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Conoce el barrio de Chimalistac y su historia

Chimalistac es una de las colonias más bonitas y misteriosas de la Ciudad de México; y es que, al recorrer las calles empedradas de Chimalistac no solo te encontrarás con impresionantes casonas de finales del siglo XIX, sino que también podrás descubrir restos del México prehispánico y colonial. Y, por si fuera poco, gracias a su antigüedad y al aura de la colonia, hoy en día existen un sinfín de leyendas paranormales que rodean a Chimalistac. ¿Quieres conocer más de esta colonia? Entones acompáñame por este breve recorrido a través de Chimalistac.

Historia de Chimalistac

El nombre Chimalistac proviene del náhuatl y se puede traducir como “Lugar de los Escudos Blancos”, nombre que se le dio por ahí del año 1410 de nuestra era, después de que Tezozomoc, señor de Azcapotzalco, se lo arrebatara a los tepanecas (civilización de origen chichimeca). En aquella época, Tezozomoc le da el rango de señorío a Coyoacán e instala a su hijo Maxtla como gobernante. Poco tiempo después, para 1426, Maxtla decide hostilizar a Tenochtitlán y Texcoco, pero la alianza entre mexicas y acolhuas propició la derrota de Maxtla y su ejército, por lo que terminan huyendo a Coyoacán, donde es derrotado.

Tras la derrota, Coyoacán y sus siete barrios (Chimalistac, Coapa, Tepetlapa, Axotla, Huitzilopochco, Xoco, y Copilco) se convirtieron en tributarios a la Triple Alianza (Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba). Y Chimalistac se convirtió en el principal eje de comunicación entre Tenochtitlán, Mixcoac y Churubusco.

Cuando los españoles llegaron a Coyoacán ejecutaron a Cuauhpopoca, el regidor del señorío, y Ixtolinque, su hijo, asumió el gobierno, pero pidió hacerlo después de unirse a la causa española, y después de la caída del Imperio Mexica sería bautizado como Juan de Guzmán Ixtolinque. Con este nombre, y ayudando a los españoles, continuó gobernando Coyoacán hasta su muerte, en 1573. El nuevo gobierno lo asumió el hijo de Ixtolinque, Felipe de Guzmán, y él decidió donar las tierras de Chimalistac a la Orden de los Carmelitas Descalzos, quienes habían construido el Convento del Carmen en lo que hoy es San Ángel, a unos pasos de Chimalistac. Es por eso, que los Carmelitas convirtieron la zona en el huerto del convento; y también construyeron algunas iglesias/capillas y el colegio de teología y artes.

Los Carmelitas mantuvieron la propiedad de Chimalistac por varios siglos, hasta que se promulgaron las Leyes de Reforma (entre 1855 y 1863). Gracias a la Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos (promulgada el 12 de junio de 1859), gran parte de los terrenos de la Iglesia pasaron a ser manos del Estado, y Chimalistac no fue la excepción. Es por eso que, para finales del siglo XIX, las familias más acaudaladas de la Ciudad de México construyeron casas de descanso en los terrenos que alguna vez fueron el huerto del Convento del Carmen. Por cierto, poco después de esto, el 17 de julio de 1928, José de León Toral asesinó al presidente Álvaro Obregón en el restaurante La Bombilla, que se encontraba donde hoy está el Parque de la Bombilla, justo donde termina el barrio de Chimalistac.

Recorrido por Chimalistac

El 28 de noviembre de 20, el gobierno del Distrito Federal emitió un decreto en el que declaraba a Chimalistac como patrimonio tangible e intangible de la Ciudad de México, expresando que:

Se declara patrimonio cultural tangible de la Ciudad de México a los callejones, callejuelas, jardines, conjuntos religiosos, paseos, casas y en general, al conjunto urbano-arquitectónico ubicado en la Colonia Chimalistac, Delegación Álvaro Obregón; y patrimonio cultural intangible al conjunto de festividades, manifestaciones artísticas, actividades de esparcimiento, ferias populares, tradiciones, exposiciones de arte, formas de organización comunitaria y demás manifestaciones colectivas pertenecientes a la colonia mencionada.

Dentro de Chimalistac se pueden encontrar 12 construcciones que el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) declaró como monumentos históricos. Para que te des una idea de todos estos monumentos, podemos nombrar la Capilla de San Sebastián Mártir, la Ermita o Cámara de los Secretos construida por Fray Andrés de San Miguel en 1620, la Casona Colonial donde se encuentra el Centro de Estudios de Historia de México Carso. También podrás encontrarte con la Cruz Atrial de San Sebastián, la barda que rodeaba el huerto Carmelita (o un pedazo de barda) y también está la fuente del huerto, así como los cuatro puentes de mampostería que pasaban sobre el Río Magdalena, mismo que hoy está entubado debajo del Paseo del Río. Cabe mencionar, que el barrio de Chimalistac también fue uno de los protagonistas de la novela Santa de Federico Gamboa, por lo que vale mucho la pena darse una vuelta por la calle de Santa y de Hipólito, donde podrás revivir esta historia.

Por si fuera poco, justo en donde termina Chimalistac se encuentran el Parque Tagle y el Parque de la Bombilla, donde podrás horas jugando, patinando o disfrutando del ambiente. En este último, también podrás visitar el Monumento a Álvaro Obregón, una impresionante construcción construida justo sobre el lugar donde fue abatido el presidente de México y que cuenta con esculturas realizadas por Ignacio Asúnsolo, mismas que simbolizan las luchas campesinas. Pero eso no es todo, y es que, el monumento cuenta una entrada a una cámara oculta donde se encontraba exhibido el brazo derecho de Álvaro Obregón (mismo que perdió en la batalla de Celaya); hoy en día, gracias a Salinas de Gortari, ya no se encuentra exhibido el brazo real, pero sí una repica en bronce del mismo.

Ahora que sabes un poco más de Chimalistac y su historia, solo queda que te des una vuelta por este barrio tradicional y descubrir sus secretos por tu cuenta.

De Niño Perdido a Eje Central, la historia de una Avenida

Eje Central es una de las calles más largas y transitadas de la Ciudad de México; con poco menos de veinte kilómetros, está avenida nace en Avenida Ajusco, justo en los límites con Coyoacán, y se convierte al norte, al cruzar Insurgentes, en Avenida de los Cien Metros para llegar hasta el Acueducto de Tenayuca, justo donde en el límite entre CDMX y el Estado de México. Es una calle tan larga, que, a pesar de ser paralela con Insurgentes, termina cruzándola (obvio esto es carilla). Y, si te has fijado al caminar o circular por el Eje Central Lázaro Cárdenas, seguramente te habrás dado cuenta de que, a lo largo e la ciudad, la calle tiene varios nombres alternativos como Niño Perdido o San Juan de Letrán, entre otros. ¿Alguna vez te has preguntado el por qué de estos nombres? Si respondiste que sí, acompáñame a descubrirlo.

