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El Mito del Agua, un espacio de historia y reflexión en Chapultepec

Antes de que existiera el Papalote Museo del Niño, los días soleados eran la excusa perfecta para que los niños y las niñas de la Ciudad de México se refrescaran y jugaran en la Fuente Mito del Agua, ¡una experiencia que mezclaba diversión con un toque de aventura! Inaugurada el 24 de octubre de 1964, esta fuente va mucho más allá de ser solo un lugar para mojarse. Diseñada por el ingeniero Emilio Lavín Revilla, es un impresionante tributo a la cultura olmeca, con sus 11 espejos de agua flanqueados por imponentes monolitos de concreto, esculpidos por los hermanos Antonio y Arturo Galán Luna.

Cada uno de estos monolitos está adornado con figuras y glifos que representan el fascinante proceso de cómo los aminoácidos se transforman en seres vivos, un tema que también abordó Diego Rivera en su famoso mural “El Origen de la Vida” en el Cárcamo de Dolores, justo al otro lado del bosque. El conjunto se completa con enormes cabezas esculpidas de mamuts y jarrones de donde emergen chorros de agua, creando una atmósfera única que combina arte, naturaleza y ciencia.

Pese a que algunos visitantes pasan de largo, la Fuente Mito del Agua es una obra monumental de 295 metros de longitud, llena de historia y simbolismo. Tras su restauración en 2016, este espacio verde brilla más que nunca, rodeado de jardines que invitan a un paseo tranquilo mientras te sumerges en el legado prehispánico de México. Si visitas la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, esta fuente es una parada imperdible para conectar con el pasado y admirar la modernidad.

Cerca de la fuente, el Bosque de Chapultepec te ofrece otros tesoros por descubrir. A pocos pasos se encuentra el Cárcamo de Dolores, con su imponente mural subterráneo de Diego Rivera, que complementa el simbolismo de la fuente. Este espacio es una verdadera joya del arte público, dedicado a la importancia del agua en la historia de la ciudad. Y, por supuesto, el Papalote Museo del Niño está justo al lado, ofreciendo actividades interactivas y exposiciones para aprender jugando. Esta combinación de arte, ciencia y cultura asegura una experiencia inolvidable para visitantes de todas las edades.

Si estás buscando un lugar en la Ciudad de México donde puedas desconectarte del bullicio y, al mismo tiempo, sumergirte en la historia y el arte, la Fuente Mito del Agua y sus alrededores son el destino perfecto. No importa si vienes con amigxs, familia o por tu cuenta, este rincón del Bosque de Chapultepec ofrece una experiencia única, combinando naturaleza, cultura y diversión. ¡Anímate a visitarlo, disfruta de los jardines y descubre los secretos que esta impresionante obra guarda para ti!

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Dirección:
 Bosque de Chapultepec II Secc, Ciudad de México, CDMX

Fuente de Nezahualcóyotl, un tributo al tlatoani de Azcapotzalco en Chapultepec

La Fuente de Nezahualcóyotl, en la primera sección del Bosque de Chapultepec, es una joya monumental que nos transporta al pasado prehispánico de México. Inaugurada el 15 de septiembre de 1956, esta obra maestra del escultor Luis Ortiz Monasterio cubre una impresionante superficie de 1250 metros cuadrados y está rodeada de un espejo de agua y 168 chorros que la llenan de vida. Su diseño en forma de escuadra y el majestuoso Nezahualcóyotl, tallado en piedra negra de Xaltocan, la convierten en una de las fuentes más imponentes de la Ciudad de México.

La escultura de Nezahualcóyotl, que se eleva más de 9 metros de altura, es el corazón de este monumento. En sus bajorrelieves, Ortiz Monasterio plasmó ocho escenas clave de la vida de este ilustre tlatoani de Texcoco, desde su nacimiento en 1402 hasta su muerte en 1473. Cada escena narra momentos cruciales, como la toma de Azcapotzalco o la introducción del agua de Chapultepec a Tenochtitlán, lo que convierte a esta fuente en un auténtico museo al aire libre.

Esta obra es un claro ejemplo del talento de Ortiz Monasterio, un escultor que fusionó el Art Decó y el Cubismo con influencias prehispánicas, logrando piezas llenas de simbolismo. A lo largo de los años, la fuente ha sido restaurada para preservar su esplendor original, y sigue siendo uno de los puntos más fascinantes de Chapultepec, no solo por su tamaño, sino por el legado cultural que representa.

