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Metro Refinería, descubre la historia y curiosidades de la icónica estación del Metro de la CDMX

La Estación Refinería de la Línea 7 del Metro de la Ciudad de México no solo es un punto de tránsito diario, ¡es toda una cápsula de historia y cultura! Ubicada en la zona norponiente, entre las alcaldías Azcapotzalco y Miguel Hidalgo, esta estación conecta con algunos de los sitios más emblemáticos de la ciudad y tiene un trasfondo fascinante que vale la pena conocer.

El nombre de la estación es un tributo a la Refinería 18 de Marzo, que operó en esta área desde 1934 hasta su cierre en 1991. Esta planta fue originalmente construida por la Mexican Eagle Petroleum Company (subsidiaria de Royal Dutch Shell) y fue un punto clave en la industria petrolera mexicana. En 1938, el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo, y la refinería pasó a manos del gobierno mexicano, cambiando su nombre en honor a la expropiación del 18 de marzo de ese mismo año. Así, la refinería comenzó a producir para el país, y su legado sigue presente en la memoria colectiva de México.

Si miras el logo de la estación Refinería, notarás tres grandes contenedores, una representación de los depósitos de petróleo que caracterizaban el paisaje de la antigua planta de Pemex en Azcapotzalco. Es un símbolo que transporta a las y los pasajeros a la época en que el petróleo mexicano comenzaba a tomar relevancia a nivel global, y un guiño a los orígenes industriales de esta área.

Hoy, donde una vez estuvo la refinería, se extiende el popular Parque Bicentenario. Este enorme espacio verde es el resultado de un ambicioso proyecto de recuperación ambiental que comenzó en 1995. Para la creación del parque, fue necesario demoler la planta y realizar una limpieza exhaustiva del suelo, ya que estaba contaminado después de años de actividad industrial. Ahora, el parque es uno de los pulmones de la ciudad y un lugar favorito para caminatas, picnics y eventos culturales, atrayendo a miles de visitantes nacionales e internacionales que, en su recorrido, aprovechan para conocer la Estación Refinería.

Refinería tiene una característica especial: es una de las estaciones más profundas de la red. Por ello, el descenso y la salida pueden sentirse como un viaje subterráneo al pasado industrial de México. Otra particularidad es su salida única: al construirse la estación, no hubo acceso disponible en dirección a Barranca del Muerto debido a que los terrenos aún pertenecían a la refinería. Así que, ¡no te preocupes si te parece que tiene una sola salida grande; es parte del diseño original!

La Estación Refinería, más allá de ser solo una parada del Metro, es una ventana a un capítulo crucial de la historia mexicana. Con su ubicación estratégica y sus referencias al legado de la industria petrolera, esta estación nos recuerda cómo el progreso y el respeto por el medio ambiente pueden ir de la mano en un espacio renovado y lleno de vida. ¡No te pierdas la oportunidad de explorarla!

Metro Tacuba, la historia de la icónica estación de Metro de CDMX

¡Esto es el Metro Tacuba, una estación llena de historia y sabor local en el corazón de la alcaldía Miguel Hidalgo! Tacuba, uno de los puntos de conexión de las Líneas 2 y 7, no es solo una parada en tu trayecto, sino una puerta a la riqueza cultural del pasado y presente de la Ciudad de México.

El nombre “Tacuba” proviene del náhuatl Tlacopan, que significa “tierra florida” —¡por eso su logotipo tiene tres flores! Pero este lugar tiene aún más historia: Tlacopan era uno de los reinos de la Triple Alianza junto con Tenochtitlán. Así que, al pisar Tacuba, ¡estás parado sobre un legado que se remonta a los tiempos prehispánicos!

Una de las salidas de la estación te lleva directamente a la Parroquia de San Gabriel Arcángel, donde encontrarás una figura del Niño Jesús que, con frecuencia, es vestida con el uniforme de la Selección de fútbol de México —¡una tradición que encanta tanto a locales como a visitantes! Además, en las inmediaciones de la estación se encuentra un busto en honor al tenor español Plácido Domingo, una muestra más de la diversidad cultural que abunda en esta zona.

Tacuba no siempre fue una simple estación intermedia. Cuando abrió en 1970, ¡era la terminal de la Línea 2! No fue hasta 1984 que esta línea se amplió hasta Cuatro Caminos, y en 1988 la Línea 7 también extendió su servicio hasta El Rosario, consolidando a Tacuba como un punto clave en el sistema de transporte de la ciudad.