Antes que nada, debes saber que la Ciudad de México terminaba (por lo menos hacia el poniente) justamente por donde hoy pasa el Eje Central. Por lo mismo, se construyó una pequeña calzada, que después se convertiría en avenida, que iba de sur a norte por los límites de la ciudad. Y, mientras crecía la mancha urbana, se fueron construyendo edificios a los costados de esta avenida, como ejemplo está el Palacio de Bellas Artes y la Nacional. Pero la ciudad creció bastante más en todas direcciones y, para mediados del siglo XX, ya existían varias avenidas que iban de sur a norte (y viceversa), siguiendo el trazado de lo que hoy es el Eje Central.

Para los años cincuenta, el gobierno de la Ciudad antes llamada Distrito decidió tratar de incorporar todas esas avenidas en una sola, sentando las bases de lo que hoy es el Eje Central. Y, por los años setenta, se planteó la idea de reorganizar el trazo urbano de la ciudad, tirando algunos edificios para poder unificar diferentes calles y avenidas que formarían lo que hoy son los Ejes Viales. Fue en ese momento en el que nació, de forma oficial, el Eje Central, juntando Avenida Panamá, Niño Perdido, San Juan de Letrán, Calle de Santa María la Redonda y Avenida de los 100 metros (porque desde hace décadas no se llama Cien Metros de forma oficial). Y su nombre se debe a que, a partir de esta “mega” avenida surgen los demás Ejes Viales de la Ciudad. Pero… ¿De dónde surgieron los nombres de todas esas avenidas?

Probablemente, de todas las avenidas o tramos que conforman el Eje Central, el nombre que más llama la atención es el de Niño Perdido. Lo creas o no, esta calle literalmente se llama (o llamó) Niño Perdido, porque un niño se perdió en esa zona durante la Colonia. La realidad es que se desconoce la historia exacta de aquel niño que se perdió, pero existen dos grandes leyendas coloniales al respecto.

En resumen, la primera habla de un joven platero (que tenía su negocio en la calle de Plateros, hoy Madero, muy cerca de la Alameda) que fue rechazado por su novia, quien decidió casarse con un escultor que acababa de llegar de España. La pareja concibió un hijo al poco tiempo de casarse, formando una familia feliz. Sin embargo, una noche cualquiera, un incendio provocó caos en la calle de Plateros y sus alrededores; y el joven platero, que seguía enamorado, decidió robar al bebé de su ex novia. Al darse cuenta del robo, la mujer salió a la calzada gritando “¡Mi hijo se ha perdido! ¡Madre mía, devuélveme al niño perdido!“. Aunque encontraron al bebé con vida poco tiempo después, la gente empezó a llamar a la calzada como Niño Perdido.

Otra leyenda sobre esta calle cuenta que Adrián de Villacaña llegó, junto a su hijo Lauro, en 1659 a la Ciudad de México. El español llegó a México buscando nuevos negocios y olvidar la muerte de su querida esposa. Padre e hijo consiguieron una casona en lo que hoy es el Eje, y empezaron una nueva vida. Sin embargo, Lauro seguía triste y enojado por la muerte de su madre. Con el paso de los años, Adrián fue diagnosticado con una extraña enfermedad que estaba acabando con él, por lo que decidió que tenía que casarse, y que una mujer cuidara de su hijo al morir. Eventualmente, se casó con Doña Elvira, pero Lauro no aceptó a la mujer y se peleaba constantemente con ella. Una noche, el niño desapareció por completo. Su padre se volvió loco buscándolo toda la noche, y pasaron los meses, y siguió buscándolo hasta su muerte. Doña Elvira se convirtió en la heredera única de la fortuna Villacaña y empezó a darse una vida de lujos. Sin embargo, una noche de locura, la mujer se quitó la vida aventándose de la ventana.

Mientras Doña Elvira caía por la ventana, la Sirvienta se encontró con una llave que había caído sin explicación al suelo. Entró, junto a sus compañeros, entró al cuarto de la señora a buscar a ver a qué podía pertenecer esa llave; de pronto, sintieron un olor fétido que salía de un baúl. Al acercarse, descubrieron que la llave podría abrirlo, así que probar si abría. Metieron la llave, la giraron y el candado se abrió sin problema. Y, al abrir el baúl, descubrieron el cuerpo sin vida de Lauro. A partir de aquél entonces, la gente empezó a llamar a esta calle como Niño Perdido.

Los demás tramos de Eje Central tienen historias más sencillas y menos curiosas. Por ejemplo, el tramo conocido como San Juan de Letrán, viene del Colegio San Juan de Letrán, el primer colegio de educación primaria en la Nueva España, que se encontraba en la esquina de Eje Central y Plateros (hoy Madero). Por otro lado, el tramo conocido como Santa María la Redonda debe su nombre al a la Iglesia de Santa María la Redonda, que se encuentra a la altura de la colonia Guerrero, prácticamente frente a Garibaldi.

Así que ya sabes, la próxima vez que circules por el Eje Central Lázaro Cárdenas, estarás viajando no solo por una de las arterias más importantes de la Ciudad de México, sino también por un camino cargado de historia y leyendas. Desde el trágico destino de un niño perdido hasta las transformaciones urbanas del siglo XX, cada tramo de esta avenida tiene su propio relato, haciendo que esta vía no sea solo un conjunto de calles unificadas, sino un verdadero museo viviente del pasado capitalino. ¿Qué otras historias y secretos guardará este mítico eje de la ciudad? Solo queda explorarlo con curiosidad y dejar que la historia te susurre al oído mientras avanzas por su recorrido. ¡El Eje Central es mucho más que un simple camino, es un viaje a través del tiempo en pleno corazón de la CDMX!

Zona Arqueológica Tlatelolco, un encuentro con la identidad Mexicana

Enclavado en el corazón de la Ciudad de México, el sitio arqueológico de Tlatelolco es un testimonio vivo de la grandeza y complejidad de la civilización Mexica. Este lugar, donde se encuentra la Plaza de las Tres Culturas, es un espacio donde convergen pasado y presente, ofreciendo una ventana única a la historia del México prehispánico, colonial y moderno.

Tlatelolco fue una ciudad fundada en 1337, apenas 13 años después de la fundación de Tenochtitlán, por un grupo disidente Mexicas que no estaban de acuerdo con la forma en la que funcionaba el Imperio. Aunque originalmente fue un asentamiento independiente, con el tiempo se convirtió en un rival económico y militar de Tenochtitlán, razón por la que ocurrió una gran Guerra entre ambas civilizaciones en 1473. Además, Tlatelolco llegó a ser uno de los principales centros comerciales de Mesoamérica. Su mercado, el tianguis de Tlatelolco, era famoso por la variedad y cantidad de productos que ofrecía, atrayendo a comerciantes de todo el imperio y sus alrededores.