Visitar la Fuente de Nezahualcóyotl es adentrarse en la historia de México, en un espacio donde el agua, el arte y la memoria convergen para rendir homenaje a uno de los personajes más importantes del México antiguo.

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Dirección:
 Calz. del Rey, 1era Sección de Chapultepec, Ciudad de México, CDMX

Fuente de la Templanza, un espacio de arte, historia y naturaleza en Chapultepec

La Fuente de la Templanza es uno de esos rincones únicos que Chapultepec tiene para ofrecer. Ubicada en la primera sección del Bosque, cerca de la Tribuna Monumental y el emblemático ahuehuete “El Sargento”, esta fuente semielíptica nos cuenta una historia curiosa que mezcla arte, política y hasta un toque de rivalidad entre ciudades.

Todo comenzó en 1907, cuando Porfirio Díaz encargó al escultor Enrique Guerra la creación de cuatro esculturas que representarían las virtudes cardinales para adornar la fachada de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Guerra creó figuras majestuosas: Justicia, Fortaleza, Prudencia y, claro, Templanza. Estas esculturas fueron enviadas a Italia para ser talladas en mármol y llegaron justo a tiempo para el Centenario de la Independencia en 1910.

Pero la historia da un giro inesperado cuando, en 1923, el edificio donde estaban colocadas fue demolido. Las esculturas fueron almacenadas durante años, hasta que en 1931, el presidente Pascual Ortiz Rubio decidió trasladar a Templanza al Bosque de Chapultepec. Las otras tres virtudes, sin embargo, encontraron su hogar en Xalapa, la ciudad natal del escultor.

Y así, Templanza se quedó en Chapultepec, como protagonista de esta hermosa fuente. Hoy en día, esta pieza es un testimonio de la belleza clásica del mármol, con su figura serena vigilando un rincón apacible del parque.

La fuente en sí es más que un simple monumento. Con una forma semi-elíptica que se despliega como un abrazo de agua, crea una atmósfera tranquila, perfecta para la reflexión. La escultura de Templanza, con su postura elegante, mira hacia adelante desde un pedestal que se eleva sobre el agua, mientras a su alrededor el líquido fluye suavemente. El contraste entre el mármol blanco y el agua brillante bajo la luz del sol la convierte en un espectáculo visual, en especial cuando se observa el entorno: detrás de la fuente, la figura de “David con la honda” y el majestuoso ahuehuete completan este espacio lleno de historia y belleza. Sin duda, es un lugar ideal para hacer una pausa y disfrutar de la serenidad que ofrece Chapultepec.

La Fuente de la Templanza no solo es una joya histórica, sino también un espacio de paz en medio de la vibrante Ciudad de México. Su combinación de arte clásico, naturaleza y la rica historia detrás de su traslado y restauración la convierten en uno de los lugares más encantadores para explorar en Chapultepec. Ya sea que te detengas para contemplar su belleza, escuchar el suave sonido del agua o simplemente disfrutar del paisaje que la rodea, esta fuente es un recordatorio de cómo el arte y la historia pueden convivir en armonía con la naturaleza.

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Dirección:
 Calz. del Rey, 1era Sección de Chapultepec, Ciudad de México, CDMX

Totem Canadience, un rincón de Canadá en Chapultepec

¿Sabías que en el Bosque de Chapultepec hay un pedacito de Canadá? Así es, el famoso Tótem Canadiense, una impresionante escultura de 11 metros de altura, ha sido un símbolo de la amistad entre México y Canadá desde 1960, cuando fue donado para celebrar el 150 aniversario de la Independencia de México.

Este colorido tótem, tallado en cedro rojo por artistas de la nación Kwakwaka’wakw, está lleno de vida y de historias ancestrales. En él puedes ver criaturas como una nutria, una serpiente y un poderoso Thunderbird o Pájaro del Trueno, una figura mitológica que aparece en las leyendas de esta comunidad. ¡Cada detalle está lleno de significado y tradición!

Con sus vivos colores y elementos sobresalientes como picos y alas, este tótem no solo decora, sino que cuenta la historia de la relación de los pueblos originarios del noroeste canadiense con las misteriosas fuerzas de la naturaleza.

