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La historia de Avenida Francisco I. Madero

Aunque es una calle peatonal, no cabe duda de que Madero es una de las calles más importantes de la Ciudad de México; y es que, al ser el acceso más directo al Zócalo Capitalino y al centro histórico en general, este corredor es visitado por miles y miles de personas todos los días. De hecho, las 350 mil personas que recorren esta calle diariamente (en promedio) le dieron el récord de la calle más transitada del país, y también es una de las más concurridas en el mundo. Pero eso no es todo, Madero también es la segunda calle más antigua de todo el país. ¿Quieres saber más de esta calle? Entonces sigue leyendo y acompáñanos en este viaje por la historia de Avenida Francisco I. Madero.

Como sabrás, Hernán Cortes y sus tropas llegaron a Tenochtitlán, el Imperio Mexica, el 8 de noviembre de 1519. Desde aquél entonces, los españoles crearon una “buena” relación con los mexicas, aunque la realidad es que fue una relación bastante tensa. Sin entrar mucho en detalles (porque ese es tema de otro artículo), esa tensión llevó al ejército español a levantarse contra los mexicas (en 1520), mientras Cortés se encontraba fuera de la Ciudad. Durante esa batalla, los indígenas cortaron los puentes que salían de la ciudad por Tacuba, permitiéndoles masacrar al ejército español; dando como resultado la Noche Triste y el famoso árbol que se encuentra en Popotla.

Al año siguiente cayó Tenochtitlán y Hernán Cortés tomó el control de la Nueva España (si, fue todo un proceso antes de esto, pero no es una clase de historia). Y, una de las primeras acciones de Cortés fue pedir que se abriera una calle que diera directamente a la Ciudad; como podrás imaginar, el trazado de esa calle sería lo que hoy conocemos como Madero.

Un siglo después, en 1638, el virrey Lope de Armendáriz pidió que todos los plateros (trabajadores de la plata) de la Nueva España se instalaran en esta calle, lo que hizo que la calle fuera nombrada Calle de Plateros. Además, las familias más adineradas de la región, así como los negocios e iglesias más importantes se instalaron en Plateros. Si has recorrido esta calle seguramente te abras topado con el Palacio de los Condes de Orizaba, también conocido como Casa de los Azulejos (o Sanborn’s de los Azulejos pa’lxs cuates), o con el Palacio de Iturbide (Palacio de Cultura Banamex), con el convento de San Francisco y también con el templo de La Profesa; incluso la Joyería La Esmeralda (hoy Museo del Estanquillo), la más importante del país, se estableció en Plateros.

Otro detalle importante de la calle de Plateros, es que, fue la primera calle con alumbrado público eléctrico. Este hecho fue un hito en la historia de las ciudad, pues la gente se reunía en ella para apreciar la luz eléctrica, lo que permitió que un gran número de puestos de antojitos y garnachas se instalaran cerca de los doce postes instalados. Poco después empezaron a haber quejas, pues los borrachos se orinaban en los postes, y algunas mujeres vanidosas decían que se les marcaban más las arrugas. Y, la calle de Plateros fue tan importante, que, incluso la primera fotografía tomada de la ciudad se tomó mostrando el número 9 de esta calle en 1839.

Pero el detalle más importante en la historia de esta calle nos remonta al 8 de diciembre de 1914. ¿Qué pasó ese día? Como sabrás, tras el exilio de Porfirio Díaz se convocaron a elecciones y Francisco I. Madero resultó ser el presidente electo. Un presidente polémico por sus creencias espiritistas y cercanía a la filosofía del yoga (si quieres leer sobre esto, da clic aquí). Y, si te acuerdas de las clases de historia de primaria, Victoriano Huerta se alió con el embajador de EE.UU., Henry Lane Wilson, y a empresarios disidentes, entre los que se encontraba el yerno de don Porfirio, levantándose contra la familia Madero. Primero arrestaron y asediaron a Gustavo A. Madero en la cantina El Gambirrus y el 19 de febrero de 1914, los rebeldes atraparon a Francisco y también a José María Pino Suárez, vicepresidente, y los obligaron a firmar su renuncia bajo tortura. El resto es historia… básicamente Pedro Lascuráin toma el poder y durante los 45 minutos de su mandato nombró Secretario de Gobierno a Huerta, para que este asumiera la presidencia tras su renuncia.

¿Y esto qué tiene que ver con la calle de Madero y el 8 de diciembre de 1914? Bueno, resulta que ese día, José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco Villa, y uno de los personajes más crueles de la Revolución, llevó una escalera al cruce de Plateros e Isabel la Católica. Subió la escalera y colocó un cartel que decía Avenida F.I. Madero, rebautizando a la calle más importante de la ciudad. A pesar de que, al gobierno no le gustó el cambio y no lo hizo oficial, a las personas sí les gustó el nombre impuesto por Villa y se referían a la Calle de Plateros como Madero. Y así fue, hasta que el gobierno aceptó el cambio de forma oficial. Y, para rememorar ese épico momento en el que Villa cambió el nombre de la avenida, el gobierno de la Ciudad de México colocó una escultora recreando la épica fotografía que tomó Agustín Víctor Casasola e ese preciso momento.

La increíble historia del Taco al Pastor

¡Ah, el Taco al Pastor! Ese pequeño gran héroe de la gastronomía chilanga. No importa dónde estés en la CDMX, seguro encuentras una taquería con su trompo de pastor listo para hacerte feliz. ¿Y qué tiene de especial? Pues nada más y nada menos que carne de cerdo marinada con achiote y otras delicias, acompañada de salsa roja, cilantro, cebolla, piña y un buen chorrito de limón. ¡Una explosión de sabor en cada bocado!

Pero, aunque estos taquitos sean tan típicos de la capital, hay quienes dicen que su origen no está en la CDMX. ¿Cómo? ¡Así es! La historia del Taco al Pastor tiene un viaje largo y sabroso que empieza en tierras lejanas, ¡en el lejano oriente! Acompáñame en este viaje trasatlántico para descubrir la historia del Taco al Pastor y quédate con unas recomendaciones que no te puedes perder.