Uno de los episodios más significativos en la historia de Tlatelolco fue la resistencia tenaz que sus habitantes presentaron durante la Conquista. En 1521, después de la caída de Tenochtitlán, Tlatelolco fue el último bastión de defensa mexica. La valentía de sus guerreros y su líder, Cuauhtémoc, se mantiene como un símbolo de resistencia indígena. Sin embargo, el 13 de agosto de 1521, la ciudad finalmente cayó ante las tropas de Hernán Cortés, marcando el fin del Imperio Mexica.

Hoy en día, caminar por el sitio arqueológico de Tlatelolco es recorrer los vestigios de un glorioso pasado. Entre las ruinas, se pueden observar los restos de templos, adoratorios y edificios administrativos que dan cuenta de la importancia religiosa, política y económica de esta urbe. Destaca el Templo Mayor de Tlatelolco, dedicado a Huitzilopochtli, dios de la guerra, y a Tláloc, dios de la lluvia, figuras clave en la cosmovisión mexica. Y, otro punto que resalta mucho de este lugar son los Amantes de Tlatelolco, los cuerpos de un hombre y una mujer que murieron abrazados durante la guerra de 1473, y que fueron encontrados en un entierro que se descubrió recientemente.

Por otro lado, la Plaza de las Tres Culturas, donde se encuentra el sitio arqueológico, es también un recordatorio poderoso de la confluencia de culturas que ha marcado la historia de México. Aquí se erigen, junto a las ruinas prehispánicas, el Convento de Santiago, un edificio colonial del siglo XVI, y modernos edificios construidos durante el siglo XX. Este contraste simboliza la continuidad y la transformación de la identidad mexicana, desde sus raíces indígenas hasta la época contemporánea.

El sitio arqueológico de Tlatelolco no solo es un lugar de importancia histórica, sino también un espacio de reflexión sobre los eventos trágicos que han ocurrido en este sitio. En 1968, durante la Matanza de Tlatelolco, cientos de estudiantes fueron asesinados en la Plaza de las Tres Culturas, convirtiendo a Tlatelolco en un símbolo de lucha por la justicia y los derechos humanos en México.

Visitar Tlatelolco es adentrarse en un capítulo fundamental de la historia de México, donde cada piedra cuenta una historia de grandeza, resistencia y transformación. Este sitio no solo preserva el legado de los mexicas, sino que también invita a reflexionar sobre el México actual y sus complejas raíces culturales.

Prepara tu Visita
Dirección:
 Ricardo Flores Magón #1, Tlatelolco, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $80 pesos. Domingos entrada libre a residentes de México.
Horario: Miércoles a jueves de 11:00 a 17:00 hrs. viernes a domingo de 11:00 a 18:00 hrs.
Página Web: tlatelolco.inah.gob.mx
Instagram: instagram.com/zatlatelolcoinah
Twitter: x.com/ZA_Tlatelolco
Facebook: facebook.com/ZATlatelolcoINAH
TikTok: tiktok.com/@za_tlatelolco_inah
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Tecpan de Tlatelolco, hogar del mural perdido de Siqueiros

El 13 de agosto de 1521 cayó el Imperio Mexica ante el Ejército Español, tras varias batallas que dejaron unos 40,000 mexicas muertos. Tras la caída de Tenochtitlán, una de las primeras acciones del gobierno de la Nueva España fue la de construir el edificio Tecpan de Tlatelolco, para que funcionara como sede de gobierno de y ayuntamiento de Santiago Tlatelolco. Aunque no se encontraba en la capital del nuevo (y el viejo) Imperio, Tlatelolco fue siempre un sitio estratégico por su ubicación y porque desde el siglo XIV fue uno de los mercados más importantes de la región. Por lo mismo, el tener un edificio gubernamental en esta zona, no solo ayudaría a controlar a lxs indígenas, sino que también funcionaría de garita militar y aduanal. Y, el edificio de Tecpan de Tlatelolco fue tan importante, que incluso aparece retratado, con sus siete vanos inferiores, en el Códice Tlatelolco de 1563.

Con el paso de los siglos, el ayuntamiento de Tecpan de Tlatelolco pasó al olvido, hasta 1850 que se adaptó para convertirse en la Casa de Corrección, una institución enfocada en reformar a jóvenes delincuentes. Tres años después, la correccional mutó para convertirse en el Colegio Correccional San Antonio; una escuela que buscaba rehabilitar a lxs jóvenes a través de talleres de ciencia y arte. Poco a poco, la escuela empezó a recibir estudiantes que no provenían de la cárcel, pero que tenían pocos recursos; y con la llegada del Porfiriato, el gobierno agregó un segundo piso al edificio, para terminar de convertirlo en una escuela para huérfanos y huérfanas.

Después de eso, el edificio de Tecpan de Tlatelolco quedó prácticamente en el olvido, y no fue hasta finales de los años cincuenta cuando el presidente Adolfo López Mateos planteó el proyecto del Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco. Este proyecto buscaba crear una ciudad dentro de la ciudad; un conjunto habitacional que, además de contar con miles de departamentos a precios asequibles ofrecería centros deportivos, hospitales, escuelas, áreas verdes y tres museos permanentes. Para bien o para mal, los museos no se construyeron en aquél entonces y solo se adecuaron los restos del Tecpan para convertirse en la Sala Homenaje a Cuauhtémoc.

En esta sala, David Alfaro Siqueiros realizó el mural Cuauhtémoc contra el mito; el primer mural de Siqueiros y en él utiliza técnicas mixtas con soportes en tercera dimensión, con la escultura realizada por Luis Arenal Bastar. En el mural, Siqueiros experimentó usando diferentes materiales como triplay, masonite y piroxilinas para crear diferentes efectos, tonos y texturas, siendo un mural único en su tipo. Por cierto, este mural fue instalado originalmente en la calle de Sonora #9, en la casa de la familia Siqueiros, y posteriormente trasladado a este recinto.

¿Y de qué trata el mural? Cuauhtémoc contra el mito muestra a un conquistador español cabalgado a su caballo encabritado y herido, mientras empuña un arma de fuego en una mano y un crucifijo católico rematado en una daga en la otra; frente a él, se encuentra Cuauhtémoc con una lanza con punta de obsidiana, parado sobre la cabeza de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada. Entre ambos personajes se puede ver a Moctezuma II preguntando a los dioses “¿Por qué el regreso de Quetzalcóatl, el dios blanco y barbado, había provocado el colapso de su cultura?”; mientras que, al fondo se puede apreciar un templo en llamas y bajo el caballo, una cabeza cercenada. Es un mural pequeño, pero impactante por su carga simbólica y la manera en la que Siqueiros trabajaba con los colores y las formas.

