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Metro Zócalo/Tenochtitlan, conoce la estación más emblemática del Centro Histórico

Ubicada en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, la estación Zócalo/Tenochtitlan de la Línea 2 del Metro no solo conecta a miles de personas diariamente: también es un punto clave para entender la identidad histórica y cultural del país. Su nombre, imagen y localización están cargados de simbolismo.

El nombre “Zócalo” proviene del cuerpo inferior de una construcción en términos arquitectónicos. Esta palabra se volvió sinónimo de plaza principal a raíz de un proyecto fallido impulsado por Antonio López de Santa Anna en 1843, quien mandó construir un monumento conmemorativo a la Independencia de México. Aunque el diseño ganador, del arquitecto Lorenzo de la Hidalga, prometía una gran obra, por problemas económicos solo se edificó el pedestal o zócalo. Con el paso del tiempo, este basamento fue removido por dificultar el paso peatonal, pero la palabra quedó en la memoria colectiva como el nombre popular de la Plaza de la Constitución.

El ícono de la estación representa la silueta del Escudo Nacional de México, en alusión directa al emblema del Poder Ejecutivo Federal, cuya sede, el Palacio Nacional, se encuentra justo al lado. Este símbolo, un águila devorando una serpiente sobre un nopal, es uno de los tres elementos que conforman los símbolos patrios del país.

La estación fue inaugurada en 1970 con el nombre “Zócalo” y, en agosto de 2020, se le añadió el nombre “Tenochtitlan” para conmemorar los 500 años de la caída de México-Tenochtitlan, capital del imperio mexica. Esta modificación reconoce la profundidad histórica del lugar, ya que la estación se encuentra sobre lo que fue el principal centro ceremonial de los mexicas.

El entorno de la estación es igualmente significativo: la Plaza de la Constitución, o Zócalo, está rodeada por algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad y del país, como el Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana y el edificio del Gobierno de la Ciudad de México, todos ellos con una riqueza arquitectónica inigualable que refleja distintas épocas de la historia nacional.

A lo largo de su historia, la estación también ha sido escenario de descubrimientos arqueológicos importantes. Durante su construcción, se hallaron vestigios de un adoratorio mexica, el cual fue trasladado y hoy forma parte de la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología. Además, en lugar de publicidad comercial, los pasillos de esta estación exhiben mapas, fotografías y litografías históricas del Zócalo, y una serie de maquetas recrea la plaza en tres momentos clave: la época prehispánica, la colonial y los inicios del siglo XX.

Por todo esto, el Metro Zócalo/Tenochtitlan no es solo un punto de transporte: es una puerta de entrada al pasado, un símbolo vivo de la historia nacional y un homenaje subterráneo al legado mexica y a la construcción de la nación mexicana.

Metro Pino Suárez, revolución y dioses prehispánicos en el Centro Histórico

Ubicada en el corazón de la Ciudad de México, la estación Pino Suárez es mucho más que una simple conexión entre las líneas 1 y 2 del Metro. Es un cruce de caminos entre historia, cultura y patrimonio arqueológico que pasa desapercibido para millones de usuarixs diarios. Desde su nombre hasta su ícono, cada elemento de esta estación tiene un relato que contar.

Su nombre proviene de la avenida Pino Suárez, que honra a José María Pino Suárez, un personaje clave de la Revolución Mexicana. Abogado, periodista, poeta y político, fundó el diario El Peninsular para denunciar la opresión que sufrían los campesinos. Fue gobernador de Yucatán y vicepresidente de México junto a Francisco I. Madero. Ambos fueron asesinados durante la Decena Trágica de 1913, y su memoria quedó grabada en calles, avenidas y, por supuesto, en esta emblemática estación.

Pero Pino Suárez también guarda un secreto del México antiguo. Durante las excavaciones para su construcción a finales de los años 60, se descubrió un adoratorio prehispánico dedicado a Ehécatl, el dios del viento. Esta estructura cilíndrica, diseñada para permitir el libre paso del viento, marcaba el límite sur de la gran Tenochtitlán. Hoy, el templo —considerado la zona arqueológica más pequeña del país— se puede admirar justo en el punto de correspondencia entre las dos líneas del Metro, siendo transitado de forma indirecta por hasta 54 millones de personas al año.