Hadji Iskender, el visionario del asador vertical

¿Un taco con raíces turcas? ¡Pues sí! Todo comenzó en la ciudad de Bursa, en Turquía, donde desde el siglo XVII cocinaban la carne en asadores horizontales, que básicamente eran tubos metálicos que giraban y giraban, cocinando cordero como si fuera la rueda de la fortuna de la rosticería de la esquina.

La foto más antigua, conocida, del Asador Vertical. Tomada por James Robertson, en 1855, en el Imperio Otomano

Pero un día, a principios del siglo XIX, un joven Hadji İskender Efendi tuvo una idea brillante: ¿y si cocinamos la carne verticalmente? Así, la carne conservaría mejor sus jugos y grasa, y de paso, se ahorraba espacio en la cocina. ¡Y así nació el İskender kebap! Claro, algunos dicen que otro cocinero llamado Hamdi Usta lo hizo primero, pero lo que es innegable es que ese asador vertical cambió la forma de cocinar en la región.

La llegada de los turcos a México

Con el Porfiriato, México vio llegar a los primeros inmigrantes turcos, y después de la Primera Guerra Mundial, llegó una segunda ola de turcos que se asentaron principalmente en Puebla. Estos nuevos residentes empezaron a echar de menos su comida de casa, así que importaron asadores verticales en los años 30, y nacieron los primeros shawarmas en México.

Pero como todo buen mexicano, no podían dejar el shawarma como estaba. Así que lo adaptaron, y ¡zas! Nacieron los tacos árabes. Varias taquerías poblanas, como Don Eraki (sí, la del escándalo en la Escandón), La Oriental y Tacos Tony, empezaron a ofrecer esta nueva delicia, y hasta hoy, se disputan el título de inventores del Taco Árabe.

¿Y por qué se llama Pastor?

Aquí es donde la cosa se pone interesante. Resulta que el asador vertical en México se bautizó como Asador de Pastor u Horno de Pastor, porque fue inventado por un pastor y originalmente se usaba para cocinar carne de carnero, un animal de pastoreo. Y ya sabemos cómo es el ingenio mexicano, ¿verdad? De ahí el nombre. Pero ojo, aunque en Puebla se inventó un tipo de Taco al Pastor, no era exactamente el que conocemos hoy.

El Huequito y su innovación

Años después, los tacos árabes, y en especial el horno de pastor, se habían hecho muy populares en Puebla, pero aún no se veían en la Ciudad de México. Eso cambió en 1959, cuando una pequeña taquería llamada El Huequito abrió en el Centro Histórico. Por falta de espacio, empezaron a cocinar carne de cerdo en un asador de pastor, y marinarla con un toque especial. ¡Nació el primer Taco al Pastor en la CDMX!

Aunque, claro, este taco era un poco diferente al que conocemos hoy. Pero si tienes la oportunidad, visita El Huequito y prueba su pastor especial: casi medio kilo de carne al pastor en delgadas láminas, intercaladas con salsas verde y roja, y servida con cebolla y cilantro. ¡Hasta Anthony Bourdain le dio su aprobación! De hecho, en uno de los capítulos de su exitosa serie Parts Unknown; y dijo que esta taquería era tan buena, que: “Mi estómago está a punto de explotar, pero quiero más”.

El Tizoncito, el taco hipster de la Condesa

Pero el Taco al Pastor, como lo conocemos hoy, tiene su origen en la Condesa. En 1966, Doña Conchita Cervantes decidió abrir El Tizoncito en la esquina de Tamaulipas y Campeche. Con la competencia feroz, se atrevió a innovar: usó un asador vertical y le dio un toque ahumado al cocinar al tizón. Además, marinó la carne con naranja y achiote, y le añadió piña, cebolla, cilantro y perejil. ¡Una verdadera obra maestra!

Y, por si fuera poco, Doña Conchita fue quien dio forma al famoso trompo de pastor usando una piña y una cebolla en la parte superior e inferior de la carne. ¡Así se creó el Taco al Pastor como lo conocemos! Obviamente, esta versión mejorada del Taco al Pastor se volvió increíblemente popular y todxs lxs chilangxs viajaban a la Condesa para probar la creación de Doña Conchita. Y no pasó mucho tiempo para que los antiguos trabajadores del Tizoncito, y otros cocineros, buscaran emular la receta y pusieran su propia taquería de Tacos al Pastor.

Las Olimpiadas, las gringas y más tacos

Los Tacos al Pastor eran un éxito en el extinto Distrito Federal para finales de los años sesenta. Por otro lado, las Olimpiadas se acercaban y el gobierno tuvo la idea perfecta para poder cumplir con la demanda de alimento de las y los turistas que lllegarían a la Ciudad durante los Juegos Olímpicos. Fue así, que se les ocurrió apoyar a lxs pequeñxs empresarixs para que abrieran sus locales y changarros de Tacos al Pastor. De pronto, de la noche a la mañana, todo el DF se había llenado de taquerías que buscaban recrear y mejorar el Taco al Pastor de Doña Conchita.

Ese mismo año, en 1968, la señora señora Martha Avalos de Rocha abrió El Fogoncito en la colonia Anzures, justo frente a la Taquería Selene, que había abierto cuatro años antes. Para principios de los años setenta, dos estudiantes estadounidenses, Sharon Smith y Jennifer Anderson, se mudaron temporalmente a la colonia mientras terminaban su maestría. Fue ahí, que las dos se volvieron fanáticas de los tacos al pastor (y no las culpo); bueno, se volvieron fans de la carne al pastor, porque no les encantaba la tortilla de maíz. Fue por eso, que cada que visitaban El Fogoncito o Taquería Selene pedían sus tacos al pastor, pero en tortilla de harina y con queso. Poco a poco, la gente empezó a ver lo que medían “las gringas” y las taquerías decidieron agregar esta delicia a su menú, bautizándolas como gringas. Eso sí, las dos taquerías se pelean la autoría de las gringas… aunque a nadie le importa quién la inventó, lo que nos importa es que sabe bien.

Así es como uno de los platillos más reconocidos de la gastronmía chilanga nació, siendo el nieto perdido de la comida turca y el hijo de los tacos poblanos. Esta fue la historia de cómo fue, que el nieto hipster salió de la Condesa para conquistar cada rincón del mundo; y es que, el Taco al Pastor se ha convertido en una auténtica joya de la gastronomía mexicana. ¡Buen provecho!