Por si fuera poco, gracias a los trabajos que inició Eduardo Matos en 1988 en el Templo Calendárico de Tlatelolco (la primera “pirámide” que encontrarás al entrar al Sitio Arqueológico de Tlatelolco), en 1989 se encontró una pintura prehispánica que se convirtió en uno de los hallazgos más importantes de Tlatelolco, y, para que todo el mundo pueda apreciar esta pintura, o los restos de ella, esta fue trasladada a la Sala Homenaje a Cuauhtémoc en el Tecpan.

Así que, si eres amante del arte moderno, y en especial de David Alfaro Siqueiros, o si andas cerca de Tlatelolco y quieres conocer el primer trabajo de uno de los muralistas más importantes del México moderno, y/o quieres descubrir uno de los edificios occidentales más antiguos de la Ciudad de México (y de todo el país), tienes que darte una vuelta por el edificio de Tecpan de Tlatelolco, justo atrás del Jardín Santiago, y descubrir este rincón de historia y cultura perdido en medio del caos de la Ciudad.

La historia de Avenida Francisco I. Madero

Aunque es una calle peatonal, no cabe duda de que Madero es una de las calles más importantes de la Ciudad de México; y es que, al ser el acceso más directo al Zócalo Capitalino y al centro histórico en general, este corredor es visitado por miles y miles de personas todos los días. De hecho, las 350 mil personas que recorren esta calle diariamente (en promedio) le dieron el récord de la calle más transitada del país, y también es una de las más concurridas en el mundo. Pero eso no es todo, Madero también es la segunda calle más antigua de todo el país. ¿Quieres saber más de esta calle? Entonces sigue leyendo y acompáñanos en este viaje por la historia de Avenida Francisco I. Madero.

Como sabrás, Hernán Cortes y sus tropas llegaron a Tenochtitlán, el Imperio Mexica, el 8 de noviembre de 1519. Desde aquél entonces, los españoles crearon una “buena” relación con los mexicas, aunque la realidad es que fue una relación bastante tensa. Sin entrar mucho en detalles (porque ese es tema de otro artículo), esa tensión llevó al ejército español a levantarse contra los mexicas (en 1520), mientras Cortés se encontraba fuera de la Ciudad. Durante esa batalla, los indígenas cortaron los puentes que salían de la ciudad por Tacuba, permitiéndoles masacrar al ejército español; dando como resultado la Noche Triste y el famoso árbol que se encuentra en Popotla.

Al año siguiente cayó Tenochtitlán y Hernán Cortés tomó el control de la Nueva España (si, fue todo un proceso antes de esto, pero no es una clase de historia). Y, una de las primeras acciones de Cortés fue pedir que se abriera una calle que diera directamente a la Ciudad; como podrás imaginar, el trazado de esa calle sería lo que hoy conocemos como Madero.

Un siglo después, en 1638, el virrey Lope de Armendáriz pidió que todos los plateros (trabajadores de la plata) de la Nueva España se instalaran en esta calle, lo que hizo que la calle fuera nombrada Calle de Plateros. Además, las familias más adineradas de la región, así como los negocios e iglesias más importantes se instalaron en Plateros. Si has recorrido esta calle seguramente te abras topado con el Palacio de los Condes de Orizaba, también conocido como Casa de los Azulejos (o Sanborn’s de los Azulejos pa’lxs cuates), o con el Palacio de Iturbide (Palacio de Cultura Banamex), con el convento de San Francisco y también con el templo de La Profesa; incluso la Joyería La Esmeralda (hoy Museo del Estanquillo), la más importante del país, se estableció en Plateros.

Otro detalle importante de la calle de Plateros, es que, fue la primera calle con alumbrado público eléctrico. Este hecho fue un hito en la historia de las ciudad, pues la gente se reunía en ella para apreciar la luz eléctrica, lo que permitió que un gran número de puestos de antojitos y garnachas se instalaran cerca de los doce postes instalados. Poco después empezaron a haber quejas, pues los borrachos se orinaban en los postes, y algunas mujeres vanidosas decían que se les marcaban más las arrugas. Y, la calle de Plateros fue tan importante, que, incluso la primera fotografía tomada de la ciudad se tomó mostrando el número 9 de esta calle en 1839.

Pero el detalle más importante en la historia de esta calle nos remonta al 8 de diciembre de 1914. ¿Qué pasó ese día? Como sabrás, tras el exilio de Porfirio Díaz se convocaron a elecciones y Francisco I. Madero resultó ser el presidente electo. Un presidente polémico por sus creencias espiritistas y cercanía a la filosofía del yoga (si quieres leer sobre esto, da clic aquí). Y, si te acuerdas de las clases de historia de primaria, Victoriano Huerta se alió con el embajador de EE.UU., Henry Lane Wilson, y a empresarios disidentes, entre los que se encontraba el yerno de don Porfirio, levantándose contra la familia Madero. Primero arrestaron y asediaron a Gustavo A. Madero en la cantina El Gambirrus y el 19 de febrero de 1914, los rebeldes atraparon a Francisco y también a José María Pino Suárez, vicepresidente, y los obligaron a firmar su renuncia bajo tortura. El resto es historia… básicamente Pedro Lascuráin toma el poder y durante los 45 minutos de su mandato nombró Secretario de Gobierno a Huerta, para que este asumiera la presidencia tras su renuncia.

¿Y esto qué tiene que ver con la calle de Madero y el 8 de diciembre de 1914? Bueno, resulta que ese día, José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco Villa, y uno de los personajes más crueles de la Revolución, llevó una escalera al cruce de Plateros e Isabel la Católica. Subió la escalera y colocó un cartel que decía Avenida F.I. Madero, rebautizando a la calle más importante de la ciudad. A pesar de que, al gobierno no le gustó el cambio y no lo hizo oficial, a las personas sí les gustó el nombre impuesto por Villa y se referían a la Calle de Plateros como Madero. Y así fue, hasta que el gobierno aceptó el cambio de forma oficial. Y, para rememorar ese épico momento en el que Villa cambió el nombre de la avenida, el gobierno de la Ciudad de México colocó una escultora recreando la épica fotografía que tomó Agustín Víctor Casasola e ese preciso momento.

La increíble historia del Taco al Pastor

¡Ah, el Taco al Pastor! Ese pequeño gran héroe de la gastronomía chilanga. No importa dónde estés en la CDMX, seguro encuentras una taquería con su trompo de pastor listo para hacerte feliz. ¿Y qué tiene de especial? Pues nada más y nada menos que carne de cerdo marinada con achiote y otras delicias, acompañada de salsa roja, cilantro, cebolla, piña y un buen chorrito de limón. ¡Una explosión de sabor en cada bocado!