El ícono de la estación, una representación de la pirámide de Ehécatl, rinde homenaje a este hallazgo arqueológico. En la mitología mexica, Ehécatl es una de las manifestaciones de Quetzalcóatl, una serpiente emplumada y dios creador asociado con los vientos y los puntos cardinales. Excavaciones posteriores, como las de 2017, han revelado restos de un calpulli o unidad social prehispánica, posiblemente perteneciente al antiguo barrio de Cuezcontitlán, lo que añade aún más riqueza al sitio.

La estación también destaca por su entorno dinámico. En su superficie se encuentran lugares históricos como la iglesia de San Miguel Arcángel y el Jardín San Miguel, además de zonas comerciales populares como la Plaza Comercial Pino Suárez y la Plaza San Lucas, donde se puede encontrar ropa, calzado y artículos diversos.

Además, Pino Suárez forma parte del único pasaje subterráneo en la red del Metro que conecta dos estaciones sin ser correspondencia directa: el famoso pasaje Zócalo-Pino Suárez, también conocido como Un paseo por los libros, donde se pueden encontrar librerías, exposiciones artísticas y un pequeño auditorio.

Desde su inauguración como la primera estación de correspondencia en 1970 hasta su reciente remodelación parcial en 2023, Pino Suárez sigue siendo un punto vital en la movilidad de la ciudad. Pero más allá de su utilidad como transporte, esta estación es un verdadero cruce de épocas, donde conviven la historia revolucionaria, el esplendor mexica y la vida cotidiana de millones de personas.

Metro San Antonio Abad, un estación con un pasado religioso y textil

La estación San Antonio Abad forma parte de la Línea 2 del Metro de la Ciudad de México y está ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc. Aunque para muchxs es solo una parada más rumbo al sur de la ciudad, lo cierto es que esta estación tiene un trasfondo religioso, social y arquitectónico que se remonta al siglo XVI.

El nombre de la estación proviene de la Calzada San Antonio Abad, tramo de la antigua Calzada de Tlalpan, una de las arterias más antiguas de la ciudad. Esta, a su vez, toma su nombre de San Antonio Abad, también conocido como San Antonio de Egipto, un fraile que vivió entre los años 251 y 356 d.C. y es considerado el padre del movimiento ermitaño cristiano. Su imagen sirve como ícono de la estación.

A su llegada a la Nueva España en 1530, la Orden de los Antoninos solicitó un terreno para construir un templo. El virreinato les asignó un predio al sur de la ciudad, donde comenzaron la construcción del Templo y Hospital de San Antonio Abad. Aunque la obra tardó décadas en concluirse —pues dependía de limosnas—, finalmente fue inaugurada en 1682. El convento cerró tras la muerte del último fraile antonino en México, pero el edificio tuvo otras vidas: en 1789 fue adaptado como fábrica textil, una industria que aún tiene presencia en la zona.

Hoy, la estación se caracteriza por ser la primera no subterránea de la línea que va hacia el sur y por su cercanía con edificios judiciales y de gobierno. En su interior destaca el mural “La historia jamás contada, los hilados”, del artista Ariosto Otero Reyes, que homenajea tanto a la industria textil como a los terremotos de 1985 y 2017.

Aunque poco frecuentada por turistas, Metro San Antonio Abad guarda entre sus muros fragmentos del pasado virreinal y del México contemporáneo. Además, brinda acceso a colonias como Obrera, Tránsito y Asturias, donde aún se pueden descubrir joyas como la Imprenta Gala, con más de un siglo de historia, o sitios tradicionales como Santa Cruz Acatlán.