10 Taquerías cuyos Tacos al Pastor tienes que conocer

¡Prepárate para un tour taquero de primera! Ya conoces la deliciosa historia del Taco al Pastor, ese manjar que parece haber existido desde siempre, pero que en realidad lleva menos de 100 años conquistando paladares. Ahora que sabes de dónde viene, ¡es hora de probarlo en los mejores lugares de la CDMX! Aquí te dejamos una lista de 10 taquerías que no te puedes perder. ¡Agarra tu limoncito y vámonos de taquitos!

1. El Huequito (Centro/Nápoles):

La leyenda comienza aquí. Esta fue la primera taquería en la CDMX que usó un asador vertical, ¡y vaya que lo hicieron bien! No puedes dejar pasar la oportunidad de probar el taco que dio inicio a todo.

2. El Tizoncito (Condesa):

Los creadores del Taco al Pastor tal como lo conocemos. Aunque hay varias sucursales, la experiencia completa está en la original, donde todo empezó. ¡Prepárate para un festín de sabor!

3. Taquería Selene (Anzures):

Además de ser uno de los lugares donde se inventó la famosa Gringa, esta taquería es considerada por muchxs como la mejor. Y si eso no es suficiente, ¡hasta Luis Miguel ha comido aquí! (O al menos, eso dicen las malas lenguas).

4. El Vilsito (Narvarte):

De día es taller mecánico, de noche es taquería. ¡Sí, leíste bien! Aquí el pastor es tan bueno que olvidarás el ruido de los motores. Eso sí, ahora es muy popular y necesitarás ir con paciencia.

5. Los Huicholes (Lindavista):

Estos son los tacos legendarios de Lindavista, donde el sabor es tan auténtico que se ha ganado el corazón de todos los que pasan por aquí.

6. Rincón de la Lechuza (San Ángel):

Este rincón es una joya taquera en San Ángel, ideal para cuando quieres un poco de todo y mucho de sabor. ¡Es toda una tradición en la zona!

7. El Rey del Suadero (Polanco):

Aunque se llaman “El Rey del Suadero,” es su pastor el que realmente se roba el show. ¡No te vayas sin probarlo!

8. El Naranjito (Narvarte):

Para lxs madrugadorxs y lxs que buscan taquitos al pastor buenos, bonitos y baratos, este lugar es la opción perfecta.

9. Taquería La Onda (Palmas):

La primera taquería en la zona de Palmas y un clásico que no pasa de moda. Aquí, el pastor es el rey, ¡y lo tienes que probar!

10. Kalimán (Condesa):

Un verdadero clásico de la Condesa para aquellos que buscan algo diferente a El Tizoncito. Este lugar tiene su propio toque especial, y lo sentirás en cada mordida.

11. Tacos Charly (Cuicuilco):

En el extremo sur de la ciudad, Tacos Charly es una taquería exprés donde todo es rápido y delicioso. ¡Ideal para cuando el antojo te agarra de sorpresa!

Así que ya lo sabes, ponte cómodx, que este tour de tacos al pastor te llevará por los rincones más sabrosos de la Ciudad de México. ¡Buen provecho!

El Gusto Histórico, un concierto entre mezcal y sabores mexianos en el Mercado de San Juan

¿Quieres aprender de mezcal y descubrir los auténticos sabores de México? Entonces tienes que conocer la propuesta de El Gusto Histórico. Un local sencillo que se pierde fácilmente entre los diferentes changarros del Mercado de San Juan, en el que podrás adentrarte en el mundo del mezcal tradicional y descubrir de los sabores y aromas de esta bebida espirituosa. Y, al hablar de mezcal tradicional estamos hablando de auténtico mezcal realizado con 100% agave y con procesos artesanales, en pequeños palenques; nada que ver con el mezcal de marcas que encuentras en las grandes tiendas y supermercados.

Pero para hablar de El Gusto Histórico, su concepto y sus mezcales, primero quiero hablar un poco de La Logia de los Mezcólatras. ¿La qué? La Logia de los Mezcólatras es es/fue una iniciativa que buscaba contribuir con la difusión y el conocimiento del mezcal tradicional, así como ayudar a la construcción de una cultura mezcalera. Para ello, se dedicaron a recorrer palenques mezcaleros de todo el país comprando diferentes mezcales para investigarlo y sirviéndolos en diferentes tertulias. Reuniones en las que, además de explicar todo el proceso de elaboración de cada mezcal, así como de mostrar las formas tradicionales de medir la calidad o graduación del alcohol del mezcal, se podían probar mezcales tradicionales elaborados con diferentes tipos de maguey y procesos de destilación.

¿Y cómo se mezcla la logia con El Gusto Histórico? Pues en este pequeño local, Cornelio y Ursulino, de La Logia de los Mezcólatras, ofrecen una experiencia en la que podrás degustar de varios mezcales tradicionales, bien maridados con platillos mexicanos tradicionales de todo el país. Todo, acompañado de una profunda explicación de cada uno de los platillos y mezcales que vas a degustar. Además, el menú va cambiando temporada con temporada, para ofrecer platillos con los ingredientes frescos de temporada y para que cada una de tus visitas sea única y diferente.

A mi me tocó ir en enero y julio. La primera vez me recibieron con un tamal de quelites embarazado de un tamal de elote con pápalo, zetas con flor de maguey en adobo sobre arroz y terminamos con un crumble de manzana con piñón rosa y miel de mezcal; y la segunda vez, me recibieron con una espectacular sopa de quelites con vegetales de la milpa y chapulines, un chile en nogada tradicional y un tamal de frutos rojos que estaba pa’chuparse los dedos. Lo mejor de todo, es que, en ambas ocasiones nos tocaron probar mezcales elaborados en diferentes pueblos del Estado de México, Oaxaca, Guerrero, Guanajuato e, incluso, Tamaulipas (sí, aquí te recomiendo hablar con ellos sobre la NMX-V-052-NORMEX). ¿Y si no quiero echarme todos los platillos? Bueno, en ese caso, puedes elegir entre diferentes platillos y mezcales a la carta, para que disfrutes lo que más se te antoja.

Visitar El Gusto Histórico es una oportunidad única para adentrarte en el mundo del mezcal de una forma única y divertida. ¿Quieres visitarlos y/o conocer más sobre El Gusto Histórico? Para conocer el menú del mes, saber más sobre el proyecto y reservar un espacio en el local, te recomiendo echarle un ojo a su Instagram como @elgustohistorico .