Pero, aunque estos taquitos sean tan típicos de la capital, hay quienes dicen que su origen no está en la CDMX. ¿Cómo? ¡Así es! La historia del Taco al Pastor tiene un viaje largo y sabroso que empieza en tierras lejanas, ¡en el lejano oriente! Acompáñame en este viaje trasatlántico para descubrir la historia del Taco al Pastor y quédate con unas recomendaciones que no te puedes perder.

Hadji Iskender, el visionario del asador vertical

¿Un taco con raíces turcas? ¡Pues sí! Todo comenzó en la ciudad de Bursa, en Turquía, donde desde el siglo XVII cocinaban la carne en asadores horizontales, que básicamente eran tubos metálicos que giraban y giraban, cocinando cordero como si fuera la rueda de la fortuna de la rosticería de la esquina.

La foto más antigua, conocida, del Asador Vertical. Tomada por James Robertson, en 1855, en el Imperio Otomano

Pero un día, a principios del siglo XIX, un joven Hadji İskender Efendi tuvo una idea brillante: ¿y si cocinamos la carne verticalmente? Así, la carne conservaría mejor sus jugos y grasa, y de paso, se ahorraba espacio en la cocina. ¡Y así nació el İskender kebap! Claro, algunos dicen que otro cocinero llamado Hamdi Usta lo hizo primero, pero lo que es innegable es que ese asador vertical cambió la forma de cocinar en la región.

La llegada de los turcos a México

Con el Porfiriato, México vio llegar a los primeros inmigrantes turcos, y después de la Primera Guerra Mundial, llegó una segunda ola de turcos que se asentaron principalmente en Puebla. Estos nuevos residentes empezaron a echar de menos su comida de casa, así que importaron asadores verticales en los años 30, y nacieron los primeros shawarmas en México.

Pero como todo buen mexicano, no podían dejar el shawarma como estaba. Así que lo adaptaron, y ¡zas! Nacieron los tacos árabes. Varias taquerías poblanas, como Don Eraki (sí, la del escándalo en la Escandón), La Oriental y Tacos Tony, empezaron a ofrecer esta nueva delicia, y hasta hoy, se disputan el título de inventores del Taco Árabe.

¿Y por qué se llama Pastor?

Aquí es donde la cosa se pone interesante. Resulta que el asador vertical en México se bautizó como Asador de Pastor u Horno de Pastor, porque fue inventado por un pastor y originalmente se usaba para cocinar carne de carnero, un animal de pastoreo. Y ya sabemos cómo es el ingenio mexicano, ¿verdad? De ahí el nombre. Pero ojo, aunque en Puebla se inventó un tipo de Taco al Pastor, no era exactamente el que conocemos hoy.

El Huequito y su innovación

Años después, los tacos árabes, y en especial el horno de pastor, se habían hecho muy populares en Puebla, pero aún no se veían en la Ciudad de México. Eso cambió en 1959, cuando una pequeña taquería llamada El Huequito abrió en el Centro Histórico. Por falta de espacio, empezaron a cocinar carne de cerdo en un asador de pastor, y marinarla con un toque especial. ¡Nació el primer Taco al Pastor en la CDMX!

Aunque, claro, este taco era un poco diferente al que conocemos hoy. Pero si tienes la oportunidad, visita El Huequito y prueba su pastor especial: casi medio kilo de carne al pastor en delgadas láminas, intercaladas con salsas verde y roja, y servida con cebolla y cilantro. ¡Hasta Anthony Bourdain le dio su aprobación! De hecho, en uno de los capítulos de su exitosa serie Parts Unknown; y dijo que esta taquería era tan buena, que: “Mi estómago está a punto de explotar, pero quiero más”.

El Tizoncito, el taco hipster de la Condesa

Pero el Taco al Pastor, como lo conocemos hoy, tiene su origen en la Condesa. En 1966, Doña Conchita Cervantes decidió abrir El Tizoncito en la esquina de Tamaulipas y Campeche. Con la competencia feroz, se atrevió a innovar: usó un asador vertical y le dio un toque ahumado al cocinar al tizón. Además, marinó la carne con naranja y achiote, y le añadió piña, cebolla, cilantro y perejil. ¡Una verdadera obra maestra!

Y, por si fuera poco, Doña Conchita fue quien dio forma al famoso trompo de pastor usando una piña y una cebolla en la parte superior e inferior de la carne. ¡Así se creó el Taco al Pastor como lo conocemos! Obviamente, esta versión mejorada del Taco al Pastor se volvió increíblemente popular y todxs lxs chilangxs viajaban a la Condesa para probar la creación de Doña Conchita. Y no pasó mucho tiempo para que los antiguos trabajadores del Tizoncito, y otros cocineros, buscaran emular la receta y pusieran su propia taquería de Tacos al Pastor.

Las Olimpiadas, las gringas y más tacos

Los Tacos al Pastor eran un éxito en el extinto Distrito Federal para finales de los años sesenta. Por otro lado, las Olimpiadas se acercaban y el gobierno tuvo la idea perfecta para poder cumplir con la demanda de alimento de las y los turistas que lllegarían a la Ciudad durante los Juegos Olímpicos. Fue así, que se les ocurrió apoyar a lxs pequeñxs empresarixs para que abrieran sus locales y changarros de Tacos al Pastor. De pronto, de la noche a la mañana, todo el DF se había llenado de taquerías que buscaban recrear y mejorar el Taco al Pastor de Doña Conchita.

Ese mismo año, en 1968, la señora señora Martha Avalos de Rocha abrió El Fogoncito en la colonia Anzures, justo frente a la Taquería Selene, que había abierto cuatro años antes. Para principios de los años setenta, dos estudiantes estadounidenses, Sharon Smith y Jennifer Anderson, se mudaron temporalmente a la colonia mientras terminaban su maestría. Fue ahí, que las dos se volvieron fanáticas de los tacos al pastor (y no las culpo); bueno, se volvieron fans de la carne al pastor, porque no les encantaba la tortilla de maíz. Fue por eso, que cada que visitaban El Fogoncito o Taquería Selene pedían sus tacos al pastor, pero en tortilla de harina y con queso. Poco a poco, la gente empezó a ver lo que medían “las gringas” y las taquerías decidieron agregar esta delicia a su menú, bautizándolas como gringas. Eso sí, las dos taquerías se pelean la autoría de las gringas… aunque a nadie le importa quién la inventó, lo que nos importa es que sabe bien.

Así es como uno de los platillos más reconocidos de la gastronmía chilanga nació, siendo el nieto perdido de la comida turca y el hijo de los tacos poblanos. Esta fue la historia de cómo fue, que el nieto hipster salió de la Condesa para conquistar cada rincón del mundo; y es que, el Taco al Pastor se ha convertido en una auténtica joya de la gastronomía mexicana. ¡Buen provecho!