El área alrededor de la estación es vibrante y bulliciosa, con un mercado tradicional que invita a explorar productos frescos y platillos locales. Además, puedes tomar combis y autobuses para llegar a puntos de interés cercanos, como el centro de Azcapotzalco o el norte de la alcaldía Miguel Hidalgo. Ya sea que vayas al tianguis, al mercado o simplemente quieras un vistazo a la historia, Tacuba te ofrece un panorama de la vida cotidiana en la Ciudad de México con un toque de su antiguo esplendor.

Así que la próxima vez que pases por Metro Tacuba, ¡no solo pienses en hacer una conexión de líneas! Haz una conexión con el pasado y presente de este rincón de la ciudad que, con su “tierra florida“, te recuerda que cada parada tiene su historia.

Metro Constiutyentes, un tributo a la lucha por la justicia y libertad en Chapultepec

El Metro Constituyentes, ubicado en la Línea 7 de la Ciudad de México, tiene un nombre que homenajea a las Constituciones de 1824, 1857 y 1917, fundamentales en la historia del país. La imagen de la estación, que representa un libro y una pluma, simboliza el trabajo de los congresos constituyentes y su compromiso con los ideales de justicia y libertad que hoy nos rigen.

Al salir de la estación, te encuentras en la alcaldía Miguel Hidalgo, justo al lado de la Avenida Constituyentes, una arteria que conecta con sitios históricos y modernos de la CDMX. A pocos pasos, puedes explorar el pulmón verde del Bosque de Chapultepec, un lugar perfecto para quienes buscan cultura y naturaleza en un solo sitio. Además, si quieres profundizar en la historia, el Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec te espera cerca de aquí.

La estación también tiene una ubicación privilegiada para quienes se trasladan al poniente de la ciudad. Desde Constituyentes, tienes fácil acceso a varias rutas de transporte público, incluyendo conexiones con el ECOBUS que llega hasta Santa Fe, y la terminal de la Línea 3 del Cablebús en Los Pinos, ideal para quienes buscan desplazarse de forma rápida y ecológica.

¿Sabías que esta zona fue clave en la época revolucionaria? La lucha por la justicia y el constitucionalismo fue encabezada por Venustiano Carranza, quien lideró el movimiento tras el asesinato de Francisco I. Madero. Esta estación nos recuerda esa etapa histórica y el impulso que llevó a la creación de la Constitución de 1917, la cual sigue siendo la base de nuestras leyes.

En resumen, Metro Constituyentes no solo te lleva a tu destino, sino que te conecta con la historia y el corazón cultural de la ciudad.

Metro San Pedro de los Pinos, un lugar lleno de historia prehispánica y colonial en CDMX

La estación San Pedro de los Pinos, ubicada en la colonia del mismo nombre, es una de las paradas más representativas de la Línea 7 del Metro de la Ciudad de México. A lo largo de los años, esta estación se ha convertido en un punto de conexión no solo para lxs viajerxs que se trasladan al sur de la ciudad, sino también para aquellxs interesadxs en explorar la historia, la cultura y los encantos de una de las zonas más queridas por sus residentes.

El nombre de la colonia, y por ende de la estación, tiene sus raíces en el pasado colonial de la ciudad. A finales del siglo XIX, el área era un terreno fértil de grandes haciendas y rancherías, con una gran abundancia de pinos. Fue en este entorno donde los frailes dominicos construyeron una ermita dedicada a San Pedro, dando lugar al nombre “San Pedro de los Pinos”. La zona creció en torno a la ermita, y a medida que el tiempo pasó, la colonia comenzó a expandirse hacia el sur, hasta convertirse en lo que es hoy: una de las zonas más emblemáticas de la alcaldía Benito Juárez.

El logotipo de la estación refleja este legado natural, con la silueta de un pino que representa la abundancia de estos árboles en la zona durante siglos. Aunque hoy en día los pinos ya no dominan el paisaje, su figura sigue siendo un símbolo de la historia de la colonia.

Hoy en día, San Pedro de los Pinos es una zona residencial llena de vida y de historia, con una población que aprecia su tranquilidad y su cercanía a diversos puntos de la ciudad. La estación, que recibe a más de 11,000 pasajeros diarios, es la puerta de entrada a un lugar donde la modernidad y la tradición se encuentran en armonía. Desde aquí, lxs visitantes pueden disfrutar de una gran variedad de actividades: un recorrido por el mercado local, una visita al Centro Cultural Pirámide o incluso una caminata por las calles de la colonia, que mantienen un aire de barrio muy especial.

Además de ser un centro urbano, San Pedro de los Pinos es un lugar con una rica historia arqueológica, evidenciada en uno de los sitios más importantes de la zona, el cual sigue siendo un testimonio del pasado prehispánico de la ciudad. Lxs turistas y locales por igual disfrutan de esta mezcla de lo antiguo y lo moderno, donde siempre hay algo nuevo por descubrir.