Prepara tu Visita
Dirección: 2ᵃ Calle de Ernesto Pugibet #21, Colonia Centro, Ciudad de México, CDMX – Pasillo 8
Horarios: Jueves a domingo de 13:00 a 16:00 hrs.
Costo por persona: Menos de $300 pesos – El maridaje a 3 tiempos $650 pesos
Instagram: instagram.com/elgustohistorico

Indios Verdes, una historia del México racista

¡Indios Verdes, un lugar que tiene más historia de la que imaginas! Esta estación de metro, inaugurada el 1 de diciembre de 1979, debe su nombre a unas estatuas que estaban cerquita de ahí cuando la construyeron. Se trata de las estatuas de los Tlatoanis Itzcóatl y Ahuizotl, que nos conectan con nuestras raíces mexicas. ¿Sabías que las conocemos como Indios Verdes por el tono verdoso del bronce oxidado? Aunque hoy en día las ubicamos al norte de la Ciudad de México, no siempre estuvieron allí. Estas estatuas han recorrido varios rincones de la ciudad a lo largo de más de 100 años. Así que, ¿por qué no te contamos un poco más sobre la historia de estas famosas esculturas?

El Propósito de los Indios Verdes

En 1889, México participó en la Exposición Universal de París, ¡la misma en la que se inauguró la Torre Eiffel! La Secretaría de Fomento de México invitó a Antonio Peñafiel y Antonio Anza a presentar un proyecto para el pabellón mexicano. Ellos se acercaron al escultor Alejandro Casarín Salinas para pedirle que hiciera dos esculturas de bronce representando a Izcóatl y Ahuízotl. Pero, curiosamente, en el libro que escribió Peñafiel sobre el proyecto, no se menciona nada sobre estas esculturas. Sólo se habla de réplicas de Atlantes de Tula y relieves de Jesús F. Contreras que adornaban la fachada del pabellón.

Nota: Algunos de esos relieves, fundidos en Francia por la empresa Thiébaut Frére Fondeurs, ¡se pueden ver hoy en el Jardín de la Triple Alianza, al ladito del Museo del Ejército, cerca del MUNAL!

La Inauguración de los Indios Verdes

En su libro “La Patria en el Paseo de la Reforma“, Don Vicente Riva Palacio Guerrero menciona que el ministro de Fomento de la época ordenó construir dos estatuas de guerreros indígenas para el Paseo de la Reforma. Estas esculturas, comisionadas a Alejandro Casarín, costaron $80,000 pesos, pero no hay mención de que fueran enviadas a París.

Aunque no se sabe con exactitud cuándo se colocaron los Indios Verdes en la entrada de Reforma, se cree que fue alrededor de 1890. Lo que sí sabemos es que estas esculturas causaron un gran revuelo. Durante el Porfiriato, se privilegiaba todo lo europeo y se rechazaba lo indígena. Así que estas estatuas no fueron muy bien recibidas en el “progresista” México de esa época.

Un Cambio de Zona

Las dos estatuas de bronce, apodadas despectivamente Indios Verdes, no eran bien vistas en el Paseo de la Reforma. Por eso, en 1901 se decidió trasladarlas al inicio de la Calzada de la Viga, junto al Canal de la Viga. La vista era espectacular, rodeadas de trajineras llenas de flores y pambazos. Pero para 1921, el gobierno de la ciudad decidió entubar el canal, y la zona de La Viga fue devorada por la industria y los comercios. En 1939, las esculturas fueron desmontadas y llevadas a un taller para su restauración.

Pequeñas Mudanzas

Después de ser restauradas, las estatuas fueron llevadas a Insurgentes Norte, en la entrada de la ciudad a través de la carretera a Laredo. Ahí permanecieron varios años, pero la ciudad siguió creciendo. En 1979, con la llegada de la Línea 3 del Metro, los Indios Verdes tuvieron que ser movidos unos metros a las laterales de Insurgentes.

Esta última ubicación no fue ideal. Las estatuas quedaron abandonadas, rodeadas de basura y vandalizadas. No fue hasta 2005, con la construcción de la primera Línea del Metrobús y el Plan Maestro de Rescate del Acueducto de Guadalupe, que se decidió cambiar su ubicación. Hoy, las dos imponentes figuras se encuentran en el Parque del Mestizaje, muy cerca del paradero Indios Verdes y a unos pasos de la Basílica de Guadalupe.

Indios Verdes no es sólo una zona de la ciudad; es una historia viva del México prehispánico y del Porfiriato. Es un símbolo de nuestras raíces y nuestra herencia cultural, y un recordatorio del México racista que intentó negar su origen indígena.

La información e imágenes fueron tomadas del Blog del Ing. M. Aguirre (mexicomaxico.org). ¡Te invitamos a leer su texto sobre Indios Verdes y descubrir más datos históricos sobre la Ciudad de México!

La historia de las Trajineras de Xochimilco

Xochimilco es, sin duda, uno de los lugares indispensables que todo turista, extranjero o nacional, debe visitar cuando viene a la Ciudad de México. Una zona que en la que se pueden vivir las tradiciones de los pueblos originarios de la Cuenca de México; en la que se puede disfrutar de un Pulque fresco, vivir la historia de la Llorona, adentrarse en la misteriosa Isla de las Muñecas y, por supuesto, recorrer los canales en las mundialmente famosas trajineras. No es por nada que, todos los fines de semana, los canales de Xochimilco son invadidos por una infinidad de personas que buscan disfrutar del misterio y ambiente festivo que se vive al navegar entre los islotes y chinampas.

Pero… ¿Te has puesto a pensar cómo surgió esta tradición? ¿Cuándo se popularizaron las trajineras como un transporte turístico? ¿Cuál ha sido la evolución de las trajineras a lo largo del tiempo?