10 Taquerías cuyos Tacos al Pastor tienes que conocer

¡Prepárate para un tour taquero de primera! Ya conoces la deliciosa historia del Taco al Pastor, ese manjar que parece haber existido desde siempre, pero que en realidad lleva menos de 100 años conquistando paladares. Ahora que sabes de dónde viene, ¡es hora de probarlo en los mejores lugares de la CDMX! Aquí te dejamos una lista de 10 taquerías que no te puedes perder. ¡Agarra tu limoncito y vámonos de taquitos!

1. El Huequito (Centro/Nápoles):

La leyenda comienza aquí. Esta fue la primera taquería en la CDMX que usó un asador vertical, ¡y vaya que lo hicieron bien! No puedes dejar pasar la oportunidad de probar el taco que dio inicio a todo.

2. El Tizoncito (Condesa):

Los creadores del Taco al Pastor tal como lo conocemos. Aunque hay varias sucursales, la experiencia completa está en la original, donde todo empezó. ¡Prepárate para un festín de sabor!

3. Taquería Selene (Anzures):

Además de ser uno de los lugares donde se inventó la famosa Gringa, esta taquería es considerada por muchxs como la mejor. Y si eso no es suficiente, ¡hasta Luis Miguel ha comido aquí! (O al menos, eso dicen las malas lenguas).

4. El Vilsito (Narvarte):

De día es taller mecánico, de noche es taquería. ¡Sí, leíste bien! Aquí el pastor es tan bueno que olvidarás el ruido de los motores. Eso sí, ahora es muy popular y necesitarás ir con paciencia.

5. Los Huicholes (Lindavista):

Estos son los tacos legendarios de Lindavista, donde el sabor es tan auténtico que se ha ganado el corazón de todos los que pasan por aquí.

6. Rincón de la Lechuza (San Ángel):

Este rincón es una joya taquera en San Ángel, ideal para cuando quieres un poco de todo y mucho de sabor. ¡Es toda una tradición en la zona!

7. El Rey del Suadero (Polanco):

Aunque se llaman “El Rey del Suadero,” es su pastor el que realmente se roba el show. ¡No te vayas sin probarlo!

8. El Naranjito (Narvarte):

Para lxs madrugadorxs y lxs que buscan taquitos al pastor buenos, bonitos y baratos, este lugar es la opción perfecta.

9. Taquería La Onda (Palmas):

La primera taquería en la zona de Palmas y un clásico que no pasa de moda. Aquí, el pastor es el rey, ¡y lo tienes que probar!

10. Kalimán (Condesa):

Un verdadero clásico de la Condesa para aquellos que buscan algo diferente a El Tizoncito. Este lugar tiene su propio toque especial, y lo sentirás en cada mordida.

11. Tacos Charly (Cuicuilco):

En el extremo sur de la ciudad, Tacos Charly es una taquería exprés donde todo es rápido y delicioso. ¡Ideal para cuando el antojo te agarra de sorpresa!

Así que ya lo sabes, ponte cómodx, que este tour de tacos al pastor te llevará por los rincones más sabrosos de la Ciudad de México. ¡Buen provecho!

Indios Verdes, una historia del México racista

¡Indios Verdes, un lugar que tiene más historia de la que imaginas! Esta estación de metro, inaugurada el 1 de diciembre de 1979, debe su nombre a unas estatuas que estaban cerquita de ahí cuando la construyeron. Se trata de las estatuas de los Tlatoanis Itzcóatl y Ahuizotl, que nos conectan con nuestras raíces mexicas. ¿Sabías que las conocemos como Indios Verdes por el tono verdoso del bronce oxidado? Aunque hoy en día las ubicamos al norte de la Ciudad de México, no siempre estuvieron allí. Estas estatuas han recorrido varios rincones de la ciudad a lo largo de más de 100 años. Así que, ¿por qué no te contamos un poco más sobre la historia de estas famosas esculturas?

El Propósito de los Indios Verdes

En 1889, México participó en la Exposición Universal de París, ¡la misma en la que se inauguró la Torre Eiffel! La Secretaría de Fomento de México invitó a Antonio Peñafiel y Antonio Anza a presentar un proyecto para el pabellón mexicano. Ellos se acercaron al escultor Alejandro Casarín Salinas para pedirle que hiciera dos esculturas de bronce representando a Izcóatl y Ahuízotl. Pero, curiosamente, en el libro que escribió Peñafiel sobre el proyecto, no se menciona nada sobre estas esculturas. Sólo se habla de réplicas de Atlantes de Tula y relieves de Jesús F. Contreras que adornaban la fachada del pabellón.

Nota: Algunos de esos relieves, fundidos en Francia por la empresa Thiébaut Frére Fondeurs, ¡se pueden ver hoy en el Jardín de la Triple Alianza, al ladito del Museo del Ejército, cerca del MUNAL!

La Inauguración de los Indios Verdes

En su libro “La Patria en el Paseo de la Reforma“, Don Vicente Riva Palacio Guerrero menciona que el ministro de Fomento de la época ordenó construir dos estatuas de guerreros indígenas para el Paseo de la Reforma. Estas esculturas, comisionadas a Alejandro Casarín, costaron $80,000 pesos, pero no hay mención de que fueran enviadas a París.

Aunque no se sabe con exactitud cuándo se colocaron los Indios Verdes en la entrada de Reforma, se cree que fue alrededor de 1890. Lo que sí sabemos es que estas esculturas causaron un gran revuelo. Durante el Porfiriato, se privilegiaba todo lo europeo y se rechazaba lo indígena. Así que estas estatuas no fueron muy bien recibidas en el “progresista” México de esa época.

Un Cambio de Zona

Las dos estatuas de bronce, apodadas despectivamente Indios Verdes, no eran bien vistas en el Paseo de la Reforma. Por eso, en 1901 se decidió trasladarlas al inicio de la Calzada de la Viga, junto al Canal de la Viga. La vista era espectacular, rodeadas de trajineras llenas de flores y pambazos. Pero para 1921, el gobierno de la ciudad decidió entubar el canal, y la zona de La Viga fue devorada por la industria y los comercios. En 1939, las esculturas fueron desmontadas y llevadas a un taller para su restauración.

Pequeñas Mudanzas

Después de ser restauradas, las estatuas fueron llevadas a Insurgentes Norte, en la entrada de la ciudad a través de la carretera a Laredo. Ahí permanecieron varios años, pero la ciudad siguió creciendo. En 1979, con la llegada de la Línea 3 del Metro, los Indios Verdes tuvieron que ser movidos unos metros a las laterales de Insurgentes.

