Archivos de la categoría Monumentos

Descubre la historia y simbolismos detrás de algunos de los monumentos más emblemáticos y menos conocidos de la CDMX.

Glorieta de San Jerónimo, más que un nudo vial, un símbolo monumental del sur de la CDMX

Si alguna vez has circulado por el sur de la Ciudad de México, seguro te has topado con la Glorieta de San Jerónimo, ese punto de referencia inconfundible gracias a su impresionante asta bandera monumental. Aunque a simple vista podría parecer un cruce más en el complejo laberinto de vías rápidas de la capital, este lugar tiene mucha historia y simbolismo detrás.

Allá por los años 50, esta glorieta nació como una intersección sencilla, pero la llegada del Anillo Periférico en la década de los 60 cambió por completo su entorno. Desde entonces, ha sido testigo de cómo la ciudad se transforma constantemente para adaptarse al crecimiento vehicular y urbano.

A día de hoy, la glorieta no solo conecta importantes vialidades, como el famoso Boulevard Adolfo López Mateos y el segundo piso del Periférico, sino que también marca los límites entre dos emblemáticos barrios: San Jerónimo Lídice-Aculco, al oeste, y Tizapán, al este.

El elemento más icónico de la glorieta llegó en 1997: una bandera monumental que ondea orgullosa en un asta de más de 50 metros de altura. Fue instalada como parte de un proyecto nacional liderado por el presidente Ernesto Zedillo, que buscaba colocar gigantescos lábaros en puntos estratégicos del país.

¿Sabías que esta es una de las tres banderas monumentales que tiene la Ciudad de México? Las otras están en el Zócalo y en Campo Marte. Con unas dimensiones que alcanzan los 25 metros de ancho por 14.3 metros de alto, esta bandera no solo es un símbolo de identidad nacional, sino también un ejemplo de la impresionante ingeniería civil y textil mexicana.

La Glorieta de San Jerónimo tiene un diseño en forma de estrella, cuyo centro alberga una fuente que, aunque oculta por el constante ir y venir de los automóviles, aporta un toque de elegancia y amplitud al espacio. Además, esta glorieta forma parte de las 49 glorietas más conocidas de la Ciudad de México, consolidando su lugar como un punto emblemático del sur de la ciudad.

Como todo en la vida, hasta los monumentos tienen sus momentos difíciles. En octubre de 2018, fuertes vientos provocaron que la bandera se desgarrara tras quedar atorada. Pero ni siquiera este incidente logró opacar su relevancia como un símbolo de la ciudad y de la nación.

La próxima vez que pases por ahí, no olvides levantar la vista y admirar este rincón de historia, modernidad y orgullo mexicano que ondea al ritmo del viento en la Glorieta de San Jerónimo. Porque, como dice el dicho, en la Ciudad de México todo tiene una historia, incluso las glorietas.

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San Jerónimo Lídice, La Magdalena Contreras, Ciudad de México, CDMX

El Pueblo del Sol, un tributo al astro rey en el corazón de la Ciudad de México

Si manejas, ruedas o caminas por Avenida Chapultepec, seguramente te has encontrado con El Pueblo del Sol, una obra monumental que parece contar historias antiguas bajo el bullicio contemporáneo de la capital. Este grupo escultórico, creado por el maestro Gilberto Aceves Navarro en 1991, es mucho más que una pieza de arte público; es un homenaje a las raíces indígenas y su conexión con el Sol, la deidad que marcaba el ritmo de la vida en el México antiguo.

Originalmente, esta obra fue exhibida en el Museum of Contemporary Art de Los Ángeles, pero en 1994 encontró su hogar definitivo en la Ciudad de México. La Avenida Chapultepec, conocida en el mundo náhuatl como “Octpanti Yoliztl” o “calzada de la vida“, fue el lugar perfecto para integrarla al paisaje urbano. Con su pedestal de cemento y su relieve metálico, la escultura parece invitar a las y los transeúntes a reflexionar sobre nuestra identidad y el legado de nuestros ancestros.