México Prehispánico

Las respuestas a estas preguntas nos remontan a dos Méxicos diferentes; al México prehispánico y al México porfiriano. Empecemos por el principio. Como tal vez recuerdas por las clases de historia, Tenochtitlán se fundó sobre una pequeña isla en medio del Lago de Texcoco. Alrededor de esta isla se asentaron los habitantes de Tenochtitlán, con ayuda de chinampas. Mientras que, en los alrededores, los habitantes de los pueblos originarios se asentaron entre los canales de Xochimilco, Tláhuac e, incluso, Tacubaya. Esto obligó a los residentes a construir todo tipo de embarcaciones que les permitieran el traslado de personas y mercancías de un lugar al otro. Una de las embarcaciones más populares, especialmente en las zonas con canales poco profundos, fueron las embarcaciones de fondo plano, mismas que se mueven con ayuda de pértigas (o garrochas) que se encajan en el fondo del canal, haciendo una palanca que impulsa el movimiento. Eran lanchas muy sencillas, construidas con tablones; sin techos y sin sillas, pues únicamente se usaban para el transporte. Justo como las chalupas que hoy pasan ofreciendo productos a todos los pasajeros de las trajineras.

México Porfiriano

Con el paso del tiempo, la zona céntrica de la Ciudad de México se fue urbanizando. Los ríos se fueron entubando y, por ende, el mundo se fue olvidando de las chalupas y demás embarcaciones. Pero la modernidad nunca acabó con los canales de Xochimilco, permitiendo que las pequeñas embarcaciones se siguieran utilizando para usos personales y comerciales. Y no fue hasta el México de Porfirio Díaz, que los Catrines, como se le llamaba a los hombres bien vestidos, empezaron a visitar los canales de Xochimilco para disfrutar de la naturaleza y el misticismo de los mismos.

Fue gracias a que las trajineras se empezaron a popularizar, a principios del siglo pasado, que los trajineros se vieron obligados a instalarle un techo, primero de tela y ahora de lámina, así como asientos de madera. Y también empezaron a decorar sus embarcaciones con sinfín de flores a los techos, logrando que Xochimilco fuera denominado “lugar de los jardines flotantes”. Por otro lado, cuando los catrines acudían a los embarcaderos solían solicitar que colocaran el nombre de alguien a quien festejaban, o de alguna dama a la que querían cortejar, al frente del bote. Dos costumbres que se fueron adaptando con el paso del tiempo y resultando en las trajineras que hoy conocemos.

Para 1920 ya se habían construido los embarcaderos que conocemos hoy en día; también se había terminado de reforestar el bosque de Nativitas, mejorando la imagen de todos los canales y en 1930 ya se daban los paseos turísticos como los de hoy en día. Para 1987, la UNESCO declaró Xochimilco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, dándole un impulso y reconocimiento a nivel mundial.

Los canales de Xochimilco son un lugar lleno de misticismo, historias y relatos. Son canales que puedes navegar en todo tipo de plan, ya sea para conocer las chinampas e islotes, adentrarte en la fantasmal Isla de las Muñecas, conocer las leyendas y tradiciones del Xochimilco originario, o para divertirte en una fiesta flotante. Además, es un lugar donde puedes disfrutar de un ambiente único, y un sinfín de antojitos y platillos mexicanos, y pulques, ya sea sobre las embarcaciones o en los locales junto a los embarcaderos. Sin duda, una excelente opción para disfrutar de las tradiciones de México.

¿Qué otras cosas puedes hacer en Xochimilco?

Una vez que estás en Xochimilco, te recomendamos aprovechar para conocer alguno de los siguientes sitios turísticos y de interés cultural:

La Isla de las Muñecas: una misteriosa Isla Embrujada en la que podrás conocer la vida de Don Julián Santana.

Parroquia de San Bernardino de Siena: Convento fundado en el siglo XVI por la orden de los franciscanos y que fue pieza clave para la evangelización de los pueblos del sur del lago de México

Niñopa: Una imagen milagrosa cuya leyenda se ha forjado desde 1573 y que hoy en día es venerada por millones de personas al año

Rotonda de los Personajes Ilustres de Xochimilco: Un homenaje a Fernando Celada, Quirino Mendoza, Juan Badiano, Francisco Goitia y José Farias Galindo

Chinampa La Llorona: Un lugar lleno de magia en el que podrás disfrutar de la naturaleza y aprender sobre las tradiciones y la vida de los pueblos originarios xochimecas

¡No te dejes engañar!

Si quieres más información de costos o cómo llegar a los embarcaderos, visita xochimilco.cdmx.gob.mx/costos

Colonia Tabacalera, su historia y legado

Hoy es un buen día para explorar una de las colonias más emblemáticas de la Ciudad de México: la colonia Tabacalera. Prepárate para un recorrido lleno de historia, cultura y lugares interesantes. La colonia Tabacalera es una colonia de contrastes, pues en sus calles podrás encontrarte todo tipo de negocios y edificios que van desde los histórico hasta lo contemporáneo, y desde lo popular a lo lujoso. Además, es una colonia con una gran riqueza histórica y cultural.

Ubicada en el corazón de la ciudad antes llamada Distrito, esta colonia ofrece una mezcla fascinante de arquitectura, arte y vida urbana. Entre sus calles, podrás encontrar joyas como el Monumento a la Revolución, un icono de la ciudad que además tiene un mirador espectacular desde donde puedes disfrutar de unas vistas impresionantes de la CDMX.

La historia de la Tabacalera es tan rica como su oferta cultural. Su origen se remonta a finales del siglo XVIII cuando la Condesa de Sierra Nevada decidió construir un palacio de verano para su hijo, el Conde de Buenavista. Fue así que contrató (probablemente) a Manuel Tolsa, para que diseñara un edificio neoclásico que se convertiría en el Palacio del Conde de Buenavista. Sin embargo, el Conde murió joven y no pudo ver la obra terminada, por lo que, la Condesa terminó abandonando el palacio tras la explosión de la Independencia de México.

Desde aquel momento, el Palacio del Conde de Buenavista fue ocupado por militares, también fue casa de verano de Santa Anna. Tiempo después, Maximiliano regaló la casa al Mariscal de Francia, François Achille Bazaine, pero con la caída del imperio la casa fue adjudicada al general republicano José María Rincón-Gallardo como pago por un préstamo al gobierno. Y, para finales del siglo XIX, la Compañía Tabacalera Mexicana adquirió el inmueble. Incluso hay algunas fotografías tomadas por Guillermo Kahlo (sí, el papá de Frida Kahlo) en las que se ven las modificaciones que sufrió el palacio para cumplir su función de tabacalera.