Esta última ubicación no fue ideal. Las estatuas quedaron abandonadas, rodeadas de basura y vandalizadas. No fue hasta 2005, con la construcción de la primera Línea del Metrobús y el Plan Maestro de Rescate del Acueducto de Guadalupe, que se decidió cambiar su ubicación. Hoy, las dos imponentes figuras se encuentran en el Parque del Mestizaje, muy cerca del paradero Indios Verdes y a unos pasos de la Basílica de Guadalupe.

Indios Verdes no es sólo una zona de la ciudad; es una historia viva del México prehispánico y del Porfiriato. Es un símbolo de nuestras raíces y nuestra herencia cultural, y un recordatorio del México racista que intentó negar su origen indígena.

La información e imágenes fueron tomadas del Blog del Ing. M. Aguirre (mexicomaxico.org). ¡Te invitamos a leer su texto sobre Indios Verdes y descubrir más datos históricos sobre la Ciudad de México!

La historia de las Trajineras de Xochimilco

Xochimilco es, sin duda, uno de los lugares indispensables que todo turista, extranjero o nacional, debe visitar cuando viene a la Ciudad de México. Una zona que en la que se pueden vivir las tradiciones de los pueblos originarios de la Cuenca de México; en la que se puede disfrutar de un Pulque fresco, vivir la historia de la Llorona, adentrarse en la misteriosa Isla de las Muñecas y, por supuesto, recorrer los canales en las mundialmente famosas trajineras. No es por nada que, todos los fines de semana, los canales de Xochimilco son invadidos por una infinidad de personas que buscan disfrutar del misterio y ambiente festivo que se vive al navegar entre los islotes y chinampas.

Pero… ¿Te has puesto a pensar cómo surgió esta tradición? ¿Cuándo se popularizaron las trajineras como un transporte turístico? ¿Cuál ha sido la evolución de las trajineras a lo largo del tiempo?

México Prehispánico

Las respuestas a estas preguntas nos remontan a dos Méxicos diferentes; al México prehispánico y al México porfiriano. Empecemos por el principio. Como tal vez recuerdas por las clases de historia, Tenochtitlán se fundó sobre una pequeña isla en medio del Lago de Texcoco. Alrededor de esta isla se asentaron los habitantes de Tenochtitlán, con ayuda de chinampas. Mientras que, en los alrededores, los habitantes de los pueblos originarios se asentaron entre los canales de Xochimilco, Tláhuac e, incluso, Tacubaya. Esto obligó a los residentes a construir todo tipo de embarcaciones que les permitieran el traslado de personas y mercancías de un lugar al otro. Una de las embarcaciones más populares, especialmente en las zonas con canales poco profundos, fueron las embarcaciones de fondo plano, mismas que se mueven con ayuda de pértigas (o garrochas) que se encajan en el fondo del canal, haciendo una palanca que impulsa el movimiento. Eran lanchas muy sencillas, construidas con tablones; sin techos y sin sillas, pues únicamente se usaban para el transporte. Justo como las chalupas que hoy pasan ofreciendo productos a todos los pasajeros de las trajineras.

México Porfiriano

Con el paso del tiempo, la zona céntrica de la Ciudad de México se fue urbanizando. Los ríos se fueron entubando y, por ende, el mundo se fue olvidando de las chalupas y demás embarcaciones. Pero la modernidad nunca acabó con los canales de Xochimilco, permitiendo que las pequeñas embarcaciones se siguieran utilizando para usos personales y comerciales. Y no fue hasta el México de Porfirio Díaz, que los Catrines, como se le llamaba a los hombres bien vestidos, empezaron a visitar los canales de Xochimilco para disfrutar de la naturaleza y el misticismo de los mismos.

Fue gracias a que las trajineras se empezaron a popularizar, a principios del siglo pasado, que los trajineros se vieron obligados a instalarle un techo, primero de tela y ahora de lámina, así como asientos de madera. Y también empezaron a decorar sus embarcaciones con sinfín de flores a los techos, logrando que Xochimilco fuera denominado “lugar de los jardines flotantes”. Por otro lado, cuando los catrines acudían a los embarcaderos solían solicitar que colocaran el nombre de alguien a quien festejaban, o de alguna dama a la que querían cortejar, al frente del bote. Dos costumbres que se fueron adaptando con el paso del tiempo y resultando en las trajineras que hoy conocemos.

Para 1920 ya se habían construido los embarcaderos que conocemos hoy en día; también se había terminado de reforestar el bosque de Nativitas, mejorando la imagen de todos los canales y en 1930 ya se daban los paseos turísticos como los de hoy en día. Para 1987, la UNESCO declaró Xochimilco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, dándole un impulso y reconocimiento a nivel mundial.

Los canales de Xochimilco son un lugar lleno de misticismo, historias y relatos. Son canales que puedes navegar en todo tipo de plan, ya sea para conocer las chinampas e islotes, adentrarte en la fantasmal Isla de las Muñecas, conocer las leyendas y tradiciones del Xochimilco originario, o para divertirte en una fiesta flotante. Además, es un lugar donde puedes disfrutar de un ambiente único, y un sinfín de antojitos y platillos mexicanos, y pulques, ya sea sobre las embarcaciones o en los locales junto a los embarcaderos. Sin duda, una excelente opción para disfrutar de las tradiciones de México.

¿Qué otras cosas puedes hacer en Xochimilco?

Una vez que estás en Xochimilco, te recomendamos aprovechar para conocer alguno de los siguientes sitios turísticos y de interés cultural:

La Isla de las Muñecas: una misteriosa Isla Embrujada en la que podrás conocer la vida de Don Julián Santana.

Parroquia de San Bernardino de Siena: Convento fundado en el siglo XVI por la orden de los franciscanos y que fue pieza clave para la evangelización de los pueblos del sur del lago de México

Niñopa: Una imagen milagrosa cuya leyenda se ha forjado desde 1573 y que hoy en día es venerada por millones de personas al año

Rotonda de los Personajes Ilustres de Xochimilco: Un homenaje a Fernando Celada, Quirino Mendoza, Juan Badiano, Francisco Goitia y José Farias Galindo

Chinampa La Llorona: Un lugar lleno de magia en el que podrás disfrutar de la naturaleza y aprender sobre las tradiciones y la vida de los pueblos originarios xochimecas

¡No te dejes engañar!

Si quieres más información de costos o cómo llegar a los embarcaderos, visita xochimilco.cdmx.gob.mx/costos

Colonia Tabacalera, su historia y legado

Hoy es un buen día para explorar una de las colonias más emblemáticas de la Ciudad de México: la colonia Tabacalera. Prepárate para un recorrido lleno de historia, cultura y lugares interesantes. La colonia Tabacalera es una colonia de contrastes, pues en sus calles podrás encontrarte todo tipo de negocios y edificios que van desde los histórico hasta lo contemporáneo, y desde lo popular a lo lujoso. Además, es una colonia con una gran riqueza histórica y cultural.