Además, el tótem fue restaurado en 2014 para conmemorar los 70 años de relaciones diplomáticas entre México y Canadá, gracias a la colaboración de ambos países. El restaurador Andrew Todd y un equipo de artistas mexicanxs y canadienses unieron fuerzas para devolverle su esplendor original. ¡Ahora puedes verlo en todo su esplendor, como si acabara de ser tallado!

Así que, la próxima vez que estés paseando por Chapultepec, date una vuelta por el tótem y descubre esta obra que nos conecta con las tradiciones del norte.

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Dirección:
 Calz. del Rey, 1era Sección de Chapultepec, Ciudad de México, CDMX

Penélope, el arte de Tosia Malamud en Paseo de la Reforma

En el icónico Paseo de la Reforma, rodeada de historia, árboles y monumentos, se encuentra una obra que, aunque no sea de las más conocidas, es sin duda una joya artística: Penélope, una monumental escultura de bronce creada por la talentosa Tosia Malamud. Esta pieza, ubicada en el barrio de Lomas de Chapultepec, justo donde Reforma se una a Palmas, rinde homenaje a la legendaria esposa de Odiseo, símbolo de lealtad y espera.

Tosia Malamud, una de las escultoras más destacadas e infravaloradas del México del siglo XX, nació en Ucrania y llegó a México con su familia en 1927. Desde muy joven, dejó huella en el mundo del arte al convertirse en la primera mujer en terminar sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes de San Carlos en 1943, algo revolucionario para su época. Su carrera despegó rápidamente, y para 1956 ya era una artista reconocida no solo en México, sino también en el extranjero. Sin emabrgo, gracias a la presión de los miembros del Sindicato de Obreros Técnicos Pintores y Escultores (como Diego Rivera o Siqueiros), el nombre de Tosia Malamud quedó prácticamente en el olvido.

Aunque muchas personas la conocen por su famoso busto de Albert Einstein en el Parque México, en la Condesa, o su obra en el Jardín de Esculturas del Museo de Arte Moderno, Penélope es una muestra más de su maestría. Esta escultura, creada en 1978, está inspirada en una versión anterior de 1974 y ha sido fundida en bronce en diversas ocasiones, pero la que luce en Paseo de la Reforma es impresionante por su escala y presencia.

Además, Penélope se encuentra en un entorno que vale la pena explorar. Justo enfrente está el Jardín de los Próceres Húngaros, un espacio conmemorativo que celebra los 1000 años de historia de Hungría, y a pocos metros se encuentra El Caballito de José Luis Cuevas, otra obra monumental que enriquece esta parte de la ciudad.

Así que la próxima vez que pasees por Reforma, detente un momento frente a Penélope. Aunque no siempre sea el centro de atención, su historia y la maestría de Tosia Malamud te harán ver la avenida con nuevos ojos.

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Dirección:
 Paseo de la Reforma esquina Sirra Ixtlon, Lomas de Chapultepec, Ciudad de México, CDMX

Jardín Botánico de Chapultepec, un espacio de paz y naturaleza en la CDMX

La Ciudad de México es mucho más que un conjunto de edificios grises rodeados del humo de carros atorados en el tráfico y la contaminación de las zonas industriales; es mucho más que el caos que se da en plena hora pico, cuando todos y todas las chilangas buscan llegar de su trabajo a casa. La CDMX es una ciudad diversa y de contrastes, una ciudad en la que podrás encontrar caos junto a un lugar pacífico donde sentarte a meditar o descansar, donde podrás encontrar enormes rascacielos junto a espacios verdes llenos de naturaleza. Y una muestra de esto es el Bosque de Chapultepec, y especialmente el Jardín Botánico.

¿Sabías que existe un Jardín Botánico en Chapultepec? Desde tiempos de Nezahualcóyotl, el Bosque de Chapultepec ya tenía un Jardín Botánico, donde se acumulaban colecciones de plantas exóticas traídas de todo el país. ¡Imagina la maravilla de ver esas plantas en su esplendor hace siglos! Y, aunque el Jardín de Nezahualcóyotl quedó en el olvido tras la caída de Tenochtitlán, en 2006 Chapultepec fue testigo del resurgimiento de este jardín gracias a los esfuerzos del gobierno capitalino.