¿Alguna vez te habías preguntado por qué se llama Colonia Tabacalera? Pues ya lo sabes. Básicamente fue porque la Compañía Tabacalera Mexicana se encontraba en esta zona cuando se fraccionaron los terrenos para convertirlos en Colonia. Pero volviendo al a historia del palacio, este después fue la sede de la Lotería Nacional durante algunos años hasta que fue adquirido por el INBA para convertirse en el Museo Nacional de San Carlos.

Hace unos párrafos mencioné que la Tabacalera era una colonia ofrecía recorrido lleno de historia, cultura y lugares interesantes. Además del Palacio de Buenavista… ¿Qué más ofrece la colonia? Debes saber que, en el corazón de la Tabacalera se encuentra la Plaza de la República y el imponente Monumento a la Revolución, y el Museo Nacional de la Revolución. Además, justo frente al Monumento se encuentra el Frontón México, que hoy en día cuenta con restaurantes, exposiciones, eventos de todo tipo. Y la colonia termina, por así decirlo, en Reforma, justo donde estuvo el Monumento a Cristóbal Colón y donde hoy está la Glorieta de las Mujeres que Luchan.

Por si fuera poco, debes saber que más allá de de su rica historia y sus museos, la Tabacalera se ha convertido en un centro reconocido por su vida gastronómica. Y es que, en esta colonia encontrarás desde cafés históricos hasta restaurantes contemporáneos, con una gran variedad de opciones para deleitar tu paladar. Tampoco puedes dejar de visitar los pequeños bares y cantinas que salpican la zona, cada uno con su propia personalidad y encanto.

Esta es una señal para que te des una vuelta por la colonia Tabacalera para descubrir sus rincones y recovecos. Ya sea que te interese la historia, el arte o simplemente disfrutar de un buen café mientras observas la vida pasar, este rincón de la ciudad tiene algo para todos. ¡No te lo pierdas!

¿Por qué se llama Buenavista? El origen de la zona de Buenavista

Buenavista, Buenavista, Buenavista. Si como yo, crees que el nombre de esta zona de la Ciudad de México se debe a que, en tiempos memorables era un valle que ofrecía una muy buena vista y paisajes hermosos, déjame decirte que, así como yo, te equivocas por completo. ¿Cómo? ¿No se llama Buenavista porque tenía una buena vista? Siento decepcionarte, pero no, acompáñame en este breve paseo por la historia de esta zona de la ciudad antes llamada Distrito Federal y descubre conmigo por qué se llama Buenavista.

Debes saber que, en épocas coloniales toda esta zona, y sus alrededores, no eran más que terrenos agrícolas y huertas que servían para abastecer a la Ciudad de México y que pertenecían a María Josefa Rodríguez de Pinillos y Gómez de Bárcena, mejor conocida como la segunda marquesa de Selva Nevada. En aquél entonces, la Ciudad abarcaba únicamente el espacio que hoy abarca el primer cuadro del Centro Histórico y la Alameda se encontraba prácticamente fuera de la capital.

Para finales del siglo XVIII, la condesa decidió regalarle las tierras y un palacio a su hijo José Gutiérrez del Rivero y Pinillos y Gómez, el Conde de Buenavista. Fue así que, los terrenos que abarcaban lo que hoy es Buenavista se convirtieron en la Hacienda de Buenavista, y en lo que hoy es la colonia Tabacalera se empezó la construcción de un impresionante palacio neoclásico, el Palacio del Conde de Buenavista, atribuido a Manuel Tolsá (aunque no hay documentos que avalen esto último). Sin embargo, la construcción de este palacio terminó en 1805 y el Conde murió el 7 de enero de 1797, a la edad de 23 años, por lo que nunca pudo ver la obra terminada.

Para 1865, el entonces regidor del Ayuntamiento de México, el poblano Rafael Martínez de la Torre, junto a varios asociados, decidió incursionar en negocios inmobiliarios y, con el patrocinio de Benito Juárez, empezó a fraccionar la Hacienda de Buenavista. Fue así que, junto al empresario Antonio Escandón, construyó la antigua Estación de Buenavista, misma que dio servicio entre la capital y Veracruz; y que eventualmente (en 1960) sería demolida para construir lo que hoy es el edificio de la Delegación Cuauhtémoc. Se construyó una nueva estación unos 500 metros más al norte. Misma que funcionó hasta el 1 de septiembre de 1999. Y, con el paso de los años, esa estación se convirtió en uno de los puntos más improtantes para el transporte público de la CDMX, pues en ella converge el Sistema Colectivo Metro, el Metrobús y el Tren Suburbano; además de que se construyó un enorme centro comercial, Forum Buenavista, y la bella Biblioteca Vasconcelos.

¿Ya sabes por qué se llama Buenavista a Buenavista? Como verás, el nombre del Metro Buenavista, de Forum Buenavista y de toda la zona de Buenavista se debe a que, todos los terrenos que se encuentra en esa zona fueron parte de los terrenos de la Hacienda de Buenavista… Tristemente, no fue porque el valle tuviera una buena vista de la Ciudad.

Museo de Sitio de Tlatelolco Caja de Agua, un recorrido por la primera escuela preparatoria de América

El Convento de Santiago Tlatelolco (Convento de Santa Cruz de Santiago Tlatelolco) se fundó por ahí de en 1526 en las tierras que ocuparon uno de los centros ceremoniales más importantes del pueblo tlatelolca. Al ser un convento franciscano, se construyó de forma muy sencilla usando cal y las piedras del teocalli que se encontraba a un costado del mismo. Mientras se construía el convento, en la Nueva España se empezó a gestar la idea de educar a los indígenas, en el idioma español, así como en las ciencias, artes europeas y, obviamente, en la religión católica. Fue así que, en 1533, el obispo de Santo Domingo, don Sebastían Ramírez de Fuenleal, encargó a fray Arnaldo de Bassacio que le enseñara gramática latina en lengua española a los indígenas.

La idea del obispo fue tan buena, que no había pasado ni un año y la escuela improvisada en la capilla del Convento de San Fernando ya había crecido exponencialmente. Y, después de unos cambios en los altos mandos clericales, se decidió crear el Colegio de Santa Cruz (Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco) en el Convento de Santiago de Tlatelolco. Este fue un paso enorme para la educación en México, pues fue la primera institución de educación superior de América, preparatoria para la universidad, destinada a los indígenas y el centro más importante de ciencias y artes durante la primera mitad del siglo XVI.

