Archivos de la categoría Sitios Turísticos

Casa de Joaquín Fernández de Lizardi, historia, literatura y un pedacito de Mixcoac

En el corazón de Mixcoac, un barrio con raíces que se remontan a tiempos prehispánicos y cuyo nombre poético significa “serpiente de nube“, se encuentra un tesoro literario que conecta el pasado con el presente: la Casa de Joaquín Fernández de Lizardi. Este lugar no solo fue hogar del célebre escritor y periodista político, sino también testigo de los primeros pasos de la novela hispanoamericana.

Construida en 1738, esta joya arquitectónica fue en sus inicios una pequeña fábrica textil especializada en la producción de seda de alta calidad para la élite española. Con el tiempo, sus paredes presenciaron un cambio radical, convirtiéndose en el hogar de José Joaquín Fernández de Lizardi, también conocido como El Pensador Mexicano.

Fernández de Lizardi, nacido en 1776, es recordado como uno de los escritores más importantes del movimiento independentista. Su obra más famosa, “El Periquillo Sarniento” (1816), es considerada por muchxs como la primera novela hispanoamericana. Esta sátira social, escrita en esta misma casa, describía con humor e ironía las costumbres y desigualdades de la Nueva España, lo que le valió ser censurada en su momento por su contenido en favor de la insurgencia.

Hoy en día, esta histórica residencia forma parte de la Universidad Panamericana, que ha adaptado el interior del edificio para sus actividades, pero ha conservado su fachada original del siglo XVIII. Si observas con detenimiento, encontrarás una placa que conmemora su construcción y otra que rinde homenaje al poeta y Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, quien también nació en Mixcoac.

La Casa de Joaquín Fernández de Lizardi está estratégicamente ubicada cerca de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán y la Plaza Jáuregui, dos lugares llenos de encanto e historia. Por si fuera poco, este antiguo convento dominico del siglo XVI es famoso por aparecer como escenario en diversas telenovelas mexicanas.

Aunque la casa no siempre está abierta al público, cuando lo está, ofrece una oportunidad única de conocer más sobre el primer novelista de América y su legado. Mixcoac, con su mezcla de tradición y modernidad, es un lugar perfecto para pasear, descubrir y sumergirse en la historia de México.

Así que, si buscas un rincón literario lleno de anécdotas y encanto, la Casa de Joaquín Fernández de Lizardi te espera para transportarte al México de la Nueva España.

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Dirección:
 Cerrada Augusto Rodin #456, Insurgentes Mixcoac, Ciudad de México, CDMX

Casa Blanca de San Ángel, historia, leyendas y un toque de misterio en el barrio colonial

¿Sabías que en el corazón de San Ángel, uno de los barrios más encantadores de la Ciudad de México, se encuentra una joya histórica conocida como la Casa Blanca? Este majestuoso edificio no solo es el hogar de fascinantes historias, sino también de leyendas que te pondrán la piel de gallina. ¡Acompáñanos a descubrir sus secretos!

La Casa Blanca fue construida en el siglo XVII como casa de campo de los Condes de Oploca. Imagínala rodeada de enormes huertas que competían en tamaño con las del convento de El Carmen. De hecho, estas huertas fueron tan extensas que parte de ellas dieron origen a la colonia Chimalistac.

El diseño de la casa no podía ser más impresionante: tres de sus lados rodean un patio central, un clásico de la arquitectura de la época. Aunque su escudo de armas fue retirado en 1826 por decreto oficial, aún puedes encontrar vestigios de este en su fachada.

Esta casa tiene más historias que una novela épica. Durante la invasión estadounidense de 1847, sirvió como cuartel para las tropas extranjeras. Más tarde, en la década de 1860, el ejército francés también ocupó este emblemático lugar.

Pero no todo fue guerra. En su momento, también fue conocida como “La Casa de los Niños de China”, ya que uno de sus propietarios rescataba y educaba a jóvenes provenientes de Filipinas (entonces parte del Imperio español). Claro, en aquella época, la geografía era un tanto confusa, ¡y Filipinas solía confundirse con China!

La Casa Blanca también es famosa por la leyenda de Doña Guiomar y Don Lope, un trágico romance que terminó en misterio y apariciones fantasmales. Según cuentan, Doña Guiomar murió esperando a su amado en una ventana de la casa, fiel a un juramento que Don Lope olvidó mientras guerreaba y cortejaba en otros lares. Desde entonces, las noches de luna llena traen consigo ecos de golpes en la reja de hierro, recordándonos el fatídico desenlace de esta historia de amor.