Metro Chabacano, un recuerdo del paisaje urbano de antaño en la CDMX

La estación Chabacano del Metro de la Ciudad de México es mucho más que un punto de conexión entre tres líneas (2, 8 y 9). Ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc, esta estación es un nodo estratégico que presta servicio a las colonias Vista Alegre, Obrera y Ampliación Asturias. Pero más allá de su importancia en la red del transporte colectivo, Chabacano guarda un origen tan curioso como aromático: su nombre proviene del chabacano, una fruta veraniega de pulpa jugosa, color amarillo-naranja y aroma inconfundible.

La historia se remonta a la creación de las colonias Asturias y Vista Alegre. En ese entonces, al proyectarse las nuevas calles, una de ellas recibió el nombre de Chabacano por la gran cantidad de árboles de esta fruta que crecían en los terrenos baldíos de la zona. Estos árboles se daban especialmente bien gracias a la cercanía con el antiguo río de la Piedad, cuya humedad favorecía su crecimiento. Hoy ese río está entubado y lo conocemos como el Viaducto Miguel Alemán.

El chabacano, también llamado albaricoque, tiene su origen en China, pero fue traído a América por misioneros españoles en el siglo XVIII. Su llegada no pasó desapercibida: su sabor y su adaptación al clima mexicano lo hicieron parte del paisaje urbano, al grado de dar nombre a una calle y, eventualmente, a una estación de Metro.

El ícono de la estación, como no podía ser de otro modo, es la silueta del chabacano. Además de su conexión eficiente entre líneas, Chabacano es un espacio cultural con murales como Civilización y Cultura, del artista portugués José de Guimarães, y Urban historias del rock mexicano, de Jorge Flores Manjarrez. Incluso ha sido escenario de cine: en 1990 se filmó aquí una escena de la película Total Recall, protagonizada por Arnold Schwarzenegger.

Así, la estación Chabacano no solo conecta destinos, también enlaza memorias: desde los árboles frutales que le dieron su nombre hasta las historias urbanas que hoy siguen fluyendo bajo la ciudad.

Paseo de la Reforma, la historia de la avenida más emblemática de México

El Paseo de la Reforma es, sin lugar a dudas, la avenida más emblemática de la Ciudad de México y un símbolo fundamental para el país. Esta vía de 14.7 kilómetros de largo atraviesa varias zonas clave de la capital, conectando áreas como Cuajimalpa, Santa Fe, Polanco, Las Lomas de Chapultepec y el Centro Histórico. Su recorrido, además de ser vital para la movilidad en la ciudad, ha sido testigo de importantes sucesos históricos y culturales que han marcado el rumbo de la nación.

Originalmente, esta avenida fue conocida como el Paseo de la Emperatriz o Paseo del Emperador, pues fue trazada durante el Segundo Imperio Mexicano bajo el mandato de Maximiliano I. El emperador, influenciado por las grandes avenidas europeas, encargó la creación de esta vía para conectar su residencia en el Castillo de Chapultepec con el centro de la Ciudad de México, buscando así un trazo monumental que evocara las grandes urbes del viejo continente, como París o Viena.

El proyecto, que fue diseñado por el ingeniero austriaco Alois Bolland, buscaba construir una vía que uniera el Palacio Imperial con el Bosque de Chapultepec. A pesar de las dificultades del terreno, derivadas del suelo pantanoso que rodeaba el Valle de México, los trabajos comenzaron en 1864, aunque sólo una parte del proyecto se concretó durante el imperio de Maximiliano. La obra sufrió obstáculos y no se completó en su totalidad hasta después de la caída del imperio.

Con el fin del Segundo Imperio Mexicano y la restauración de la República, el Paseo de la Emperatriz fue renombrado como Paseo de la Reforma en honor al proceso histórico de la Reforma Liberal, una serie de cambios políticos y sociales que transformaron al país. Fue durante el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada cuando la avenida recibió su nombre definitivo. Esta transformación no solo fue nominal; también se hicieron mejoras en el diseño y se ampliaron las obras en la vía, como la construcción de glorietas y el embellecimiento de sus alrededores.