¿Cómo es posible que se eduque a los indígenas a este nivel? Obviamente, para la sociedad de la época, el Colegio de Santa Cruz fue un escándalo. Las opiniones estaban divididas. Había quienes pensaban que el indio no era capaz de cursar Humanidades y, por ende, hacer carrera sacerdotal; también hubo quienes pensaban que sí eran capaces, pero temían su ingreso al sacerdocio; y quienes pensaban que no había ningún problema. Incluso hubo quienes pensaban que el conocimiento del latín por parte de indígenas podía ser perjudicial porque podrían caer en herejías y errores. El punto es que, las controversias, junto a las dos epidemias de cocoliztli o viruela (en 1545-1548 y 1576-1577) llevó a esta escuela a la decadencia. Y, tras varias crisis económicas y a los esfuerzos de fray Bernardino de Sahagún (quien fue profesor) lo llevó a reducir enormemente sus filas, cerrando prácticamente sus puertas por completo.

Uno de los datos más interesantes sobre el Convento de Santiago Tlatelolco y, en especial, el Colegio de Santa Cruz es el hecho de que, en este lugar se encuentra una Caja de Agua (un espacio por el que pasaba agua corriente para el consumo humano) en la que se pintó el primer Mural en la historia novohispana (pintado en 1536). Han pasado casi quinientos años desde que se pintó el mural y, como era de esperarse, por el descuido, este quedó prácticamente destruido. Sin embargo, en los primeros años de este siglo se realizaron trabajos de conservación, rescatando unos 50 mil fragmentos de pintura (aproximadamente 16 metros cuadrados), con la finalidad de que podamos conocerlo a detalle.

Hoy en día, el edificio donde se encontraba el Colegio de Santa Cruz es el Museo de Sitio de Tlatelolco Caja de Agua, un museo dedicado principalmente al mural que retrata la vida cotidiana de los pobladores de los lagos de la cuenta de México en el siglo XVI. También podrás conocer cómo fueron los trabajos de excavación para rescatar el mural, así como las piezas arqueológicas que formaron parte de la ofrenda colocada durante la clausura de la Caja de Agua hace unos quinientos años.

Visitar el Museo de Sitio de Tlatelolco Caja de Agua es una oportunidad para conocer la vida del México Novohispano, mientras descubres un poco sobre la historia de Tlatelolco. Además, una vez ahí, no puedes no visitar la Plaza de las Tres Culturas, el Centro Ceremonial, el mural de Siqueiros y el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.

Prepara tu Visita
Dirección:
 Eje Central Lázaro Cárdenas s/n, Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, Tercera Sección (se entra por detrás del CCU), Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada Libre (se incluye con la entrada a la Zona Arqueológica)
Horario: Lunes a viernes de 9:00 a 14:00 hrs. (requiere reservación, a través de su página web)
Página Web: lugares.inah.gob.mx/es/museos-inah/museo/446-museo-de-sitio-caja-de-agua-tlatelolco.html

Rotonda de las Personas Ilustres, un espacio para recordar a los grandes personajes mexicanos

¿Sabías que, desde el México novohispano y hasta finales del siglo XIX, todos los recintos fúnebres de México fueron administrados por la Iglesia Católica? En un inicio, los restos mortuorios se enterraban, por así decirlo, en los pisos y paredes de las iglesias, pero esta era una medida poco higiénica. No fue hasta finales del siglo XVIII, que el arzobispo de México, don Alonso Núñez de Haro y Peralta decretó la necesidad de enterrar los restos en cementerios que se encontraran lejos de la civilización. Sin embargo, en esos años, la ciudad empezó a crecer de forma muy acelerada y los panteones terminaron siendo devorados por la urbanización.

Por otro lado, William Benfield llegó a México en 1835 con la esperanza de que su esposa se recuperara de salud con el clima mexicano. La Señora de Benfield mejoró rápidamente y el matrimonio empezó a formar una familia con un hijo y una hija. Los años pasaron y la hija enfermó gravemente y, a pesar de que la familia Benfield hizo todo lo posible por curarla, terminó muriendo. Tras la muerte de la niña, William Benfield se enfrentó al problema de que todos los recintos mortuorios eran católicos y no aceptaban los restos de la niña por su fe anglicana. Fue por eso, que el señor Benfield le prometió a su difunta hija que construiría un cementerio donde pudiera descansar en paz.

Pues William no logró cumplir su promesa, pero esta llegó algunos años después, en 1874, cuando su hijo, Juan Manuel Benfield, creó la Sociedad Benfield, Brecker y Compañía y solicitó al Ayuntamiento de México el permiso para crear el primer Panteón Civil en los terrenos de la Tabla de Dolores, mismos que formaban parte del Rancho Coscacoaco. Un año después, el 13 de diciembre de 1875, se inauguró el Panteón Civil de Dolores. Como era de esperarse, este cementerio llamó la atención de todxs lxs chilangxs de aquél entonces y diferentes grupos y asociaciones empezaron a adquirir sus lotes exclusivos; de esta forma, en el Panteón Civil de Dolores encontrarás lotes exclusivos para la comunidad italiana y alemana en México, los Constituyentes de 1917, la Águilas Caídas del Escuadrón 201, Actores de la Anda, el sindicado de Tramoyistas, Maestros Jubilados del S.N.T.E. y el de alumnos del Colegio Militar, entre otros.

Pero el lote más interesante dentro del Panteón Civil de Dolores, es el que mandó comprar en 1876, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada, para crear la Rotonda de los Hombres Ilustres, hoy conocida como Rotonda de las Personas Ilustres (nombre que cambió el 4 de marzo del 2003, durante el gobierno de Vicente Fox Quesada, para no excluir a las mujeres que ahí descansan). Proyecto que estuvo en planeación desde 1872, desde la planeación del Panteón, y que se inauguró el 21 de marzo de 1876 al enterrar al teniente coronel Pedro Letechipía. Al teniente le siguieron Diódoro Corella y Donato Guerra (también militares), y también se trasladaron los restos de otros personajes como el historiador jesuita Francisco Javier Clavijero (1731-1787), el político Miguel Ramos Arizpe (1775-1843) y los presidentes Manuel de la Peña y Peña (1789-1850), Mariano Arista (1802-1855) y Valentín Gómez Farías (1781-1858), entre otros.