Hoy, la Casa Blanca sigue siendo un símbolo de San Ángel, contribuyendo al ambiente mágico del barrio. Aunque es una residencia privada y no está abierta al público, puedes admirarla desde la calle Hidalgo, número 43.

Gracias a una restauración minuciosa en 2010, este edificio conserva el 95% de sus muros originales. Sus jardines, que abarcan la mitad de su terreno de 2,000 metros cuadrados, aún nos recuerdan las épocas doradas de esta casa.

Ah, y un detalle encantador: el escudo de la casa, con sus tres flores, nos habla del amor por la naturaleza en San Ángel y Chimalistac, barrios que fueron famosos por su mercado y tianguis de flores.

La Casa Blanca no solo es un monumento histórico catalogado por el INAH; es un testigo silencioso de siglos de historia, romances fallidos y leyendas inolvidables. Así que, la próxima vez que pasees por San Ángel, no olvides detenerte a admirarla y, quién sabe, quizás escuchar un golpe seco en su misteriosa reja.

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Dirección:
 Hidalgo #43, San Ángel, Ciudad de México, CDMX

Casa de Diego de Ordaz, historia, misterio y un poquito de imaginación en Coyoacán

En pleno Centro de Coyoacán, hay una joya arquitectónica que parece sacada de un cuento: la Casa de Diego de Ordaz. Aunque el famoso conquistador no dejó pruebas de haber vivido aquí, el edificio es tan espectacular que a nadie le importa imaginar una conexión con la historia. Construida a finales del siglo XVIII, esta casa con su fachada morisca es una maravilla.

¿Sabías que el trabajo exterior en estilo mudéjar se atribuye a Francisco Suescun y Tornería, un corregidor (algo así como un funcionario VIP de la época) allá por 1756? Eso explica por qué esta casona tiene un aire regio, digno de intrigas coloniales y leyendas urbanas. A un paso del Jardín Centenario, su presencia aporta buena parte del encanto de Coyoacán.

La historia nos cuenta que, después de la caída de Tenochtitlán, Hernán Cortés y sus aliados buscaron refugio en las tierras fértiles y pintorescas de Coyoacán, gracias al cacique Juan Guzmán Ixtolinque. Aquí repartieron solares y comenzaron a construir un nuevo mundo… o al menos sus nuevas casas. ¿Fue la Casa de Diego de Ordaz una de ellas? No lo sabemos con certeza, pero su ubicación en la histórica calle Francisco Sosa nos deja soñar.

Aunque no queda evidencia de las casas originales de conquistadores como Pedro de Alvarado o el propio Ordaz, esta construcción virreinal de siglos posteriores es un recordatorio del legado que moldeó esta zona.

Si el exterior de la casa ya te tiene suspirando, prepárate: su patio interior, aunque pocas veces visto, es una joya en sí misma. Fue redecorado en 1947 con un gusto exquisito y antigüedades de la época. Este rincón oculto del Coyoacán colonial invita a imaginar los días de tertulias, secretos y quizás algún que otro banquete con vino traído de Castilla, como aquellos que Cortés celebró hace siglos.

En este contexto también surge la famosa Casa de la Malinche, conocida como la Casa Colorada, que muchxs vecinxs sitúan frente a la iglesia de La Concepción en el Barrio de la Conchita. Aunque su conexión con Doña Marina no está confirmada, su historia está cargada de simbolismo y misterio. Además, esta casa tuvo un segundo aire gracias a lxs artistas Rina Lazo y Arturo García Bustos, quienes la restauraron con cariño en el siglo XX.

Las casas como esta no solo son edificios; son portales al pasado. Sin embargo, la Casa de Diego de Ordaz y otras joyas virreinales enfrentan amenazas como el paso del tiempo, los sismos y, tristemente, el descuido. Preservar estas reliquias es una responsabilidad colectiva, especialmente cuando se trata de piezas clave para entender el legado cultural de nuestra ciudad.

Así que, la próxima vez que pasees por Coyoacán, detente un momento frente a la Casa de Diego de Ordaz. Déjate envolver por su magia y piensa en todo lo que ha visto desde sus muros de azulejos. Porque, aunque las leyendas sean inciertas, su belleza es un hecho indiscutible.