A lo largo de los años, el Paseo de la Reforma se ha convertido en un verdadero eje urbano y cultural, en el cual se erigen monumentos de gran relevancia. El Monumento a la Independencia, conocido comúnmente como El Ángel, se erige en el corazón del Paseo, siendo uno de los emblemas más reconocidos de la Ciudad de México. Este monumento, inaugurado en 1921, conmemora la lucha por la independencia de México y ha sido un sitio de celebraciones populares y manifestaciones políticas. Otros monumentos, como el Monumento a Cuauhtémoc, el Monumento a Cristóbal Colón y la Fuente de la Diana Cazadora, también son parte integral del paisaje urbano de esta avenida, que ha sido testigo de las luchas y celebraciones del país a lo largo de los siglos.

La avenida no solo es famosa por sus monumentos, sino también por la diversidad arquitectónica que se puede encontrar en ella. Desde edificios de estilo modernista y art déco, hasta la arquitectura contemporánea, el Paseo de la Reforma presenta una mezcla de influencias que reflejan los diferentes momentos históricos y sociales que ha vivido la ciudad. Edificaciones como la Torre Reforma, uno de los edificios más altos de la capital, destacan por su modernidad, mientras que otros edificios como el Museo Nacional de Antropología muestran la riqueza cultural y arquitectónica que caracteriza a la ciudad.

Además de su importancia arquitectónica e histórica, el Paseo de la Reforma ha sido un lugar clave para los eventos cívicos, sociales y políticos de la Ciudad de México. Desde manifestaciones y conciertos, hasta desfiles y celebraciones populares, esta avenida se ha convertido en un espacio de encuentro para las y los capitalinos. Las festividades del Día de la Independencia, la Marcha del Orgullo LGBT, y el Desfile de Día de Muertos, son solo algunos de los eventos que han tenido lugar a lo largo de esta emblemática vía.

A medida que avanzamos hacia el siglo XXI, el Paseo de la Reforma sigue siendo una arteria vital para la ciudad, con nuevas construcciones y desarrollos que se suman a su ya rica historia. Las obras de modernización, como el Metrobús, han facilitado la movilidad en esta zona, mientras que la preservación de espacios como el Bosque de Chapultepec y el Jardín de la Reforma continúa siendo una prioridad para las autoridades locales.

Paseo de la Reforma no es solo una vía de tránsito, sino un reflejo de la evolución de la Ciudad de México, un testimonio de sus momentos más gloriosos y una muestra palpable de su diversidad cultural, histórica y arquitectónica. Desde sus inicios como un proyecto imperial hasta convertirse en el símbolo de la modernidad y la resistencia del pueblo mexicano, el Paseo sigue siendo uno de los lugares más representativos de la capital. Sin duda, es una avenida que no solo conecta puntos geográficos, sino que también enlaza el pasado, el presente y el futuro de la Ciudad de México.

Plaza Garibaldi, la cuna del Mariachi en la Ciudad de México

Si hay un lugar en la Ciudad de México que respira música y tradición las 24 horas del día, ese es sin duda Plaza Garibaldi. Ubicada en el corazón de la capital, esta emblemática plaza es el punto de encuentro de mariachis, grupos norteños, tríos y jaraneros que llegan con sus instrumentos y sombreros de charro para regalar (y vender) serenatas a quien lo solicite.

El sitio que hoy conocemos como Plaza Garibaldi ha sido testigo de siglos de historia. Antiguamente, esta zona formaba parte del barrio de San Juan de Dios, donde se encontraba el Hospital de San Andrés, demolido en el siglo XIX. En 1923, la plaza fue renombrada en honor a Giuseppe Garibaldi, un militar italiano que luchó por la unificación de su país y cuyo nieto, el general José Garibaldi, apoyó la Revolución Mexicana.

Pero lo que realmente le ha dado fama mundial a esta plaza es la música. Desde principios del siglo XX, grupos de mariachi provenientes de Jalisco comenzaron a reunirse aquí para ofrecer su arte a locales y turistas. Así nació la tradición que sigue viva hasta nuestros días.