El Pueblo del Sol evoca las ceremonias aztecas dedicadas a Tonatiuh, el líder celeste. Según la tradición, cada amanecer era recibido con estas palabras:
“Ha salido el Sol, el que hace el calor, el niño precioso, el águila que asciende, ¿cómo seguirá su camino? ¿cómo haré el día?”

Con esta obra, Aceves Navarro nos recuerda el profundo respeto que las culturas prehispánicas tenían hacia el Sol, no solo como fuente de luz y vida, sino como un símbolo de guía y continuidad.

Gilberto Aceves Navarro (1931-2019) no solo dejó su huella con esta escultura, sino que marcó generaciones como pintor, escultor y profesor en la Academia de San Carlos. Su talento lo llevó a realizar más de 200 exposiciones individuales, incluidas retrospectivas de su obra en recintos emblemáticos como el Palacio de Bellas Artes.

Con El Pueblo del Sol, Aceves Navarro no solo rindió homenaje a nuestras raíces indígenas, sino que también consolidó su lugar como uno de los grandes artistas de México.

Así que, la próxima vez que camines por Chapultepec, detente un momento frente a El Pueblo del Sol. Déjate envolver por la majestuosidad de este homenaje al astro rey y a la identidad indígena que aún brilla en el corazón de nuestra ciudad. Porque, como esta escultura, nuestra historia siempre tiene un lugar bajo el Sol.

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Avenida Chapultepec #440, Roma Norte, Ciudad de México, CDMX

Monumento Hipsográfico, una joya científica olvidada en el corazón de la Ciudad de México

¿Sabías que, justo frente a la majestuosa Catedral Metropolitana, hay una obra de arte que combina historia, ciencia y un toque de drama del pasado? Se trata del Monumento Hipsográfico, una curiosa pieza que no solo rinde homenaje al enigmático Enrico Martínez, sino que también es un símbolo del esfuerzo humano por domar a la naturaleza.

Aunque el lugar de nacimiento de Enrico Martínez sigue siendo un misterio —¿Hamburgo, Holanda o algún rincón desconocido?—, su historia es fascinante. Este cosmógrafo real e ingeniero hidráulico fue encargado en 1607 por el virrey Don Luis de Velasco para resolver un problema que aterrorizaba a la Ciudad de México: las devastadoras inundaciones del valle. Martínez excavó túneles para drenar el agua, pero su ambicioso proyecto enfrentó todo tipo de adversidades. En 1629, un colapso del sistema dejó la ciudad bajo el agua ¡por casi cinco años! Aunque su obra no logró evitar el desastre, Martínez es recordado como un visionario que se atrevió a enfrentar lo imposible.

El monumento, completado en 1881, es obra del escultor Miguel Noreña, con diseño del arquitecto Francisco Jiménez. Su figura central representa alegóricamente a la Ciudad de México, coronando con laureles un pedestal que lleva el nombre de Martínez. Pero aquí no acaba la historia: el pedestal tiene grabadas medidas científicas como el metro, la yarda y la vara, y marcadores del nivel promedio de los antiguos lagos que rodeaban la ciudad, como Xochimilco y Zumpango.

Este detalle es lo que da nombre al monumento: hipsografía, que se refiere a la medición de elevaciones y profundidades en relación al nivel del mar. ¡Ciencia y arte en un mismo lugar!

El Monumento Hipsográfico originalmente estuvo al frente de la Catedral, marcando el inicio de la Calle Moneda. Incluso se pensó como el “kilómetro cero” de México, una referencia para la cartografía nacional. En 1925, fue trasladado a su ubicación actual, al sur de la plaza, donde sigue esperando a que lo descubramos entre la historia y el bullicio de la ciudad.

Además de honrar a un personaje histórico, este monumento es un claro ejemplo de cómo, en el siglo XIX, el arte público se usaba también para enseñar ciencia y tecnología. Es un recordatorio de los esfuerzos por comprender y transformar el entorno, mezclando cultura, innovación y algo de tragedia.

Así que, la próxima vez que pases por el Zócalo, busca este rincón especial. El Monumento Hipsográfico no solo es un tributo a Enrico Martínez, sino un testigo de los retos que la Ciudad de México ha enfrentado —y superado— a lo largo de los siglos. ¡No te lo pierdas!