Hoy en día, la primera sección del Bosque de Chapultepec cuenta con un Jardín Botánico de 5.3 hectáreas y 18 jardines temáticos con todo tipo de plantas: polinizadoras, comestibles, cactáceas, suculentas, dalias, agaves, arboretos y de humedal, entre otras. Y, por si fuera poco, también cuenta con un bello invernadero estilo art decó, adornado con azulejos y vitrales, en el que podrás encontrarte con una gran colección de orquídeas raras y/o en peligro de extinción, así como varias plantas ornamentales, entre las que destacan las monsteras gigantes.

Además de encontrarte con un sinfín de plantas de todo tipo, al caminar por los pasillos y senderos del Jardín Botánico de Chapultepec, podrás encontrarte con varias fichas informativas en las que podrás aprender sobre cada una de las especies que viven en el lugar, así como algunas instalaciones y unas cuantas esculturas que conviven de forma orgánica con el entorno, creando una vista relajante y bella.

Así que, si quieres olvidarte del caos y el gris de la Ciudad de México y dedicarte unos minutos para poder disfrutar de la naturaleza, relajarte y/o meditar un momento, vale mucho la pena que te des una vuelta por el Jardín Botánico de Chapultepec y te sumerjas en sus jardines llenos de arte y naturaleza. Sin duda, un lugar ideal para relajarse y disfrutar de los contrastes que ofrece la bella CDMX.

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Dirección:
 Av. Paseo de la Reforma s/n, Bosque de Chapultepec I Secc, Miguel Hidalgo, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada libre.
Horario: Martes a domingo de 09:00 a 18:00 hrs.
Página Web: bosquedechapultepec.mx/espacios/jardin-botanico-un-santuario-de-biodiversidad-en-el-corazon-del-bosque-de-chapultepec
Instagram: instagram.com/ccutlatelolco
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Jardín Escultórico del Museo de Arte Moderno, un paso lleno de naturaleza y arte en el Bosque de Chapultepec

Imagínate un museo de arte al aire libre. Caminar por senderos rodeados de árboles y encontrarte con obras de artistas mexicanos y de todo el mundo. Un lugar donde la naturaleza y el arte se encuentran para ofrecerte una experiencia única, llena de colores, formas y reflexiones. Si esta idea te entusiasma, ¡tienes que visitar el Jardín Escultórico del Museo de Arte Moderno (MAM)!

Ubicado en el espectacular Bosque de Chapultepec, este espacio público es mucho más que un simple jardín; es un recorrido por la escultura de los y las artistas más destacadxs del siglo XX y XXI en México. Aquí, podrás admirar piezas de artistas como Geles Cabrera, Ángela Gurría, Mathias Goeritz, Vicente Rojo, Jesús Mayagoitia, Kiyoto Ota, Hersúa, Juan Soriano, Hebert Hoffman Ysenbourg, María Elena Delgado, Manuel Félguerez, Lorraine Pinto, Ana Pellicer, Oliver Seguin, Juan José Díaz Infante, Pistoletto y Laureana Toledo, entre muchos otros.

El Jardín Escultórico del MAM tiene una historia fascinante. Aunque la idea de crear un jardín estuvo presente desde la planificación del museo, no fue hasta los años ochenta, bajo la dirección de Helen Escobedo, que se concretó el proyecto. Helen invitó al paisajista Juan Siles a diseñar el jardín, y así comenzó su transformación en uno de los espacios más importantes para el arte al aire libre en Latinoamérica.

Cada rincón del Jardín Escultórico del Museo de Arte Moderno es una invitación a descubrir nuevas dimensiones del arte y la naturaleza. ¡No esperes más! Date una vuellta or el Museo de Arte Moderno y sumérgete en un mundo en el que se mezcla el arte escultórico y la naturaleza de una forma única.. ¡Déjate sorprender por el Jardín Escultórico del MAM!