Cuando visitas Plaza Garibaldi, es imposible no sentirte envueltx en un ambiente de fiesta y nostalgia. Desde el mediodía hasta altas horas de la noche, las y los músicos están listxs para interpretar desde “Cielito Lindo” hasta “El Rey”, pasando por los clásicos de José Alfredo Jiménez, Pedro Infante y Vicente Fernández.

Si buscas una experiencia auténtica, puedes contratar a un mariachi para una serenata personalizada o simplemente disfrutar del espectáculo en vivo mientras paseas por la plaza. Y si lo tuyo es el baile, algunos bares de la zona cuentan con pistas donde puedes zapatear al ritmo de la música ranchera.

Plaza Garibaldi no solo es música, también es un destino cultural. En sus alrededores puedes encontrar el Museo del Tequila y el Mezcal (MUTEM), donde puedes conocer la historia y el proceso de elaboración de estas emblemáticas bebidas mexicanas. Y claro, no puede faltar la degustación de un buen caballito de tequila.

Para quienes buscan un ambiente más bohemio, la cantina Salón Tenampa es una parada obligada. Fundado en 1925, este icónico lugar ha sido visitado por grandes figuras de la música mexicana y es ideal para disfrutar de un trago mientras escuchas a los mariachis en vivo.

Ya sea que vengas por curiosidad, por amor a la música o simplemente para disfrutar de la cultura mexicana en su máxima expresión, Plaza Garibaldi es un destino que no decepciona. Así que la próxima vez que estés en la Ciudad de México, no dudes en darte una vuelta por este rincón lleno de tradición, historia y, por supuesto, mucho mariachi.

Archivo Histórico de Azcapotzalco, un Tesoro Cultural por Descubrir

Si quieres sumergirte en la historia de Azcapotzalco, no puedes dejar de visitar el Archivo Histórico de Azcapotzalco. Este lugar, que alguna vez fue una casa de bombas construida en 1943 para regar los jardines del centro histórico de Azcapotzalco, hoy alberga más de 10,000 textos e imágenes digitalizados que te transportarán a distintos momentos clave del pasado. ¡Pero eso no es todo! También cuenta con una pequeña colección de artefactos arqueológicos que te acercan a la herencia ancestral de la región.

Uno de los mayores atractivos del archivo es el mural “Origen y Trascendencia del Pueblo Tepaneca”, una obra impactante creada por el artista Antonio Padilla Pérez en 2004. Este mural relata visualmente la rica historia de los Tepanecas, antiguos pobladores de Azcapotzalco, y su legado en la zona.

Entre los elementos más destacados de la colección, encontrarás:

  • Planos de las calles durante el Porfiriato: Un vistazo a cómo era la traza urbana en esa época.
  • Pinturas antiguas sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe: Obras que reflejan la devoción y la historia religiosa del pueblo mexicano.

El archivo está ubicado en un lugar privilegiado, dentro de lo que fue la sección administrativa de Pemex, en los terrenos de la antigua Refinería de Azcapotzalco. Hoy, el Parque Bicentenario rodea gran parte del archivo, convirtiéndolo en un espacio donde la historia y la naturaleza conviven en perfecta armonía. ¿Lo mejor? Después de explorar los archivos, puedes dar un paseo por el Orquideario del parque o aventurarte hacia el Centro de Azcapotzalco, donde te espera la majestuosa Capilla de San Salvador Nextengo, a tan solo unas cuadras al norte.

El Archivo Histórico de Azcapotzalco está a solo unos minutos a pie de la estación del Metro Refinería, lo que hace que planear una visita sea pan comido.

Si eres un apasionado de la historia, el arte y la cultura, el Archivo Histórico de Azcapotzalco te ofrece una experiencia única donde el pasado cobra vida. Ya sea que te fascinen los documentos históricos, los murales vibrantes o simplemente quieras disfrutar de un día lleno de conocimiento y naturaleza, este lugar tiene algo para ti.

Prepara tu Visita
Dirección:
 Jardín Miguel Hidalgo, Centro de Azcapotzalco, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada libre
Horario: Lunes a domingo de 9:00 a 17:00 hrs.