Así que, la próxima vez que tomes el metro en la estación San Pedro de los Pinos, no solo estarás viajando entre estaciones, sino que estarás recorriendo un pedazo de historia de la Ciudad de México. ¡No te pierdas la oportunidad de explorar este encantador rincón de la ciudad!

Estación Potrero, la historia detrás del nombre de este metro y metrobús

No hay duda de que una de las formas más fascinantes de explorar la Ciudad de México y su rica historia es a través de sus estaciones de Metro y Metrobús. Detrás de cada uno de estos nombres y logotipos se esconden relatos que reflejan el México del pasado. Algunas estaciones llevan el nombre de personajes importantes, mientras que otras evocan anécdotas y eventos históricos que han contribuido a forjar nuestra identidad nacional. En algunos casos, los nombres rinden homenaje a lo que existía en esos lugares en tiempos anteriores, ofreciendo una ventana única al legado de la ciudad.

Por otro lado, debes saber que la Real Academia Española (RAE) define un “potrero” como un sitio destinado a la cría y pasto de ganado caballar. ¿Ya te imaginas de qué estación de Metro y Metrobús voy a hablarte? ¡Así es! Hablemos brevemente de la Estación Potrero. Esta estación recibe su nombre porque la zona delimitada por las colonias Industrial y Capultitlán solía funcionar como un potrero hace más de un siglo.

En el México del Porfiriato, una de las actividades recreativas más importantes entre la crema y nata de la sociedad eran las carreras de caballos. En aquel entonces, estas se improvisaban en los terrenos de San Lázaro o del Rancho de Nápoles (cerca de la Piedad). Sin embargo, a finales del siglo XIX, el General Pedro Rincón Gallardo fundó la Sociedad Mexicana de Carreras de México (Jockey Club), logrando asociarse con personajes de alcurnia como Porfirio Díaz Ortega (hijo del presidente), José Yves Limantour (Secretario de Hacienda y Crédito Público) y Hugo Scherer (minero alemán y abuelo de Julio Scherer), entre otros. A raíz de esta sociedad, compró a Soledad Azcárate de Tayera un terreno de 600,000 metros cuadrados al poniente de Garita de Peralvillo, donde se construyó el Hipódromo de Peralvillo.

A pesar de que el hipódromo era bastante grande y contaba con todos los servicios, no contaba con suficiente espacio para que los caballos pastaran en sus instalaciones. Por suerte, a unos dos kilómetros al norte había enormes pastizales, donde se decidió construir el potrero para criar y alimentar a los caballos que competirían en el hipódromo. Estos terrenos hoy ocupan parte de la Colonia Industrial y la Capultitlán (y otras colonias más). Aunque el hipódromo fue desmantelado en 1913 y los terrenos de Potrero se utilizaron para construir la colonia Industrial en los años treinta, el nombre de Potrero se quedó en el imaginario colectivo durante varias décadas. Así, cuando se construyó la Línea 3 del Metro, se bautizó como Potrero a la estación ubicada justo en esta zona.

Cercana a la estación Potrero, puedes explorar interesantes lugares como la Iglesia de la Pasión, una hermosa edificación del siglo XX que es un punto de referencia en la colonia Guadalupe Insurgentes. Además, no te pierdas el Parque de la Pasión, que conserva vestigios del antiguo atrio de una iglesia más antigua y es un lugar ideal para disfrutar de un poco de naturaleza en medio del bullicio citadino. Además, justo saliendo de la estación se encuentra la colonia Industrial, la primera colonia planificada científicamente (según la publicidad de la época) y en la que, además de encontrarte con bellas casas de arquitectura colonial californiana y parques llenos de vida, como el María Luisa, encontrarás una interesantísima oferta gastronómica que vale la pena conocer. Además, al oeste, podrás la colonia Calputitlán, un pueblo originario, ofrece un vistazo al pasado, aunque hoy se encuentra prácticamente en el olvido e integrado a la gran metrópoli.

Así que la próxima vez que pases por la Estación Potrero, recuerda que detrás de su nombre hay un legado que une historia, cultura y modernidad en medio del caos de la Ciudad de México.