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Calle Monte de Piedad #7, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Explanada Francisco I. Madero, historia y reflexión en Los Pinos

En un rincón especial del extenso Complejo Cultural Los Pinos, justo en los límites de Chapultepec, se encuentra la Explanada Francisco I. Madero, un espacio que combina historia, simbolismo y un ambiente ideal para desconectarte del bullicio de la ciudad.

Este monumento, presidido por una imponente estatua de Francisco I. Madero sobre un pedestal de mármol, honra al ideólogo y líder de la Revolución Mexicana. Fue construido durante el mandato del presidente Miguel de la Madrid (1982-1988), y su diseño no solo resalta la figura de Madero, sino también la unidad nacional, representada por las 32 banderas de las entidades federativas de México que rodean el lugar.

¿Sabías que este espacio era un punto clave en los años en que Los Pinos era la residencia presidencial? Aquí se llevaban a cabo importantes eventos de estado, como reuniones con líderes internacionales y ceremonias conmemorativas relacionadas con la Revolución Mexicana.

Aunque su pasado está lleno de actos solemnes, hoy la explanada es un lugar perfecto para disfrutar un momento de calma. A menudo descrita como un “parque dentro del parque”, está rodeada por la vegetación de Chapultepec y una fuente semicircular que le da un toque contemplativo. Si estás paseando por la zona y necesitas un respiro del ajetreo de la ciudad, este es el lugar ideal para relajarte.

Además de la explanada, el cercano edificio conocido como la Casa Miguel de la Madrid solía ser el centro de reuniones del gabinete presidencial. Actualmente, se ha reinventado como un espacio cultural donde se presentan exposiciones de arte temporales.

Ya sea que te interese la historia de México, busques un lugar tranquilo para reflexionar o simplemente quieras descubrir otro rincón único de Chapultepec, la Explanada Francisco I. Madero es una parada obligada. Ven a recorrer sus senderos, admira la estatua de este importante líder revolucionario y déjate envolver por el ambiente sereno que la caracteriza.

¿Listx para descubrirla? ¡Atrévete a explorar este pequeño oasis histórico en el corazón de la Ciudad de México!

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Calz. del Rey S/N, Bosque de Chapultepec I Secc, Ciudad de México, CDMX

Monumento a José Rizal, un homenaje al espíritu de libertad filipino en las Lomas

En una de las zonas más tranquilas y caóticas de Lomas de Chapultepec, justo en la intersección de Paseo de la Reforma y Montañas Rocallosas Oriente, se erige el Monumento a José Rizal, un tributo a uno de los más grandes héroes de Filipinas. Este monumento, inaugurado en 1967, nos recuerda el legado de un hombre que desafió el colonialismo español con su pluma, su valentía y su visión de un futuro libre.

José Rizal fue mucho más que un escritor; fue un nacionalista filipino, médico y polímata que luchó contra la tiranía del imperio español en Filipinas. Nació en 1861 y desde joven se dedicó a estudiar y reflexionar sobre la situación de su pueblo. En 1882, se trasladó a Madrid, donde comenzó a estudiar medicina y humanidades. Pero lo que realmente lo hizo famoso fue su obra Noli me tangere, una novela en la que denunciaba los abusos de la iglesia y la opresión colonial. Aunque la obra fue prohibida rápidamente, se convirtió en un símbolo de rebelión e inspiración para la independencia de su país.

El 30 de diciembre de 1896, Rizal fue ejecutado por las autoridades coloniales, pero su sacrificio marcó un antes y un después en la lucha por la independencia filipina. Hoy, su día de ejecución sigue siendo una fecha clave en la historia de Filipinas.

El monumento que honra a Rizal es una obra del escultor Francisco Zúñiga, nacido en Costa Rica y naturalizado mexicano. Esta pieza, realizada en 1962, destaca por la intensidad y sensibilidad que caracteriza a Zúñiga, quien logró capturar la esencia del humanismo y el compromiso de Rizal con la libertad. Su estilo, siempre muy apreciado en México, fue fundamental para transmitir la fuerza de la figura de Rizal a través de la escultura.