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Dirección:
 Av. Paseo de la Reforma s/n, Bosque de Chapultepec I Secc, Miguel Hidalgo, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $90 pesos. Domingos entrada libre.
Horario: Martes a domingo de 10:15 a 17:30 hrs.
Página Web: mam.inba.gob.mx
Instagram: instagram.com/ccutlatelolco
Twitter: x.com/museoAmodernoMX
Facebook: facebook.com/MuseodeArteModernoMX
TikTok: tiktok.com/@museo.arte.moderno.mx

Colonia Industrial: Historia, Arquitectura y Gastronomía en el Corazón del Norte de la Ciudad de México

Aunque no lo creas, la colonia Industrial es una de las más importantes en la historia del desarrollo del extinto Distrito Federal. Este fraccionamiento marcó el inicio del desarrollo de la zona norte de la Ciudad de México, especialmente en áreas como La Villa y Lindavista. La Industrial fue la primera colonia en construirse en la región y sentó las bases para el surgimiento de otras zonas residenciales cercanas, como La Estrella, Tepeyac Insurgentes, Guadalupe Tepeyac, Guadalupe Insurgentes e incluso Lindavista. Acompáñame a descubrir la historia de esta fascinante colonia del norte.

La historia de la Colonia Industrial se remonta al año 1250 d.C., aproximadamente 75 años antes de la fundación de Tenochtitlán en 1325. Los terrenos que hoy ocupan la colonia, así como Magdalena de las Salinas, estaban al lado de una laguna salina y albergaban el pueblo de Tepalcatitlán. Este asentamiento se dedicaba a la explotación de sal y tequesquite y mantenía un comercio activo con varios pueblos, entre ellos Tenochtitlán.

Tras la caída de Tenochtitlán en 1531, Juan Diego Cuauhtlatoatzin solía recorrer la zona en su camino semanal desde Tlayácac en Cuauhtitlán hasta Tlatelolco, donde asistía a los misioneros franciscanos. El 9 de diciembre de ese año, mientras caminaba, Juan Diego escuchó el canto de un trogón, conocido como “coa mexicana“, anunciando la aparición de la Virgen. Durante los días siguientes, la Virgen se le apareció en varias ocasiones, pero nadie le creía. Es por eso que, la Virgen le pidió que llenara su ayate con rosas. Cuando Juan Diego soltó las rosas de su ayate frente al obispo, se reveló la imagen de la Virgen de Guadalupe. Este evento llevó a la fundación de la Municipalidad de la Villa de Guadalupe Hidalgo, que abarcaba desde el cauce del Río Consulado hasta la Municipalidad de México/Tlatelolco.

Durante siglos, la Villa de Guadalupe y sus alrededores estuvieron bajo control de la Iglesia Católica, dedicados principalmente a la agricultura y al culto religioso. En 1857, el presidente Ignacio Comonfort inauguró el primer ferrocarril de México en la Estación de La Villa de Guadalupe, conectando la zona con Tlatelolco. Sin embargo, a partir de la década de 1920, se empezó a planear la supresión del régimen municipal del Distrito Federal, que se concretó en 1928. En este contexto, se comenzaron a construir nuevas colonias, entre ellas la Colonia Industrial, iniciada en 1926.

La Colonia Industrial se destacó como una de las primeras colonias modernas de la Ciudad de México, no solo por sus trazos urbanísticos, sino también por su infraestructura avanzada que evitaba inundaciones. En un anuncio publicado en diciembre de 1928 en El Universal, se destacaba que la colonia estaba “hecha científicamente“, con pavimentos de asfalto, banquetas de cemento, y servicios de drenaje y alumbrado.

Desde su fundación, la Fundación Mier y Pesado construyó el Orfanato de San Antonio y Santa Isabel para niñas, con un impresionante estilo art decó que marcó la arquitectura de la zona. Hoy en día, al recorrer la Colonia Industrial, podrás apreciar una variedad de estilos arquitectónicos, desde el art decó hasta el neobarroco y el colonial californiano.

¿Alguna vez te has preguntado por qué se llama Colonia Industrial? La respuesta radica en el auge de la industria en México tras la Revolución. Para rendir homenaje a esta nueva era industrial, se decidió nombrar a la colonia así y, de hecho, muchas de sus calles llevan nombres de fábricas y maquilas importantes de la época. Por ejemplo, Buen Tono honra a la Compañía Cigarrera del Buen Tono, y Fundidora de Monterrey hace referencia a la Fundidora en Monterrey.

Además, la Colonia Industrial ha sido escenario de eventos cinematográficos importantes. El director Gilberto Martínez Solares filmó gran parte de la película El Revoltoso, protagonisada por el mismísimo TinTan, en esta colonia, mostrando lugares icónicos como el Parque María Luisa y varias casas emblemáticas. Por otro lado, el director brasileño Sergio Toledo escogió la casa en la esquina de Buen Tono y Basiliso Roma Anguiano como el hogar del Dr. Filártiga, interpretado por Anthony Hopkins en la película Un Hombre en Guerra (One Man’s War).