Avenida y Estación del Metro Balderas, un recorrido por la historia de México desde la prehistoría hasta la modernidad

Aunque es una calle relativamente pequeña (de 1 kilómetro aproximadamente), la Avenida Balderas es una de las vías más importantes de la Ciudad de México. No lo digo solo por los pocos de autos que transitan a diario, sino porque se ha convertido en un centro neurálgico para quienes usan el transporte público, en particular las líneas 1 y 3 del Metro, así como la Línea 3 del Metrobús. Pero la relevancia de Balderas no es solo funcional, sino también histórica, ya que cuenta con más de 10,000 años de historia. ¿Quieres saber más sobre la Avenida Balderas y su emblemática estación del Metro? Acompáñame en este recorrido por su fascinante pasado.

Balderas es mucho más que una avenida transitada. Es un corredor lleno de historia y cultura, donde el pasado y el presente de la capital se entrelazan. Si alguna vez has caminado por sus banquetas o cruzado la Alameda Central, seguramente habrás notado los edificios y monumentos que han sido testigos del crecimiento de la ciudad a lo largo de los siglos.

Nombrada en honor a Joaquín de Balderas, quien jugó un papel clave en la construcción de infraestructura pública en el siglo XIX, esta avenida ha sido testigo de diversas transformaciones que acompañaron el proceso de urbanización de la Ciudad de México. Hoy es famosa por sus conexiones con algunos de los puntos culturales más importantes de la ciudad, pero su historia va mucho más allá de su función actual.

Los inicios prehistóricos de Balderas

Para hablar de la historia antigua de la Avenida Balderas, debemos viajar a 1968. Durante la construcción de las líneas 1 y 3 del Metro, un grupo de trabajadores encontró restos humanos, lo que en su momento pudo haber sido un escándalo. Tras una investigación a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se determinó que los restos pertenecían a un hombre que vivió hace entre 10,500 y 11,000 años. Este hallazgo, ubicado entre las calles de Independencia y Juárez, llevó a que se bautizara a este individuo como El Hombre de Balderas. Aunque estos restos no están disponibles en ningún museo, forman parte de la rica historia arqueológica de la ciudad.

El Convento de San Diego y la Alameda Central

La Avenida Balderas inicia en el cruce con Paseo de la Reforma, justo donde se encuentra el Convento de San Diego, uno de los más antiguos de la ciudad, que data del siglo XVII. Este convento fue testigo del crecimiento de la capital virreinal y de las transformaciones que siguieron a la Independencia de México. Aunque gran parte del convento ha desaparecido, la iglesia de San Diego y algunos restos del antiguo edificio aún se mantienen en pie, justo a un costado de la avenida y hoy en día puedes visitarlos como el Laboratorio Arte Alameda, un espacio de experimentación artística y tecnológica que conserva la escencia arquitectónica del lugar.

La historia del convento está estrechamente vinculada a la orden de los franciscanos, quienes lo administraron durante siglos. Además, el convento fue un punto de referencia importante para las y los habitantes de la Ciudad de México antes de que la modernización transformara este espacio en un área más comercial. Además, justo en el atrio de este convento, donde inicia la Alameda Central, se colocó el quemadero de las brujas durante la Inquisición.

Y, hablando de la Alameda Central, no está de más decir que Balderas es una de las calles limítrofes de la Alameda, el parque público más antiguo de América Latina. Este espacio verde ha sido un lugar de recreo y esparcimiento desde su creación en el siglo XVI. Caminar por la Alameda mientras se aprecia la vista de la Torre Latinoamericana y el Palacio de Bellas Artes es una experiencia única que refleja la mezcla de modernidad e historia que caracteriza a esta zona de la ciudad.

La Ciudadela, la Cárcel de Belén y la Decena Trágica

Uno de los edificios más importantes e interesantes de la Avenida Balderas es La Ciudadela, una impresionante construcción que fue encargada por el vierrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, para que sirviera como la Real Fábrica de Puros y Cigarros de México. El Virrey le pidió al ingeniero militar Miguel Constanzó que tuviera aspecto de fortaleza y, a pesar de que Constanzó empezó el proyecto, fue Miguel Mascaró quien lo llevó a cabo en 1788. La construcción de la fábrica tuvo muchos retrasos y no se terminó hasta 1807; y, a pesar de ser un gran logro del gobierno, la fábrica no funcionó mucho tiempo pues, para 1815 se adapta para convertirse en la infame Cárcel de Belén. De hecho, fue en esta cárcel donde José María Morelos pasó sus últimos días, antes de ser fusilado en Ecatepec. Tras la Independencia, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero siguieron usando este edificio como cuartel y depósito de armamento.