Aunque México y Filipinas tienen historias distintas de independencia, con México alcanzando la suya en 1821 y Filipinas en 1898, ambos países comparten una lucha común por la libertad. El Monumento a José Rizal en la Ciudad de México no solo celebra a este líder filipino, sino que también simboliza los lazos históricos y culturales entre ambas naciones.

Si estás en el área, no dejes de pasar por este monumento que, además de ser un referente histórico, es un rincón perfecto para reflexionar sobre la lucha por la libertad y la justicia. La escultura de Rizal, rodeada de la tranquilidad de Lomas de Chapultepec, invita a detenerse y admirar la fuerza de su legado.

¿Te animas a conocerlo? Date una vuelta para descubrir una de las figuras más influyentes de la historia filipina, mientras disfrutas de un espacio lleno de historia y serenidad en el corazón de la Ciudad de México.

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Dirección: 
Montañas Rocallosas Ote., esquina Reforma, Lomas de Chapultepec, Ciudad de México, CDMX

Monumento a Cuitláhuac, un homenaje en el mero corazón de Iztapalapa

En el Centro Histórico de Iztapalapa, específicamente en el sur de la Macroplaza Cuitláhuac, se erige un monumento que honra a uno de los héroes más importantes de la historia mexica: Cuitláhuac II. Este monumento, que está situado sobre un pedestal de ocho lados, es mucho más que una estatua; es un símbolo del legado de resistencia y valentía de este líder que, a pesar de su breve mandato, dejó una huella imborrable en la historia de México.

Cuitláhuac II, quien también es conocido como Cuitlahuatzin, fue el décimo Huey Tlatoani de Tenochtitlán, y gobernó durante un periodo crucial de la historia mexicana en 1520. Después de la muerte de Moctezuma II, Cuitláhuac lideró la feroz resistencia contra la invasión española y tlaxcalteca, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la libertad. Aunque su reinado fue breve, durando apenas 80 días, su valentía y liderazgo lo han convertido en un héroe venerado en Iztapalapa hasta el día de hoy.

La Macroplaza Cuitláhuac no es solo un espacio para recordar la historia de un gran líder, sino que también es el centro cívico y emocional de Iztapalapa. Esta plaza, que forma parte del antiguo atrio de la Iglesia de San Lucas Evangelista, fue completamente remodelada en 2014 para convertirse en uno de los parques más modernos de la ciudad. Con pavimento de granito, amplias áreas peatonales y una gran cantidad de árboles, este espacio es perfecto para una caminata relajante, mientras te sumerges en el ambiente histórico de la zona.

El Monumento a Cuitláhuac es la joya de la Macroplaza. Sobre su pedestal de ocho lados, se encuentran grabados los nombres de los ocho barrios originarios de Iztapalapa, conectando la figura del líder con su tierra natal. Este monumento, además de rendir homenaje a Cuitláhuac II, también refleja la importancia de Iztapalapa en la historia de México, pues fue aquí donde los españoles, liderados por Hernán Cortés, tuvieron su primer encuentro con Moctezuma en 1519.

Si estás en Iztapalapa, no puedes perderte este monumento y su entorno. La zona está rodeada de oficinas gubernamentales y, a solo unos minutos, encontrarás el Mercado Cabecera Iztapalapa, uno de los más importantes de la zona. Además, el Metro Iztapalapa está a tan solo 5 minutos a pie, lo que lo hace fácilmente accesible.

La Macroplaza Cuitláhuac es un lugar donde la historia, la cultura y la modernidad se encuentran. Es el espacio ideal para conocer más sobre uno de los más grandes héroes mexicas, mientras disfrutas de la tranquilidad de un parque remodelado. Si quieres conocer más sobre la historia de Iztapalapa y de México, este monumento es una parada imprescindible.

¡No lo dudes! Visita la Macroplaza Cuitláhuac, un lugar lleno de historia, símbolos y una energía única que conecta el pasado con el presente de una de las alcaldías más importantes de la Ciudad de México.