Mercado Del Carmen, un rincón de gastronomía y diseño en San Ángel

Una de las mejores actividades para un fin de semana es pasear por San Ángel, un barrio lleno de historia, arte y tradición. Puedes comenzar tu recorrido en el Parque de la Bombilla, donde la naturaleza y las fuentes acompañan el descanso eterno de Álvaro Obregón, para luego subir por el empedrado de la Avenida de la Paz. No olvides visitar las enigmáticas momias del Museo del Carmen, ubicado en el antiguo convento de los carmelitas, y después, perderte entre los mercados y bazares de arte y artesanías que inundan la Plaza de San Jacinto y la Plaza del Carmen.

Entre todos los rincones que ofrece esta zona, uno de mis favoritos es, sin duda, el Mercado del Carmen, un espacio que combina una propuesta única de gastronomía y diseño, donde seguramente encontrarás algo que te enamore. Este mercado está ubicado en una antigua casona del siglo XVII, conocida como La Casa Azul de San Ángel o Casa Payró, que fue rehabilitada para albergar diversos locales y puestos. Aquí puedes descubrir desde anteojos y calcetines originales hasta joyería, perfumes, correas para perros, velas aromáticas y muchas otras creaciones de diseñadorxs mexicanos.

Pero eso no es todo. Al fondo del Mercado del Carmen te espera una zona dedicada a la gastronomía que es simplemente imperdible. Desde el momento en que te adentras, te recibe una mezcalería y un bar, donde puedes disfrutar de un buen mezcal, una refrescante chela artesanal o un cóctel perfecto para refrescarte o acompañar tu comida. Más adelante, te encontrarás con un área llena de mesas de madera tipo picnic, ideales para compartir con amigxs o conocer gente nueva, rodeadas por una variedad de locales que ofrecen opciones para todos los gustos.

¿Antojo de algo delicioso? Aquí tienes opciones para elegir: cortes de carne sonorenses, machetes rellenos de diferentes guisados, comida árabe, ensaladas frescas, pokes hawaianos, emparedados de croissants (sí, sándwiches de cruasanes), focaccias italianas y, por supuesto, tacos que nunca pueden faltar.

Para cerrar con broche de oro, date una vuelta por Moira’s Bakehouse, un pequeño local ubicado en la parte principal del mercado, donde encontrarás una exquisita variedad de postres, galletas y pasteles individuales que son una verdadera delicia. Y si prefieres algo para acompañar tu momento dulce, también puedes disfrutar de un buen café de especialidad en Díaz de Café.

El Mercado del Carmen es el lugar ideal para culminar cualquier paseo por San Ángel o el sur de la Ciudad de México. No solo es una oportunidad para explorar nuevas propuestas de diseño, arte y artesanías, sino también para deleitarte con una variada oferta gastronómica que hará de tu visita una experiencia inolvidable. Así que, la próxima vez que busques un plan diferente para el fin de semana, ¡no dudes en darte una vuelta por este rincón lleno de sabor y creatividad!

Prepara tu Visita
Dirección:
 Calle de la Amargura #5, San Ángel, Ciudad de México, CDMX
Horario: Lunes a miércoles de 12:00 a 22:00 hrs., jueves a sábado de 12:00 a 23:30 hrs., domingos de 12:00 a 19:00 hrs.
Página Web: mercadodelcarmen.net
Instagram: instagram.com/mercadodelcarmen
Facebook: facebook.com/mercado.delcarmen

Calle de la Amargura, un viaje por la Historia y Leyendas en San Ángel

Pasear por la Calle de la Amargura es mucho más que recorrer una vía empedrada en el corazón de San Ángel. Es transitar por siglos de historia que combinan la mística prehispánica, la espiritualidad colonial y el esplendor novohispano. Aunque su nombre evoque melancolía, este rincón de la Ciudad de México ofrece una experiencia llena de matices donde cada paso despierta recuerdos, aromas y reflexiones.