La Ciudadela continuó funcionando como cuartel militar durante un siglo más. Es por eso que, en 1913, durante la parte más sangrienta de la Revolución Mexicana, Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz, tomó la plaza por su ubicación estratégica e infraestructura. En esos días, Victoriano Huerta, quien luchaba en el ejército de Francisco I. Madero, fingió sitiar el inmueble para ganarse la confianza del general Madero. Sin embargo, lo que nadie esperaba era que le mismísimo Huerta era aliado de Félix Díaz y terminaría traicionando al presidente Madero, fusilándolo junto a su hermano Gustavo A. Madero. El resto es historia.

Hoy en día, lo que queda del edificio de La Ciudadela o la Cárcel de Belén es la sede del Centro de la Imagen y de la Biblioteca México. Y, frente a la plaza que da al edificio, el gobierno construyó el Mercado de la Ciudadela, un mercado de artesanías con el que se buscó atender las necesidades de las y los extranjeros que llegaron a México para las Olimpiadas del 68. Por si fuera poco, la Plaza de la Ciudadela se ha convertido en un importante mercado de coleccionistas y punto de encuentro para adultos mayores que llegan todos los fines de semana a bailar danzón.

El legendario Metro Balderas y su cañón

Por supuesto, no podemos hablar de la Avenida Balderas sin mencionar la famosa estación del Metro Balderas, inmortalizada por Rockdrigo González en su canción “Metro Balderas” (1982), popularizada por El Tri en 1985. Esta estación, que conecta las líneas 1 y 3 del Metro, es transitada por miles de personas cada día, y su logotipo —un cañón— no tiene ninguna relación con Joaquín Balderas. ¿Te preguntas a qué hace alusión el cañón?

El cañón que aparece en el logotipo de la estación se inspira en los eventos de la Decena Trágica, cuando La Ciudadela fue tomada por las fuerzas de Félix Díaz y Victoriano Huerta, quienes fortificaron el edificio con cañones. Lance Wyman, el diseñador de la iconografía del Metro, eligió este símbolo como referencia a esos hechos históricos ocurridos a unos pasos de la estación.

Ahora que conoces la historia de la Avenida y Estación del Metro Balderas (ahí donde deje embarrado mi corazón 🎶🎶) vale la pena que, cuando vuelvas a pasar por esta avenida, ya sea en carro, metrobús o a pie, te fijes en los diferentes edificios que se encuentran en ella e imagines todas las historiasa que pudieron ocurrir en ellos.

Metro Camarones, el origen del nombre y la cultura de la zona

El Metro Camarones es una de las estaciones más singulares y fotografiadas del Sistema de Transporte Colectivo de la Ciudad de México. Ubicada en la Línea 7 del Metro, esta estación no solo es un punto clave para miles de pasajerxs diarios, sino también un portal a la rica historia de Azcapotzalco, una de las zonas más antiguas de la capital. ¿Alguna vez te has preguntado por qué se llama así esta estación y la avenida que se encuentra justo afuera? ¡Acompáñame a descubrirlo!

Contrario a lo que su nombre podría sugerir, el Metro Camarones no está relacionado con la industria camaronera ni con un mercado o restaurante de mariscos. En realidad, su nombre proviene de la Avenida Camarones, que a su vez se debe a un antiguo pueblo de la época colonial que se especializaba en la recolección de acociles, también conocidos como camarones de agua dulce.

Este pueblo se encontraba en el Camino Real, una ruta que comenzaba en San Salvador Xochimanca y conectaba con varios pequeños asentamientos en lo que hoy es Azcapotzalco. Los habitantes de este pueblo se ganaron su nombre y sustento recolectando los “camarones” que poblaban los ríos de la región, los cuales desembocaban en el Río Consulado y, finalmente, en el Lago de Texcoco. Los crustáceos de agua dulce se preparaban envueltos en hojas de maíz, y es muy probable que también se usaran para hacer tamales, un platillo tradicional que ha perdurado a lo largo de los siglos.

Inaugurada el 22 de diciembre de 1988, la estación Camarones se encuentra en una ubicación estratégica que facilita el acceso a varias atracciones culturales en Azcapotzalco. A pesar de su construcción moderna, la estación se encuentra en realidad dentro del asentamiento originario de San Francisco Tetecala, uno de los 25 asentamientos históricos de la gran Azcapotzalco. Este hecho refuerza la conexión de la estación con la rica historia de la zona.

A solo tres minutos a pie de la estación, los visitantes pueden encontrar la pequeña iglesia de San Francisco Tetecala, un sitio que ofrece un vistazo al pasado colonial y religioso de la región. Esta proximidad hace de Camarones una parada obligada para aquellxs interesadxs en explorar las raíces culturales y religiosas de la Ciudad de México.