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Dirección: 
Aldama, Barrio San Pablo, Iztapalapa, Ciudad de México, CDMX

Glorieta de Popocatépetl, un rincón encantador y casi escondido de la Condesa

En el antiguo Hipódromo de la Condesa, entre calles curvas y la vibra ecléctica del barrio, se encuentra un pequeño tesoro urbano: la Glorieta de Popocatépetl. Esta singular rotonda, rodeada de un aire casi místico, ha sido un punto de referencia para residentes y transeúntes durante casi un siglo, aunque no es raro que alguien pase de largo sin descubrirla.

La protagonista de este espacio es una fuente diseñada en 1927 por el arquitecto José Gómez Echeverría, quien plasmó un estilo tardo-simbolista con claras influencias del Art Déco y del Art Nouveau. Este diseño la vincula con el cercano Foro Lindbergh del Parque México, inaugurado ese mismo año. Entre azulejos y detalles ornamentales, la fuente sorprende como un oasis inesperado, listo para cautivar a todxo aquél/aquella que se aventura por las calles de este emblemático barrio.

Popularmente conocida como “La Bomba“, la fuente de la glorieta parece vivir en un espacio casi liminal, como si se escondiera a propósito en su propia quietud. Incluso los vecinos más veteranos de la Condesa pueden olvidar su ubicación exacta, lo que añade un toque de misterio a su historia.

La Glorieta Popocatépetl también tiene “hermanas” que la acompañan en espíritu: las glorietas de Iztaccíhuatl y Citlaltépetl, ambas situadas en la Avenida Ámsterdam. Juntas, estas tres rotondas rinden homenaje a los grandes picos volcánicos de México, aunque aquí, el Popocatépetl se alza solitario, como un vigilante silencioso en el extremo norte del barrio.

Ubicada al final de la corta calle Popocatépetl, esta glorieta no sólo ofrece un respiro visual en medio de las calles curvas del Hipódromo, sino que también marca un punto de transición entre las colonias Roma y Condesa. Está a solo unas cuadras de la bulliciosa Avenida Álvaro Obregón y la siempre activa Insurgentes, pero mantiene su atmósfera tranquila, como un secreto bien guardado.

Así que, si alguna vez te encuentras explorando la Condesa, no te pierdas la oportunidad de visitar esta pequeña joya y descubrir los restaurantes y cafés que la rodean. Detente un momento en su glorieta, admira los detalles de la fuente y deja que su encanto casi olvidado te envuelva. ¡Quizás encuentres un nuevo rincón favorito para contemplar la belleza histórica de la Ciudad de México!

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Dirección: 
Plaza Popocatépetl, Colonia Hipódromo, Ciudad de México, CDMX

Monumento a los Defensores de Churubusco, conmemorando a los héroes mexicanos de 1847

Si alguna vez paseas por el sur de la Ciudad, cerca de Coyoacán y de Churubusco, tienes que visitar el Museo Nacional de las Intervenciones, en el antiguo convento de Churubusco, y después descubrir una joya histórica, el Monumento a los Defensores de Churubusco. Este imponente tributo, levantado en 1856, nos recuerda la valentía de quienes enfrentaron la invasión estadounidense en la heroica batalla del 20 de agosto de 1847.

Imagina el escenario: un enfrentamiento entre 1,400 valientes mexicanos contra un ejército estadounidense de 8,500 soldados. Aunque desigual en número y armamento, los mexicanos, liderados por figuras como el general Pedro María Anaya (General Anaya) y el teniente coronel Francisco Peñuñuri, lucharon hasta el último cartucho. ¿La frase icónica de esta batalla? “Si hubiera parque, no estaría usted aquí.”

El monumento, una obra maestra de mármol diseñada por los hermanos Tangasi bajo la dirección del arquitecto Vicente Manero, es un espectáculo por sí mismo. Rodeado por sauces llorones, alberga los restos de héroes como Francisco Peñuñuri, Luis Martínez de Castro y José Revilla y Pedreguera, este último también fue pieza clave en su construcción.

Cada 20 de agosto, este sitio cobra vida con emotivas ceremonias cívicas. Con gaitas resonando en honor al Batallón de San Patricio*, discursos patrióticos y una ofrenda floral, lxs visitantes no solo reviven la historia, sino que también celebran la resistencia y el sacrificio de los defensores.