Tenanitla: Antes de San Ángel

Mucho antes de que la calle llevara su peculiar nombre, este lugar era conocido como Tenanitla, que en náhuatl significa junto a la muralla de piedra. La referencia es clara: la zona estaba rodeada por una barrera natural formada por la lava solidificada de la erupción del volcán Xitle. Esta piedra volcánica no solo delineó la geografía del lugar, sino que también jugó un papel fundamental en la historia mexica. Se dice que Moctezuma II, en su deseo de engrandecer el templo de Huitzilopochtli, envió comitivas a buscar una piedra digna para los sacrificios rituales. Después de una larga búsqueda, fue en Tenanitla donde hallaron un monolito de las dimensiones requeridas, mismo que fue labrado y trasladado ceremoniosamente a Tenochtitlan.

La Llegada de los Frailes y el Nacimiento de San Ángel

Con la llegada de los españoles, la espiritualidad prehispánica dio paso a la labor evangelizadora. Los primeros frailes franciscanos y luego los dominicos encontraron en este fértil rincón un lugar perfecto para establecerse. Atraídos por el río Atlitic, más tarde llamado río Magdalena, y rodeados de árboles frutales que les proveían alimento, los frailes se asentaron en Tenanitla y comenzaron su misión evangelizadora.

Fue en 1615 cuando los carmelitas construyeron el Colegio de San Ángelo Mártir, en honor a un santo palestino convertido al cristianismo que dedicó su vida a la predicación y murió martirizado. De este colegio surgirían futuros sacerdotes y confesores, y es precisamente de ahí que San Ángel toma su nombre. Con el tiempo, la modesta vida espiritual de los carmelitas dio paso a la ostentación novohispana, donde las élites comenzaron a establecerse en la zona, dejando atrás el espíritu de austeridad.

Por Qué la Llamaron “Calle de la Amargura”

El nombre de la Calle de la Amargura tiene su origen en la tradición religiosa que aún perdura en San Ángel. Desde tiempos virreinales, la Procesión del Silencio, celebrada la noche del Viernes Santo, partía del templo de El Carmen hacia la Plaza San Jacinto. Este trayecto, marcado por el duelo y la aflicción en honor a la Virgen de Dolores, hizo que la vía principal de la procesión fuera bautizada como “Calle de la Amargura”. A su lado, el angosto pasaje conocido como Santísimo refuerza esta conexión espiritual, pues ambos caminos acompañaban el recorrido luctuoso de la Virgen.

Curiosamente, el nombre también tiene ecos europeos, ya que en Madrid, España, existe una calle del mismo nombre vinculada a la misma tradición religiosa. Tras la conquista, este nombre resonó en varias ciudades de América Latina, desde Colombia hasta Costa Rica, perpetuando su simbolismo de dolor y reflexión.

Historias Guardadas Entre Sus Muros

La Calle de la Amargura es mucho más que un simple recorrido religioso. A medida que avanzas por su empedrado, es imposible no admirar las casonas que resguardan siglos de historia. En la esquina de Amargura y Benito Juárez, por ejemplo, se encuentra la Casa del Obispo de Madrid, que primero fue hogar del maestro boticario Antonio Fernández en 1707 y posteriormente del obispo Joaquín Fernández de Madrid y Canal. Esta casona, hoy convertida en la Galería de Arte Popular Mexicano, también albergó a figuras ilustres como Antonio López de Santa Anna, el poeta José Zorrilla y el historiador José María Agreda y Sánchez.

Más adelante, cerca de la Avenida Revolución, se erige la Casa del Mayorazgo de Fagoaga, propiedad del platero Francisco Fagoaga, quien trabajaba en la Casa de Moneda. Esta casona también fue hogar del virrey Alonso Núñez de Haro y Peralta, un testimonio del lujo y la prosperidad que caracterizó a San Ángel en tiempos virreinales.