El Metro Camarones no solo es un punto de tránsito, sino también una puerta de entrada a algunos de los tesoros culturales de Azcapotzalco. La estación es frecuentada por quienes visitan la Casa de Cultura Azcapotzalco y el Jardín Miguel Hidalgo, ambos ubicados en el área del Centro Histórico de Azcapotzalco. Estos sitios son conocidos por albergar eventos culturales, exposiciones artísticas y actividades comunitarias que celebran la rica herencia cultural de la zona.

La Catedral de Azcapotzalco, otro sitio de gran relevancia, se encuentra a poca distancia de la estación. Este templo, con su imponente arquitectura y su profundo significado histórico, es un testimonio de la importancia de Azcapotzalco en la historia de la Ciudad de México.

Cada día, el Metro Camarones recibe a aproximadamente 15,000 pasajerxs, lo que refleja su importancia como nodo de transporte en la zona norte de la ciudad. Sin embargo, más allá de su función práctica, la estación es un ejemplo de la maravillosa ingeniería de construcción del metro de la CDMX, y su diseño moderno convive en armonía con la historia antigua de la región.

El Metro Camarones es más que una simple estación; es un lugar cargado de historia, cultura y significado. Su nombre, que nos remonta a un pueblo colonial especializado en la recolección de camarones de agua dulce, es un recordatorio de las raíces históricas de Azcapotzalco. Desde su inauguración en 1988, la estación ha servido como un punto de conexión no solo para los viajeros, sino también para quienes buscan explorar la riqueza cultural de la Ciudad de México. Ya sea por su conveniente ubicación cerca de importantes atractivos culturales o por su intrigante historia, el Metro Camarones es una estación que merece ser visitada y fotografiada.

Así que la próxima vez que viajes por la Línea 7, tómate un momento para apreciar la historia detrás de Camarones, y descubre cómo esta estación es mucho más que un simple lugar de tránsito; es un puente entre el pasado colonial de la ciudad y su vibrante presente urbano.

Metro el Rosario, un recorrido por la historia y transformación de una comunidad

El Sistema de Transporte Colectivo (STC) de la Ciudad de México no solo conecta a millones de personas a diario, sino que también teje una red de historias que nos permiten entender mejor el pasado y la identidad de la ciudad. Una de las estaciones más emblemáticas de esta red es El Rosario, ubicada en la Línea 6 y Línea 7, y conocida por ser la terminal norte de ambas líneas. Pero, ¿qué se esconde detrás de este nombre tan evocador?

La estación de metro El Rosario toma su nombre de la colonia y la unidad habitacional que la rodean, ambas conocidas como El Rosario. Sin embargo, el nombre tiene raíces más profundas que se remontan a la época colonial, específicamente al siglo XVI, cuando la orden de los jesuitas estableció una gran extensión de tierras en las cercanías de Azcapotzalco. En estas tierras, los jesuitas levantaron un monasterio y una iglesia, que pusieron bajo la advocación de la Virgen del Rosario. Esta devoción mariana, muy extendida en el catolicismo, se materializó en el nombre que se le dio a la zona: El Rosario.

El rosario, como objeto religioso, es un conjunto de cuentas utilizado para la práctica de la oración, y su significado trascendió a tal punto que dio nombre a toda la región. El ícono de la estación de metro El Rosario representa precisamente estas cuentas de un rosario, un símbolo que evoca la fe y la tradición religiosa que marcaron el origen del lugar.

De la expulsión de los jesuitas a la hacienda de El Rosario

La historia de la zona dio un giro significativo en 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados de México por orden del rey Carlos III de España. Tras la expulsión, las tierras que pertenecían a la orden religiosa fueron subastadas, y muchas de ellas fueron adquiridas por ricos mineros de la época. Uno de estos acaudalados compradores fue Pedro Romero de Terreros, primer conde Marqués de San Cristóbal y San Francisco, quien obtuvo el latifundio de El Rosario, convirtiéndolo en una hacienda próspera.

La hacienda de El Rosario, bajo la propiedad de Romero de Terreros, se convirtió en un importante centro de actividad agrícola y ganadera en la región. Sin embargo, con el tiempo, la hacienda fue fraccionada y sus tierras se dividieron, dando lugar a lo que hoy conocemos como la Unidad Habitacional El Rosario, una de las más grandes de la Ciudad de México.

La estación El Rosario: un punto de encuentro

Inaugurada el 29 de noviembre de 1988, la estación de metro El Rosario se convirtió en un nodo crucial para el transporte público en la zona norte de la ciudad. Al ser la terminal de las líneas 6 y 7, la estación no solo sirve a los residentes de la Unidad Habitacional El Rosario, sino también a una gran cantidad de personas que se desplazan desde y hacia los municipios del Estado de México.