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Dirección:
 Av. Francisco Sosa #2, Barrio de Santa Catarina, Coyoacán, Ciudad de México, CDMX

Casa del General José Joaquín Herrera, historia entre libros y memorias en Mixcoac

¿Sabías que en la Ciudad de México hay un rincón que combina historia, arquitectura y un toque académico? Se trata de la Casa del General José Joaquín Herrera, un edificio que, aunque discreto, tiene un pasado digno de un libro de aventuras.

Hoy en día, este lugar es la biblioteca de la Universidad Franciscana Simón Bolívar, una institución privada con una oferta educativa que abarca desde diseño gráfico hasta biología, y que ha crecido notablemente desde su fundación en 1944. Pero, antes de lxs estudiantes y los estantes llenos de libros, esta casa fue testigo de uno de los momentos más tensos de la historia mexicana.

Durante la ocupación de la Ciudad de México por el ejército estadounidense en 1848, el general José Joaquín Herrera, decimoquinto presidente de México, trasladó el gobierno provisional a este inmueble. Herrera, un militar y político liberal moderado, lideró al país en tres periodos distintos, enfrentando desafíos tan grandes como la invasión estadounidense. ¡Imagina tomar decisiones cruciales para el país desde esta misma casa!

Aunque no se conserva toda la propiedad original, la fachada principal y la entrada aún están de pie, con un portal de hierro que ha resistido el paso del tiempo. Este portal no solo da la bienvenida a las y los estudiantes, sino que también guarda el eco de aquellos días históricos.

Aunque la casa no suele abrirse al público, saber que todavía existe y funciona como un espacio de conocimiento y aprendizaje es algo especial. Es un recordatorio de cómo las paredes antiguas pueden contar historias, incluso mientras sostienen estanterías llenas de libros.

Así que la próxima vez que pases por ahí, recuerda: esta no es solo una biblioteca, es un pedazo de la historia de México que sigue vivo entre sus muros.

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Dirección:
 Campana #51, Insurgentes Mixcoac, Ciudad de México, CDMX

Edificio Mascota, un rincón encantador con más de un siglo de historia en la Ciudad de México

Imagina pasear por la emblemática Avenida Bucareli y, de repente, toparte con un edificio que parece sacado de otra época, como si el tiempo hubiera decidido hacer una pausa para preservar su encanto. Así es el Edificio Mascota, un complejo residencial con 110 años de antigüedad que no solo sigue en pie, sino que parece rejuvenecer con los años.

Este edificio, inaugurado oficialmente en 1913, es un testimonio vivo de la creatividad arquitectónica del ingeniero Miguel Ángel de Quevedo y del espíritu visionario del empresario francés Ernesto Pugibet, quien también fundó la famosa tabacalera El Buen Tono.

Con una fachada de ladrillos adornada con detalles afrancesados, el Edificio Mascota es mucho más que una joya visual. Su diseño mezcla lo funcional con lo estético, creando un espacio único donde la vida comunitaria y la privacidad se encuentran en armonía. ¿Sabías que este fue el primer edificio de condominios de la ciudad? Y no cualquier condominio: tiene 174 departamentos perfectamente distribuidos en torno a tres calles internas peatonales con nombres inspirados en marcas de cigarrillos de la época: Ideal, Gardenias y Mascota.

Las viviendas, de dos o tres recámaras, fueron concebidas para los trabajadores de alto rango de la fábrica El Buen Tono, aunque algunas también se asignaron a empleados de niveles inferiores. Esta distribución, junto con balcones y senderos internos sombreados, otorga al lugar una calidad de vida que sorprende incluso en la actualidad.

El Edificio Mascota no solo marcó un antes y un después en la arquitectura residencial de principios del siglo XX, sino que también resistió el paso del tiempo, incluyendo terremotos y el hundimiento del suelo característico de la zona. Hoy en día, sigue siendo un ejemplo de planeación urbana y diseño sostenible.

Su construcción incluyó técnicas futuristas para la época, como estructuras prefabricadas de acero recubiertas con ladrillo, lo que explica su increíble estado de conservación. Y aunque su exterior muestra algunos grafitis, los detalles originales, como las tipografías de las calles y los números de los departamentos, permanecen casi intactos.