En resumen, la Colonia Industrial no solo es un lugar lleno de historia y arquitectura diversa, sino también un sitio vibrante con parques como el María Luisa, María del Carmen y el Parque Guadalupe. Además, al pasear por sus calles, descubrirás una gran variedad de locales y restaurantes donde podrás disfrutar de deliciosos platillos sin gastar mucho. ¡No te pierdas las delicias de Don Goyo, El Taco Ranchero, Las Guacamayas, Nino Capuchino y El Rebaño Sagrado!

Metro Camarones, el origen del nombre y la cultura de la zona

El Metro Camarones es una de las estaciones más singulares y fotografiadas del Sistema de Transporte Colectivo de la Ciudad de México. Ubicada en la Línea 7 del Metro, esta estación no solo es un punto clave para miles de pasajerxs diarios, sino también un portal a la rica historia de Azcapotzalco, una de las zonas más antiguas de la capital. ¿Alguna vez te has preguntado por qué se llama así esta estación y la avenida que se encuentra justo afuera? ¡Acompáñame a descubrirlo!

Contrario a lo que su nombre podría sugerir, el Metro Camarones no está relacionado con la industria camaronera ni con un mercado o restaurante de mariscos. En realidad, su nombre proviene de la Avenida Camarones, que a su vez se debe a un antiguo pueblo de la época colonial que se especializaba en la recolección de acociles, también conocidos como camarones de agua dulce.

Este pueblo se encontraba en el Camino Real, una ruta que comenzaba en San Salvador Xochimanca y conectaba con varios pequeños asentamientos en lo que hoy es Azcapotzalco. Los habitantes de este pueblo se ganaron su nombre y sustento recolectando los “camarones” que poblaban los ríos de la región, los cuales desembocaban en el Río Consulado y, finalmente, en el Lago de Texcoco. Los crustáceos de agua dulce se preparaban envueltos en hojas de maíz, y es muy probable que también se usaran para hacer tamales, un platillo tradicional que ha perdurado a lo largo de los siglos.

Inaugurada el 22 de diciembre de 1988, la estación Camarones se encuentra en una ubicación estratégica que facilita el acceso a varias atracciones culturales en Azcapotzalco. A pesar de su construcción moderna, la estación se encuentra en realidad dentro del asentamiento originario de San Francisco Tetecala, uno de los 25 asentamientos históricos de la gran Azcapotzalco. Este hecho refuerza la conexión de la estación con la rica historia de la zona.

A solo tres minutos a pie de la estación, los visitantes pueden encontrar la pequeña iglesia de San Francisco Tetecala, un sitio que ofrece un vistazo al pasado colonial y religioso de la región. Esta proximidad hace de Camarones una parada obligada para aquellxs interesadxs en explorar las raíces culturales y religiosas de la Ciudad de México.

El Metro Camarones no solo es un punto de tránsito, sino también una puerta de entrada a algunos de los tesoros culturales de Azcapotzalco. La estación es frecuentada por quienes visitan la Casa de Cultura Azcapotzalco y el Jardín Miguel Hidalgo, ambos ubicados en el área del Centro Histórico de Azcapotzalco. Estos sitios son conocidos por albergar eventos culturales, exposiciones artísticas y actividades comunitarias que celebran la rica herencia cultural de la zona.

La Catedral de Azcapotzalco, otro sitio de gran relevancia, se encuentra a poca distancia de la estación. Este templo, con su imponente arquitectura y su profundo significado histórico, es un testimonio de la importancia de Azcapotzalco en la historia de la Ciudad de México.

Cada día, el Metro Camarones recibe a aproximadamente 15,000 pasajerxs, lo que refleja su importancia como nodo de transporte en la zona norte de la ciudad. Sin embargo, más allá de su función práctica, la estación es un ejemplo de la maravillosa ingeniería de construcción del metro de la CDMX, y su diseño moderno convive en armonía con la historia antigua de la región.