El Rosario es un ejemplo perfecto de cómo los nombres de las estaciones del metro de la Ciudad de México no solo indican una ubicación geográfica, sino que también cuentan una historia de transformación y evolución social. Lo que una vez fue un monasterio y luego una hacienda dedicada a la agricultura y la devoción religiosa, hoy es una bulliciosa comunidad urbana, conectada al corazón de la ciudad por uno de los sistemas de transporte más grandes del mundo.

La estación El Rosario es testigo diario del ir y venir de miles de personas, cada una con sus propias historias y destinos, pero todas unidas por el mismo espacio que alguna vez fue tierra fértil para el cultivo y ahora lo es para el desarrollo humano y social. Al transitar por esta estación, es fácil olvidar la rica historia que se esconde detrás de su nombre, pero basta con detenerse un momento y reflexionar para darse cuenta de cómo la Ciudad de México ha crecido y cambiado a lo largo de los siglos.

Metro Tezozómoc, una historia del México Prehispánico

La Ciudad de México es un mosaico de historia, donde cada rincón tiene una historia que contar. Esto es especialmente cierto en su Sistema de Transporte Colectivo, el Metro, donde muchas de las estaciones llevan nombres que evocan la rica herencia cultural y prehispánica de la región. Una de estas estaciones es Tezozómoc, ubicada en la Línea 6 del Metro, entre las estaciones UAM-Azcapotzalco y El Rosario. Este nombre, que resuena con el poder y la tradición de los antiguos mexicas, nos invita a explorar más sobre su origen y significado.

El nombre de la estación Tezozómoc rinde homenaje a un personaje clave en la historia prehispánica del Valle de México: Tezozómoc, un señorío que jugó un papel crucial en el desarrollo de la región durante los siglos XIV y XV. Tezozómoc fue un tlatoani (gobernante) de Azcapotzalco, una de las ciudades más importantes de la región antes de la consolidación del poder mexica. Gobernó con mano firme y astucia, logrando expandir su dominio sobre gran parte del Valle de México y estableciendo a Azcapotzalco como una de las potencias más influyentes de la época.

Bajo su gobierno, Tezozómoc se convirtió en una figura temida y respetada, y su legado dejó una marca indeleble en la historia de México. Aunque eventualmente su dominio fue superado por la alianza entre Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan, que daría lugar al famoso Imperio Azteca, Tezozómoc es recordado como uno de los líderes más importantes de la era prehispánica.

La estación de metro Tezozómoc no solo lleva el nombre de este ilustre gobernante, sino que también está situada en una zona que tiene una profunda conexión con la historia y la cultura prehispánica. El Parque Tezozómoc, ubicado cerca de la estación, es un espacio recreativo y cultural que fue diseñado para recordar y honrar el legado de las civilizaciones que habitaron la región. El parque, con su lago artificial y su diseño que emula el paisaje del Valle de México en la época prehispánica, es un lugar donde los visitantes pueden reflexionar sobre la historia y la importancia de las culturas originarias de México.

El Metro Tezozómoc, cuyo logotipo recrea la silueta del tlatoani, es más que una simple estación de paso; es un recordatorio constante de la historia y el legado de las culturas que precedieron a la Ciudad de México tal como la conocemos hoy. Para los y las miles de usuarias que transitan por esta estación diariamente, el nombre de Tezozómoc es una ventana a un pasado lleno de líderes poderosos, batallas por el control del Valle de México y una rica herencia cultural que sigue siendo relevante en la actualidad.

En una ciudad tan vibrante y diversa como la Ciudad de México, es fácil pasar por alto los significados profundos detrás de los nombres de los lugares que forman parte de la vida cotidiana. Sin embargo, detenerse un momento para reflexionar sobre estos nombres puede ofrecer una nueva perspectiva sobre la conexión entre el pasado y el presente, y sobre cómo la historia sigue viva en los espacios urbanos.

La estación de metro Tezozómoc es un homenaje a uno de los líderes más influyentes de la historia prehispánica del Valle de México. Su nombre, que evoca el poder y la astucia del tlatoani de Azcapotzalco, es un recordatorio de la rica herencia cultural que subyace en la Ciudad de México. Al transitar por esta estación, los usuarios no solo están viajando a través de la ciudad, sino también a través del tiempo, conectando con un pasado que sigue vivo en la memoria colectiva de la nación. Así que la próxima vez que te encuentres en Tezozómoc, tómate un momento para apreciar la historia que se esconde detrás de este nombre y la conexión que tenemos con nuestras raíces prehispánicas.