La historia del edificio también tiene un toque romántico. Ernesto Pugibet, profundamente enamorado de su esposa Guadalupe Portilla, decidió honrarla dejando sus iniciales (“G.P.”) grabadas en tuberías, placas y hasta en el suelo. Además, las calles internas Gardenias e Ideal son un guiño a sus flores favoritas y a su inspiración.

Hoy, el Edificio Mascota sigue habitado y funcional, con vecinos que se organizan para su mantenimiento, apoyados por fondos de la Procuraduría Social. Este espíritu de comunidad es parte de lo que hace de este lugar un rincón tan especial en la colonia Juárez, donde se mezclan historia, arquitectura y vida cotidiana.

La próxima vez que pases por la intersección de Bucareli y Avenida Cuauhtémoc, no olvides detenerte a admirar este pedazo de historia que sigue escribiendo su legado, ladrillo a ladrillo. ¡Querrás tomar una foto o dos!

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Dirección:
 Calle Mascota s/n (Bucareli esquina Cuauhtémoc), Juárez, Ciudad de México, CDMX

Casa del Mayorazgo de Fagoaga, un rincón de historia y arquitectura en San Ángel

¡Pasear por San Ángel siempre tiene su encanto, pero detenerse frente a la Casa del Mayorazgo de Fagoaga es como abrir un portal al pasado! Esta joya arquitectónica del siglo XVIII, ubicada en la esquina donde comienza la calle Amargura, lleva consigo historias fascinantes que mezclan lujo, poder y un poco de ironía histórica.

Originalmente, esta casa perteneció a Francisco de Fagoaga, un acaudalado mercader de plata y jefe de la Casa de Moneda, quien la adquirió en 1734 cuando la moda dictaba que los ricos abandonaran el bullicio de la ciudad para instalarse en pueblos tranquilos como San Ángel. Pero, ¿por qué se llama “Casa del Mayorazgo“? El término viene de un sistema de sucesión que garantizaba que las grandes propiedades se quedaran intactas en manos de un heredero varón. Este sistema desapareció en Europa a mediados del siglo XIX, pero dejó su huella en nombres y tradiciones.

La casa también fue hogar de personajes notables, como el virrey Alonso Núñez de Haro y Peralta, quien vivió aquí en 1787. Además, su estilo arquitectónico ha evolucionado con el tiempo: lo que comenzó como una residencia barroca con hermosos balcones terminó adoptando un aire neoclásico que le da un toque europeo del siglo XIX.

Por si la historia no fuera lo suficientemente rica, aquí va un dato curioso: durante la Batalla de Padierna, Antonio López de Santa Anna, en lugar de dirigir la defensa, decidió jugar boliche dentro de esta casa. ¡Nada como priorizar el entretenimiento en momentos clave!

Hoy, aunque la finca original se dividió en varias propiedades —incluyendo el Mercado del Carmen—, la Casa del Mayorazgo de Fagoaga sigue siendo un lugar que atrapa miradas y despierta curiosidad. Así que la próxima vez que pasees por San Ángel, detente un momento frente a esta casona y deja que su historia te transporte a otra época.

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Dirección:
 Calle de la Amargura #15, San Ángel,, Ciudad de México, CDMX

Edificio Seguros Monterrey, un ícono de la arquitectura tardofuncionalista en Polanco

Entre el bullicio de Polanco, una de las zonas más caóticas y lujosas de la Ciudad de México, se alza un auténtico tesoro de la arquitectura moderna: el Edificio Seguros Monterrey. Diseñado en 1962 por el renombrado arquitecto Enrique de la Mora y Palomar, junto con Alberto González Pozo y el ingeniero Leonardo Zeevaert, este edificio no solo es una joya visual, sino también un ejemplo de innovación estructural que desafió los estándares de su tiempo.

¿Sabías que este edificio parece casi flotar en el aire? Esto se debe a su revolucionaria estructura suspendida, misma que fue punto de partida para construir un sinfín de edificios en todo el mundo. En lugar de apoyarse sobre pilares tradicionales, los seis pisos de oficinas cuelgan de dos trabes maestras sostenidas por núcleos de concreto. Gracias a esta ingeniería de vanguardia, el edificio cuenta con amplias plantas libres de más de 1,000 metros cuadrados, ideales para oficinas sin divisiones intermedias. ¡Perfecto para las oficinas del futuro en los años 60!