Ubicada en el corazón de la ciudad antes llamada Distrito, esta colonia ofrece una mezcla fascinante de arquitectura, arte y vida urbana. Entre sus calles, podrás encontrar joyas como el Monumento a la Revolución, un icono de la ciudad que además tiene un mirador espectacular desde donde puedes disfrutar de unas vistas impresionantes de la CDMX.

La historia de la Tabacalera es tan rica como su oferta cultural. Su origen se remonta a finales del siglo XVIII cuando la Condesa de Sierra Nevada decidió construir un palacio de verano para su hijo, el Conde de Buenavista. Fue así que contrató (probablemente) a Manuel Tolsa, para que diseñara un edificio neoclásico que se convertiría en el Palacio del Conde de Buenavista. Sin embargo, el Conde murió joven y no pudo ver la obra terminada, por lo que, la Condesa terminó abandonando el palacio tras la explosión de la Independencia de México.

Desde aquel momento, el Palacio del Conde de Buenavista fue ocupado por militares, también fue casa de verano de Santa Anna. Tiempo después, Maximiliano regaló la casa al Mariscal de Francia, François Achille Bazaine, pero con la caída del imperio la casa fue adjudicada al general republicano José María Rincón-Gallardo como pago por un préstamo al gobierno. Y, para finales del siglo XIX, la Compañía Tabacalera Mexicana adquirió el inmueble. Incluso hay algunas fotografías tomadas por Guillermo Kahlo (sí, el papá de Frida Kahlo) en las que se ven las modificaciones que sufrió el palacio para cumplir su función de tabacalera.

¿Alguna vez te habías preguntado por qué se llama Colonia Tabacalera? Pues ya lo sabes. Básicamente fue porque la Compañía Tabacalera Mexicana se encontraba en esta zona cuando se fraccionaron los terrenos para convertirlos en Colonia. Pero volviendo al a historia del palacio, este después fue la sede de la Lotería Nacional durante algunos años hasta que fue adquirido por el INBA para convertirse en el Museo Nacional de San Carlos.

Hace unos párrafos mencioné que la Tabacalera era una colonia ofrecía recorrido lleno de historia, cultura y lugares interesantes. Además del Palacio de Buenavista… ¿Qué más ofrece la colonia? Debes saber que, en el corazón de la Tabacalera se encuentra la Plaza de la República y el imponente Monumento a la Revolución, y el Museo Nacional de la Revolución. Además, justo frente al Monumento se encuentra el Frontón México, que hoy en día cuenta con restaurantes, exposiciones, eventos de todo tipo. Y la colonia termina, por así decirlo, en Reforma, justo donde estuvo el Monumento a Cristóbal Colón y donde hoy está la Glorieta de las Mujeres que Luchan.

Por si fuera poco, debes saber que más allá de de su rica historia y sus museos, la Tabacalera se ha convertido en un centro reconocido por su vida gastronómica. Y es que, en esta colonia encontrarás desde cafés históricos hasta restaurantes contemporáneos, con una gran variedad de opciones para deleitar tu paladar. Tampoco puedes dejar de visitar los pequeños bares y cantinas que salpican la zona, cada uno con su propia personalidad y encanto.

Esta es una señal para que te des una vuelta por la colonia Tabacalera para descubrir sus rincones y recovecos. Ya sea que te interese la historia, el arte o simplemente disfrutar de un buen café mientras observas la vida pasar, este rincón de la ciudad tiene algo para todos. ¡No te lo pierdas!

¿Por qué se llama Buenavista? El origen de la zona de Buenavista

Buenavista, Buenavista, Buenavista. Si como yo, crees que el nombre de esta zona de la Ciudad de México se debe a que, en tiempos memorables era un valle que ofrecía una muy buena vista y paisajes hermosos, déjame decirte que, así como yo, te equivocas por completo. ¿Cómo? ¿No se llama Buenavista porque tenía una buena vista? Siento decepcionarte, pero no, acompáñame en este breve paseo por la historia de esta zona de la ciudad antes llamada Distrito Federal y descubre conmigo por qué se llama Buenavista.

Debes saber que, en épocas coloniales toda esta zona, y sus alrededores, no eran más que terrenos agrícolas y huertas que servían para abastecer a la Ciudad de México y que pertenecían a María Josefa Rodríguez de Pinillos y Gómez de Bárcena, mejor conocida como la segunda marquesa de Selva Nevada. En aquél entonces, la Ciudad abarcaba únicamente el espacio que hoy abarca el primer cuadro del Centro Histórico y la Alameda se encontraba prácticamente fuera de la capital.

Para finales del siglo XVIII, la condesa decidió regalarle las tierras y un palacio a su hijo José Gutiérrez del Rivero y Pinillos y Gómez, el Conde de Buenavista. Fue así que, los terrenos que abarcaban lo que hoy es Buenavista se convirtieron en la Hacienda de Buenavista, y en lo que hoy es la colonia Tabacalera se empezó la construcción de un impresionante palacio neoclásico, el Palacio del Conde de Buenavista, atribuido a Manuel Tolsá (aunque no hay documentos que avalen esto último). Sin embargo, la construcción de este palacio terminó en 1805 y el Conde murió el 7 de enero de 1797, a la edad de 23 años, por lo que nunca pudo ver la obra terminada.

Para 1865, el entonces regidor del Ayuntamiento de México, el poblano Rafael Martínez de la Torre, junto a varios asociados, decidió incursionar en negocios inmobiliarios y, con el patrocinio de Benito Juárez, empezó a fraccionar la Hacienda de Buenavista. Fue así que, junto al empresario Antonio Escandón, construyó la antigua Estación de Buenavista, misma que dio servicio entre la capital y Veracruz; y que eventualmente (en 1960) sería demolida para construir lo que hoy es el edificio de la Delegación Cuauhtémoc. Se construyó una nueva estación unos 500 metros más al norte. Misma que funcionó hasta el 1 de septiembre de 1999. Y, con el paso de los años, esa estación se convirtió en uno de los puntos más improtantes para el transporte público de la CDMX, pues en ella converge el Sistema Colectivo Metro, el Metrobús y el Tren Suburbano; además de que se construyó un enorme centro comercial, Forum Buenavista, y la bella Biblioteca Vasconcelos.

¿Ya sabes por qué se llama Buenavista a Buenavista? Como verás, el nombre del Metro Buenavista, de Forum Buenavista y de toda la zona de Buenavista se debe a que, todos los terrenos que se encuentra en esa zona fueron parte de los terrenos de la Hacienda de Buenavista… Tristemente, no fue porque el valle tuviera una buena vista de la Ciudad.