debido a la proximidad con el edificio principal de este banco. Sin embargo, para facilitar la identificación y aprovechar la relevancia histórica y cultural de la zona, las autoridades optaron por el nombre de Coyoacán. Aunque la estación se ubica sobre Avenida Universidad en la alcaldía Benito Juárez —y no en el centro histórico de Coyoacán—, sigue sirviendo como un importante enlace hacia el corazón de la tradición cultural mexicana.

La estación Coyoacán abrió sus puertas como parte de la última etapa de la ampliación de la Línea 3 en 1983 y, a lo largo de los años, se ha convertido en tendencia en redes sociales. Un video viral en TikTok puso de manifiesto la confusión que genera su ubicación, ya que muchxs se preguntan: “¿Por qué la estación Coyoacán no está en Coyoacán?” Esta polémica, lejos de restar valor, ha puesto de relieve la importancia simbólica y la historia detrás de su nombre.

Con salidas estratégicamente ubicadas a través de avenidas cercanas como Real de Mayorazgo y Martín Mendalde, la estación es un punto de conexión para diversas rutas de la Red de Transporte de Pasajeros, facilitando el acceso tanto a los habitantes de la zona como a quienes buscan acercarse a sitios de interés en el centro histórico de Coyoacán.

Metro Coyoacán es mucho más que una simple parada: es un pedazo de la historia y la cultura que definen a la Ciudad de México. La próxima vez que lo utilices, recuerda que detrás de la silueta de ese coyote se esconde la tradición de un “Lugar de Coyotes“, lleno de historia y legado ancestral.

Metro Miguel Ángel de Quevedo, una estación con raíces profundas

Ubicada al sur de la Ciudad de México, justo en la frontera entre Coyoacán y Álvaro Obregón, la estación Miguel Ángel de Quevedo de la Línea 3 del Metro no solo es un punto clave de movilidad urbana, también es un homenaje vivo a uno de los grandes ecologistas del país. Su ícono —un árbol— no es casualidad: representa la profunda conexión entre este lugar y la figura de Miguel Ángel de Quevedo, conocido como el Apóstol del Árbol.

Miguel Ángel de Quevedo nació en Guadalajara en 1862 y, aunque su infancia fue acomodada, la vida le presentó grandes desafíos desde joven. Tras la muerte de su madre y el trágico secuestro de su padre, emigró a Francia, donde estudió ingeniería civil con especialidad en hidráulica en la prestigiosa Escuela Politécnica de París. Ahí conoció a científicos de talla mundial, como Louis Pasteur, y aprendió la importancia de integrar la naturaleza al crecimiento urbano.

De regreso en México, trabajó para el gobierno como jefe del Departamento Forestal y promovió incansablemente la protección de los bosques, incluso cuando la política del momento favorecía la explotación de los recursos naturales. Gracias a su visión, la Ciudad de México aumentó su superficie verde en un 800%.

Una de sus obras más emblemáticas fue la creación de los Viveros de Coyoacán en 1907, proyecto que nació con árboles plantados en terrenos que él mismo donó. El vivero creció tanto que en 1938 fue declarado Parque Nacional por el presidente Lázaro Cárdenas, gran amigo de Quevedo. Hoy en día, este espacio verde sigue produciendo árboles y es un pulmón vital de la ciudad.

Además, fundó la Sociedad Forestal Mexicana, luchó por leyes que protegieran el entorno y convirtió su propio rancho —el Rancho Arboretum, antes llamado Panzacola— en un santuario de árboles.

La estación del Metro fue nombrada así por la avenida que la cruza, también dedicada a este gran defensor del medio ambiente. Como un guiño a su legado, el símbolo de la estación es un árbol. Pero no es lo único que la hace especial: justo por debajo de sus vías corre el río Magdalena, lo que ha obligado a que los andenes estén separados, algo poco común en el Metro capitalino.

Miguel Ángel de Quevedo es también una de las estaciones más fotografiadas de la Línea 3, tanto por su diseño como por el bullicio de la zona, repleta de librerías, cafés y centros comerciales como Oasis Coyoacán. Desde aquí puedes caminar fácilmente hacia los Viveros de Coyoacán o explorar los alrededores, llenos de esculturas y rincones culturales.

Miguel Ángel de Quevedo murió en 1946, pero su legado sigue más vivo que nunca. Cada día, más de 27 mil personas transitan por la estación que lleva su nombre, tal vez sin saber que caminan sobre el legado de un hombre que soñó con una ciudad más verde, más limpia y más consciente del valor de la naturaleza.

Así que la próxima vez que pases por aquí, recuerda que esta no es solo una estación de paso: es también una invitación a mirar los árboles, a respirar hondo… y a agradecer a quien los protegió.