En la cima, un salón de eventos remata la estructura, ofreciendo vistas privilegiadas de la ciudad. Durante décadas, este espacio fue uno de los favoritos de la alta sociedad para cenas y celebraciones.

La estética del edificio no se queda atrás. Su fachada de vidrio y líneas claras refleja el estilo tardofuncionalista de la época, mientras que su volumetría bien proporcionada lo convierte en un referente de la arquitectura moderna. Con 44 metros de altura y su diseño distintivo, el Edificio Seguros Monterrey marcó un antes y un después en el skyline de Polanco.

Frente al edificio, la imponente escultura Omegaly, creada en 1992 por el artista Sebastián, complementa perfectamente su elegancia. Con casi 12 metros de altura, esta obra se ha convertido en otro símbolo del lugar, ofreciendo un contraste fascinante entre arte y arquitectura.

Aunque hoy en día el edificio alberga oficinas y algunos pisos están en renta, su importancia histórica y arquitectónica sigue intacta. Reconocido como parte del Patrimonio Cultural de la Alcaldía Miguel Hidalgo, el Edificio Seguros Monterrey es un testimonio vivo de la creatividad e innovación que definieron una era.

Así que la próxima vez que pasees por Avenida Presidente Masaryk, tómate un momento para admirar esta obra maestra.

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Dirección:
 Av. Pdte. Masaryk #8, Rincón del Bosque, Polanco V Secc, Ciudad de México, CDMX

Seminario Conciliar, de monasterio histórico a pionero en la educación pública

En pleno corazón de la Ciudad de México, un edificio cargado de historia sigue dejando huella, aunque ahora en un escenario completamente distinto. Se trata del Seminario Conciliar, un espacio que ha pasado de ser un monasterio emblemático del siglo XVII a albergar la primera secundaria pública del país.

Fundado en 1689, el Seminario Conciliar jugó un papel crucial como precursor de la Arquidiócesis de México. Originalmente ubicado al este de la Catedral Metropolitana, se mantuvo en esa sede hasta el siglo XIX, cuando las Leyes de Reforma transformaron radicalmente la relación entre el Estado y la Iglesia.

En 1909, el antiguo monasterio de los Camilos fue elegido para reubicar al seminario, pero la Revolución Mexicana interrumpió las obras, dejando el proyecto inconcluso. Finalmente, en la década de 1920, el edificio adoptó su forma actual: un imponente complejo de tres plantas alrededor de un patio central, con una fachada que combina la elegancia histórica con la funcionalidad.

La Guerra Cristera (1926-1929) marcó el fin definitivo del personal religioso en el edificio. Fue entonces cuando este espacio histórico dio un giro inesperado al convertirse en la sede de la Escuela Secundaria No. 1, creada en 1926 como un experimento pionero de educación pública en México.

Aunque adaptaciones como baños y laboratorios alteraron algunas áreas del antiguo monasterio, su esencia histórica sigue viva. Pasear por el exterior del edificio es asomarse a una época en la que la Ciudad de México era testigo de profundas transformaciones sociales, políticas y culturales.

Hoy en día, el Seminario Conciliar sigue funcionando como una secundaria pública (Escuela Secundaria Diurna N° 1 “Cesar A. Ruiz”), lo que significa que no está abierta al público. Sin embargo, su fachada y su historia son testigos silenciosos de siglos de cambio, desde su origen como epicentro religioso hasta su papel actual en la formación de nuevas generaciones.

La próxima vez que camines cerca de este icónico edificio, toma un momento para reflexionar sobre su fascinante viaje a través del tiempo. ¡No todos los días se encuentra un lugar que haya sido protagonista de tantas historias!

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Dirección:
 Regina #111, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Escuela Nacional de Ciencias Químicas, historia, química y un vecino infame en Azcapotzalco

En la colonia San Álvaro, en Azcapotzalco, se encuentra un complejo de edificios históricos que ha sido testigo de grandes momentos de la historia de México. Conocida como la Escuela Nacional de Ciencias Químicas, este lugar fue la cuna de la primera escuela formal de química del país y, más tarde, hogar de la Facultad de Química de la UNAM.

Fundada el 23 de septiembre de 1916, por decreto del entonces presidente Venustiano Carranza, la escuela nació en plena Revolución Mexicana gracias a la visión del maestro Juan Salvador Agraz. En sus aulas, los estudiantes aprendían sobre grasas, perfumería, fermentaciones, curtidos y cerámica, mientras México comenzaba a dar sus primeros pasos hacia la industrialización.