La Amargura, Entre Elitismo y Cultura

Con el paso del tiempo, San Ángel dejó atrás su carácter austero para convertirse en un enclave de poder y opulencia. Las casonas, los conventos y las huertas que alguna vez pertenecieron a los carmelitas pasaron a manos privadas tras la Reforma, lo que cambió el paisaje del lugar. Hoy, esta calle alberga instituciones culturales como el Centro Cultural Isidro Fabela, también conocido como Museo Casa del Risco, cuya entrada principal se encuentra en la Plaza San Jacinto, pero cuya parte posterior da a la Calle de la Amargura.

Un Paseo Entre Arte y Tradición

Hoy, caminar por la Calle de la Amargura no es motivo de tristeza, sino una oportunidad para descubrir el esplendor de San Ángel. Los fines de semana, el Jardín del Arte transforma la Plaza del Carmen en una galería al aire libre donde artistas dan vida a sus lienzos. Es aquí donde la historia y el arte conviven, invitando a las y los paseantes a reflexionar sobre la mezcla de dulzura y amargura que define la vida misma. También podrás encontrarte con el Mercado del Carmen, que es un espacio donde se juntan diferentes propuestas de diseño y gastronómicas para todos los gustos; así como varios restaurantes y tiendas que vale la pena conocer.

Así que la próxima vez que alguien te diga que te traerá “por la Calle de la Amargura”, tómatelo como una invitación a recorrer un rincón lleno de historia, cultura y belleza, donde cada paso te lleva a descubrir un nuevo secreto del pasado y a contemplar el legado que aún perdura entre sus empedradas calles.

Metro Bellas Artes, arte, historia y cultura en el corazón de la CDMX

La estación Bellas Artes es una de las más emblemáticas del Metro de la Ciudad de México, no solo por ser el punto de correspondencia entre las Líneas 2 y 8, sino también por su cercanía con el icónico Palacio de Bellas Artes, de donde toma su nombre. Ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc, en pleno centro de la ciudad, esta estación es un punto clave tanto para turistas como para residentes, ya que conecta importantes zonas culturales y comerciales. El logotipo de la estación representa una imagen estilizada del Palacio de Bellas Artes, uno de los recintos culturales más importantes de México.

Una de las características más distintivas del Metro Bellas Artes es su famosa entrada tipo Guimard, ubicada al costado del Palacio de Bellas Artes. Esta estructura de estilo art nouveau fue un regalo del Metro de París en 1998, con motivo del 30 aniversario de cooperación entre los sistemas de metro de ambas ciudades. A cambio, México donó el fresco “El pensamiento y el alma huicholes” del artista Santos de la Torre, que ahora se exhibe en la estación Palais Royal-Musée du Louvre del Metro de París. Esta entrada parisina no solo es un ícono visual de la estación, sino también un símbolo del intercambio cultural entre ambos países.

El Metro Bellas Artes también destaca por su riqueza artística. En la Línea 8, los andenes exhiben los murales “Visión de un artista mexicano sobre Francia” de Rodolfo Morales y “Visión de un artista francés sobre México” de Jean Paul Chambas, reflejando el diálogo artístico entre ambos países. Además, en la Línea 2, se encuentran las reproducciones de los murales de Bonampak realizadas por Rina Lazo. Estas piezas, ubicadas en el vestíbulo sur-poniente y en el pasillo de acceso desde la entrada Guimard, cubren casi 30 metros cuadrados y muestran la riqueza del arte maya prehispánico.

El Metro Bellas Artes es uno de los puntos más visitados por turistas nacionales e internacionales. En 2014, registró una afluencia promedio diaria de 24,808 personas en la Línea 2 y 19,324 personas en la Línea 8. Actualmente, la estación es transitada por más de 50,000 personas diarias, lo que la convierte en un nodo esencial para la movilidad de la ciudad.

Justo al salir del Metro Bellas Artes, las y los visitantes pueden disfrutar de la Alameda Central, uno de los parques más importantes y antiguos de la Ciudad de México. Este espacio, ubicado al oriente de la estación, es un punto de encuentro para quienes buscan un respiro de la bulliciosa vida citadina, rodeadxs de historia y belleza natural.