En 1883, tras la muerte de la cantante Ángela Peralta, la Rotonda de las Personas Ilustres recibió sus restos mortuorios, siendo la primera mujer enterrada en este lugar, y la primera persona que no fue militar o política (sí, Clavijero no fue un político en el estricto sentido de la palabra, pero su obra influenció directamente a la política). A Ángela le siguieron médicos y presidentes (entre los que se encontraba Lerdo de Tejada), y después llegaron los restos de Felipe Villanueva (músico), Juventino Rosas (músico), Vicente Riva Palacio (historiador, escritor y político) y Jaime Nunó (quien musicalizó el himno nacional), entre otros.

Hoy en día, al recorrer las tumbas que se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres, además de encontrarte a los personajes ya mencionados, podrás encontrarte con las tumbas de algunos de los personajes más importantes en el arte, la política, la medicina y la academia mexicana del siglo XX. Para que te des una idea de los personajes que podrás conocer a través del arte mortuorio que les acompaña, te cuento que se encuentran personas como Diego Rivera, Ramón López Velarde, Ricardo Flores Magón, Silvestre Revueltas, Antonio Caso, Manuel M. Ponce, José Clemente Orozco, Virginia Fábregas, Mariano Azuela, María Izquierdo, Juan Pablo Moncayo, Gerardo Murillo “Dr. Atl”, Julián y Nabor Carrillo, David Alfaro Siqueiros, Rosario Castellanos, Dolores del Río, Emma Godoy y María Lavalle, entre muchas otras personas. Por cierto, hace no mucho tiempo, también llevaron los restos de Sor Juana Inés de la Cruz.

Uno de los detalles más llamativos de la Rotonda de las Personas Ilustres, es que todas las tumbas tienen su propia personalidad y, muchas de ellas, buscan representar la vida o personalidad de la persona que ahí se encuentra, permitiéndote apreciar una buena variedad de propuestas artísticas mortuorias. Para que te des una idea de lo que estoy diciendo, la tumba de Diego Rivera es de inspiración prehispánica, y cuenta con una máscara mortuoria del mismo sapo (como le decían a Rivera) y una imagen alusiva al arte indigenista del artista; mientras que, la tumba de Siqueiros consta de una interesante escultura que busca recrear el estilo tan único del artista.

La Rotonda de las Personas Ilustres no solo es un lugar de descanso eterno, sino también un sitio para reflexionar sobre el impacto de estos grandes personajes en la historia de México. Visitar este lugar es como hacer un viaje en el tiempo, conectando con las raíces culturales y apreciando el talento y la dedicación de quienes moldearon el país. Así, la Rotonda sigue siendo un faro de memoria y orgullo para todxs lxs mexicanxs.

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Dirección:
 Panteón Civíl de Dolores, Miguel Hidalgo, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada libre
Horario: Lunes a domingo de 8:00 a 17:00 hrs.

Monumento y Museo Cabeza de Juárez, un vigía olvidado en Iztapalapa

En algún punto de Calzada Ignacio Zaragoza, poco antes de la salida a Puebla, es probable que logres ver una extraña y avejentada cabeza que reposa sobre una especie de pedestal aparentemente cuadrado. Es la famosísima Cabeza de Juárez, un monumento que se construyó por allá de 1976 como un homenaje al personaje más querido por la política contemporánea y con la idea de convertirse en un atractivo turístico para atraer gente a Iztapalapa.

En 1972 se conmemoraría el centenario de la muerte del Bomberito Juárez (como lo llamó alguna vez el Loco Valdés), por lo mismo, el entonces presidente, Luis Echeverría decidió crear un enorme monumento que le rindiera tributo al esposo de Margarita Maza de Juárez. Fue así que, ese mismo año convocó a diferentes arquitectos e ingenieros para que realizaran una enorme estructura que soportara una monumental escultura con la cabeza de Benito Juárez. La idea era que el mismísimo David Alfaro Siqueiros realizara los murales que rodearían la estructura, y también daría forma a la cabeza monumental; sin embargo, para esos años, el muralista mexicano ya se encontraba grave de salud, por lo que no intervenir la obra. Es por eso, que Luis Arenal Bastar, cuñado de Siqueiros, retomó el proyecto, buscando replicar el toque único de Siqueiros.

Obviamente, el monumento no estuvo listo para celebrar el centenario luctuoso de Juárez; de hecho, estuvo listo para 1976, cuatro años después. El punto es que el monumento, que reflejaba el espíritu del taller de Gráfica Popular, fue inaugurado el 21 de marzo de ese mismo año. Sin embargo, aunque el monumento se planeó para albergar un museo en su interior, este nunca se terminó y, gracias al cambio de gobierno, el proyecto se terminó eliminando y el monumento quedó en el abandono total. Y su abandono fue tal, que el monumento fue usado como guardia de diferentes bandas delictivas, y posteriormente como una especie de cárcel clandestina.

La Cabeza de Juárez quedó en el olvido por más casi 25 años. Por suerte, en el año 2000 el monumento fue rescatado por el gobierno de Rosario Robles, restaurándolo y retomando la idea de usar su interior para crear un museo dedicado a Benito Juárez. Y, desde aquél entonces el Museo Cabeza de Juárez presenta una pequeña colección de objetos y pinturas que retratan la vida de Benito Juárez. Además, en sus paredes se pueden apreciar diferentes murales abstractos, inspirados en Siqueiros, así como otros figurativos en los que se retratan episodios de la historia de México desde 1806 y hasta 1872. Además, en el museo y monumento se realizan diferentes talleres y eventos culturales para que todas y todos los vecinos de Iztapalapa y alrededores, puedan aprender más sobre nuestra historia y cultura.

El Monumento y Museo Cabeza de Juárez es un lugar único en la Ciudad de México; un pequeño rincón que resurgió de sus cenizas para buscar recrear la historia de nuestro país y que todo mundo pueda conocerla. Visitar este monumento es una oportunidad para adentrarte en la gráfica de mediados del siglo pasado y descubrir una nueva parte de la CDMX.

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Dirección:
 Guelatao S/N, Cabeza de Juárez III, Iztapalapa, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada libre
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
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