Durante la expropiación petrolera de 1938, este lugar jugó un papel clave. Sus estudiantes y egresados trabajaron codo a codo con técnicos mexicanos para garantizar que la extracción de hidrocarburos continuara sin interrupciones. ¡Un verdadero hito en la historia nacional!

El complejo, ubicado frente a la Calzada México-Tacuba, fue el hogar de la Facultad de Química hasta 1962, cuando se mudó a Ciudad Universitaria. Pero su legado no terminó ahí: entre 1965 y 1986, el espacio se transformó en una escuela secundaria y, más tarde, volvió a la UNAM, donde ahora se dedica a programas de Educación Continua y estudios de posgrado.

Aunque la química es el corazón de esta historia, hay un dato curioso que muchxs desconocen: el infame Goyo Cárdenas, conocido como el “Estrangulador de Tacubaya“, estudió en esta facultad. Vivía a tan solo unas calles, en la Calle Mar del Norte, y su oscura historia ha dejado una marca que contrasta con el legado científico del lugar.

Hoy en día, la Escuela Nacional de Ciencias Químicas sigue en pie como un testimonio de la evolución educativa y científica de México. Aunque sus laboratorios ya no forman parte de la formación universitaria, el edificio mantiene su grandeza histórica y su conexión con uno de los capítulos más importantes de la educación y la industria nacional.

La próxima vez que pases por la colonia San Álvaro, mira con nuevos ojos este emblemático lugar. ¡Pocos edificios pueden contar una historia tan fascinante!

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Dirección:
 Mar del Norte #5, Colonia San Álvaro, Azcapotzalco, Ciudad de México, CDMX

Panteón Xoco, un espacio de historia, naturaleza y descanso eterno en el Barrio de Xoco

En pleno barrio de Xoco, justo frente a la Cineteca Nacional, se encuentra un lugar que parece sacado de un cuento: el Panteón de Xoco. Con más de un siglo de antigüedad, este rincón es único en su tipo, no solo por la serenidad que emana, sino porque la naturaleza ha hecho de las tumbas su lienzo perfecto.

Aquí, los sepulcros se convierten en improvisadas macetas donde crecen flores y plantas, ya sea de manera salvaje o cuidada. Árboles y ramas se entrelazan con los muros de piedra y ladrillo, creando un paisaje que, más que un camposanto, parece un pequeño vivero. Si buscas algo diferente, este es un lugar que no puedes perderte.

Pero este panteón no solo destaca por su belleza natural; también guarda historias profundas y trágicas. Uno de los episodios más oscuros ocurrió en 1913, cuando el senador chiapaneco Belisario Domínguez fue brutalmente asesinado en este lugar por órdenes de Victoriano Huerta. Su valiente oposición al régimen dictatorial le costó la vida: tras ser ejecutado, su lengua fue cortada como un acto simbólico para silenciar su voz crítica. Este terrible acontecimiento quedó grabado en la memoria colectiva y convierte al Panteón de Xoco en un sitio de enorme relevancia histórica. Además, aquí también descansan figuras ilustres como Francisco Sosa, el célebre escritor campechano. Entre los muros de piedra y la tranquilidad de este cementerio civil, la historia se mezcla con el presente de manera única.

Este panteón es protagonista de las celebraciones de Día de Muertos en la alcaldía Benito Juárez. Con una emotiva ofrenda, se rinde homenaje a colaboradores de la alcaldía fallecidos, incluyendo a quienes perdieron la vida durante la pandemia. El ambiente que se crea en estas fechas es mágico: flores de cempasúchil, música, pan de muerto y un aire festivo que invita a celebrar la vida y recordar con cariño a quienes ya no están. Si visitas el Panteón de Xoco, no olvides apreciar cada detalle: desde la austeridad de sus tumbas, representativa de la arquitectura posrevolucionaria, hasta el esfuerzo constante por mantener este espacio en las mejores condiciones.

El Panteón de Xoco es más que un cementerio, es un reflejo de la cultura, la memoria y la conexión entre la vida y la muerte. Así que, si pasas por ahí, date un respiro para explorar sus senderos cubiertos de vida… ¡literalmente!

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Dirección:
 Av. México Coyoacán #375, Xoco, Ciudad de México, CDMX