Metro Barranca del Muerto, la historia y mito detrás de su nombre

La Ciudad de México es conocida por su vibrante vida urbana, su rica historia y, claro, su extenso Sistema de Transporte Colectivo (STC). Entre las muchas estaciones que conforman la red del Metro, una destaca por su nombre intrigante y lleno de misterio: Barranca del Muerto. Esta estación, situada en la Línea 7, es la terminal sur de una de las rutas más transitadas de la ciudad, pero lo que realmente capta la atención de las y los usuarios es el origen de su peculiar nombre. ¿Alguna vez te has preguntado por qué se llama Barranca del Muerto?

El nombre Barranca del Muerto puede sonar un poco siniestro, casi sacado de una leyenda urbana o una historia de terror. Sin embargo, el origen de este nombre se encuentra en la geografía, la historia prehistórica y los acontecimientos históricos de la región, mucho antes de que existiera el metro y la moderna infraestructura que hoy caracteriza a la zona.

Hace muchos años, la zona donde hoy se encuentra la estación era atravesada por una profunda barranca, que se extendía por lo que ahora ocupa la avenida Revolución, y tenía una profundidad que rebasaba los 15 metros. Esta barranca no era cualquier accidente geográfico, sino el resultado de un evento sísmico de tiempos prehistóricos. En la Sierra del Ajusco, el volcán Xitle, que se ubica en el sur de la ciudad, provocó una serie de movimientos terrestres que fracturaron la tierra en varios puntos. Uno de esos movimientos abrió la tierra en un gran tramo, dando origen a la imponente barranca que, con el tiempo, se convertiría en el escenario de numerosas leyendas.

Durante la época de la Revolución Mexicana, la posesión de la región de Mixcoac, donde se encuentra la barranca, fue ambicionada tanto por los carrancistas como por los zapatistas. Estos grupos rivales se enfrentaron en varias ocasiones en la zona, y las batallas dejaron tras de sí un rastro de muertos. Muchos de los caídos en estos enfrentamientos fueron arrojados al fondo de la barranca, lo que contribuyó a que el lugar se ganara su sombrío nombre. Con el tiempo, las leyendas sobre almas en pena comenzaron a surgir entre las y los habitantes de la región. Se decía que los espíritus de los muertos, abandonados en la barranca, atormentaban a lxs vecinxs con apariciones fantasmales y extraños sonidos en las noches, consolidando así el nombre de Barranca del Muerto. Y, como dato curioso, el logotipo de esta estación representa la silueta de dos águilas en vuelo; esto se debe a que, aunque estas aves son aves rapaces, es decir que suelen cazar su alimento, también pueden alimentarse de cuerpos frescos que no fueron cazados por ellas; y, se dice que, durante la Revolución, la zona se encontraba llena de estas aves que se acercaban para alimentarse de los muertos que arrojaban a la barranca.

A pesar de su nombre, Metro Barranca del Muerto es hoy en día una estación moderna y bien conectada que juega un papel crucial en la movilidad diaria de lxs capitalinxs. Inaugurada el 19 de diciembre de 1985, esta estación es un punto neurálgico para aquellxs que se desplazan hacia el sur de la ciudad o que viven en las zonas aledañas. Con su ubicación estratégica en la avenida Revolución, la estación facilita el acceso a una variedad de servicios y zonas residenciales.

El nombre Barranca del Muerto ha trascendido su origen geográfico para convertirse en una referencia cultural dentro de la Ciudad de México. Para muchxs, el nombre evoca curiosidad y especulación. Es común que lxs usuarixs del metro, especialmente aquellxs que no son de la capital, se pregunten sobre el origen del nombre, lo que ha llevado a que se tejan numerosas historias y mitos en torno a la estación.

A pesar de su nombre que podría parecer sombrío, la estación Barranca del Muerto es un lugar seguro, frecuentado diariamente por miles de personas. De hecho, el contraste entre el nombre y la realidad cotidiana de la estación es un ejemplo perfecto de cómo las ciudades evolucionan, superponiendo capas de historia y modernidad en un mismo espacio.

La estación Barranca del Muerto es un recordatorio de la evolución de la Ciudad de México, donde los nombres de los lugares nos cuentan historias que van más allá de la superficie. Aunque hoy es una estación de metro moderna y funcional, su nombre nos invita a reflexionar sobre el pasado y a mantener viva la memoria de los lugares, incluso cuando estos han cambiado drásticamente. Así que la próxima vez que tomes la Línea 7 y llegues a Barranca del Muerto, recuerda que estás transitando por un espacio cargado de historia, donde la modernidad y la leyenda se encuentran cada día.