El Metro Camarones es más que una simple estación; es un lugar cargado de historia, cultura y significado. Su nombre, que nos remonta a un pueblo colonial especializado en la recolección de camarones de agua dulce, es un recordatorio de las raíces históricas de Azcapotzalco. Desde su inauguración en 1988, la estación ha servido como un punto de conexión no solo para los viajeros, sino también para quienes buscan explorar la riqueza cultural de la Ciudad de México. Ya sea por su conveniente ubicación cerca de importantes atractivos culturales o por su intrigante historia, el Metro Camarones es una estación que merece ser visitada y fotografiada.

Así que la próxima vez que viajes por la Línea 7, tómate un momento para apreciar la historia detrás de Camarones, y descubre cómo esta estación es mucho más que un simple lugar de tránsito; es un puente entre el pasado colonial de la ciudad y su vibrante presente urbano.

Metro el Rosario, un recorrido por la historia y transformación de una comunidad

El Sistema de Transporte Colectivo (STC) de la Ciudad de México no solo conecta a millones de personas a diario, sino que también teje una red de historias que nos permiten entender mejor el pasado y la identidad de la ciudad. Una de las estaciones más emblemáticas de esta red es El Rosario, ubicada en la Línea 6 y Línea 7, y conocida por ser la terminal norte de ambas líneas. Pero, ¿qué se esconde detrás de este nombre tan evocador?

La estación de metro El Rosario toma su nombre de la colonia y la unidad habitacional que la rodean, ambas conocidas como El Rosario. Sin embargo, el nombre tiene raíces más profundas que se remontan a la época colonial, específicamente al siglo XVI, cuando la orden de los jesuitas estableció una gran extensión de tierras en las cercanías de Azcapotzalco. En estas tierras, los jesuitas levantaron un monasterio y una iglesia, que pusieron bajo la advocación de la Virgen del Rosario. Esta devoción mariana, muy extendida en el catolicismo, se materializó en el nombre que se le dio a la zona: El Rosario.

El rosario, como objeto religioso, es un conjunto de cuentas utilizado para la práctica de la oración, y su significado trascendió a tal punto que dio nombre a toda la región. El ícono de la estación de metro El Rosario representa precisamente estas cuentas de un rosario, un símbolo que evoca la fe y la tradición religiosa que marcaron el origen del lugar.

De la expulsión de los jesuitas a la hacienda de El Rosario

La historia de la zona dio un giro significativo en 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados de México por orden del rey Carlos III de España. Tras la expulsión, las tierras que pertenecían a la orden religiosa fueron subastadas, y muchas de ellas fueron adquiridas por ricos mineros de la época. Uno de estos acaudalados compradores fue Pedro Romero de Terreros, primer conde Marqués de San Cristóbal y San Francisco, quien obtuvo el latifundio de El Rosario, convirtiéndolo en una hacienda próspera.

La hacienda de El Rosario, bajo la propiedad de Romero de Terreros, se convirtió en un importante centro de actividad agrícola y ganadera en la región. Sin embargo, con el tiempo, la hacienda fue fraccionada y sus tierras se dividieron, dando lugar a lo que hoy conocemos como la Unidad Habitacional El Rosario, una de las más grandes de la Ciudad de México.

La estación El Rosario: un punto de encuentro

Inaugurada el 29 de noviembre de 1988, la estación de metro El Rosario se convirtió en un nodo crucial para el transporte público en la zona norte de la ciudad. Al ser la terminal de las líneas 6 y 7, la estación no solo sirve a los residentes de la Unidad Habitacional El Rosario, sino también a una gran cantidad de personas que se desplazan desde y hacia los municipios del Estado de México.

El Rosario es un ejemplo perfecto de cómo los nombres de las estaciones del metro de la Ciudad de México no solo indican una ubicación geográfica, sino que también cuentan una historia de transformación y evolución social. Lo que una vez fue un monasterio y luego una hacienda dedicada a la agricultura y la devoción religiosa, hoy es una bulliciosa comunidad urbana, conectada al corazón de la ciudad por uno de los sistemas de transporte más grandes del mundo.

La estación El Rosario es testigo diario del ir y venir de miles de personas, cada una con sus propias historias y destinos, pero todas unidas por el mismo espacio que alguna vez fue tierra fértil para el cultivo y ahora lo es para el desarrollo humano y social. Al transitar por esta estación, es fácil olvidar la rica historia que se esconde detrás de su nombre, pero basta con detenerse un momento y reflexionar para darse cuenta de cómo la Ciudad de México ha crecido y cambiado a lo largo de los siglos.