El Monumento a los Defensores de Churubusco es mucho más que mármol y memoria: es un símbolo de la lucha por la soberanía nacional, un recordatorio de valentía ante la adversidad y un lugar donde la historia sigue viva. ¡No pierdas la oportunidad de visitarlo y sumergirte en este episodio heroico de México!


*Compuesto principalmente por irlandeses y europeos, luchó valientemente al lado de México durante la invasión estadounidense de 1847, defendiendo el Convento de Churubusco y sacrificándose por la causa mexicana.

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Dirección: 
Plazuela San Diego Churubusco s/n, San Diego Churubusco, Ciudad de México, CDMX

Pájaro XIII, reviviendo el legado de Juan Soriano en Ciudad Universitatria (UNAM)

¡El arte monumental y la naturaleza se encuentran en Pájaro XIII, la imponente escultura de Juan Soriano que adorna los terrenos de Ciudad Universitaria! Con más de 5 metros de altura, esta obra monumental no solo captura la majestuosidad de un ave en pleno vuelo, sino que también rinde homenaje al legado artístico de uno de los creadores más destacados de México.

Inaugurada en 2007, un año después del fallecimiento de Soriano, Pájaro XIII es parte de una serie que el artista desarrolló en sus últimos años de vida. Además de embellecer la UNAM, sus “aves” también han conquistado espacios emblemáticos como la Ciudad Universitaria de París y el Museo Reina Sofía en España, mostrando el alcance internacional de su talento.

Juan Soriano, prodigio desde su juventud, dejó una huella imborrable en la pintura, la escultura y el teatro. Condecorado con la Legión de Honor de Francia y ganador del Premio Nacional de Arte de México, Soriano empezó a esculpir sus monumentales piezas mientras vivía en Roma en los años 70. Pero su conexión con la UNAM viene de mucho antes: ¡expuso por primera vez en este campus en 1936!

Aunque Pájaro XIII brilla con luz propia, no hay que confundirla con las esculturas vecinas del Espacio Escultórico ni con las piezas de la Ruta de la Amistad que comienzan cerca de ahí. Esta obra, ubicada en el circuito Mario de la Cueva, es un tributo único a la creatividad y el vuelo de la imaginación que representa la universidad y el arte mexicano.

¿Ya conoces esta ave monumental? Si no, ¡es el momento perfecto para pasear por CU y dejarte maravillar!

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Dirección: 
Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán, Ciudad de México, CDMX

Fuente de las Ranas, un rincón de Sevilla en al Bosque de Chapultepec

¡Prepárate para conocer uno de los rincones más encantadores de Chapultepec! La Fuente de las Ranas, con su vibra alegre y colorida, ha sido un punto favorito del Bosque durante más de 100 años. Pero, ¿sabías que esta belleza es una réplica exacta de una fuente sevillana del Parque María Luisa? Sí, ¡es un pedacito de España en pleno corazón de la Ciudad de México!

Todo comenzó en 1921, cuando Miguel Alessio Robles, embajador de México en España, encargó esta obra como símbolo de amistad entre ambos países. Originalmente estaba cerca de la entrada principal del Bosque de Chapultepec, pero después fue reubicada detrás del Zoológico, en el cruce de La Milla y Chivatito, donde sigue robándose las miradas.

La fuente, revestida con azulejos sevillanos, está rodeada de ocho simpáticas ranas de porcelana verde y gris, que lanzan delgados chorros de agua por sus bocas. En el centro, un pato y una tortuga de bronce completan esta escena tan pintoresca. Es una verdadera joya que combina arte, historia y un toque juguetón que encanta a grandes y pequeñxs.

No te pierdas la oportunidad de admirar esta fuente que, junto con su homóloga en Sevilla, ha sobrevivido al paso del tiempo con su diseño original intacto. Un paseo por Chapultepec nunca está completo sin detenerse a disfrutar de este mágico lugar. ¡No olvides tomar una foto con estas coquetas ranas!

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Dirección: 
Avenida Heróico Colegio Militar, Bosque de Chapultepec I, Ciudad de México, CDMX