Archivos de la categoría Museos

Encuentra un museo en el ue puedas olvidarte del mundo y simplemente disfrutar del arte y demás manifestaciones culturales sin salir de CDMX.

Museo Vizcaínas, un recorrido por la cotidianeidad femenina y la historia de México

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, Francisco de Echeveste, Manuel de Aldaco y Ambrosio de Meave, quienes pertenecieron al Consulado de Comerciantes de México, juntaron una cofradía vizcaína (vascos) para construir el Colegio de la Vizcaínas. Fue así que el 9 de septiembre de 1767 abrió sus puertas el primer colegio laico para mujeres en el Continente Americano a unos pasos de Salto del Agua, la fuente donde terminaba el acueducto de Chapultepec. Además, sin saberlo, los vascos no solo terminarían nombrando las calles aledañas al colegio (Meave y Aldaco), sino que crearían la única institución educativa que logró mantenerse abierta, sin interrupciones, desde el México Colonial hasta nuestros tiempos.

¡Imagínate toda la historia que vivió el Colegio de las Vizcaínas en sus casi 260 años de historia! Y es que, esta escuela no solo vio cómo fue creciendo la Ciudad de México hasta convertirse en la mega urbe que es, sino que también vivió eventos históricos como la Independencia de México, la Guerra de Reforma, la Revolución Mexicana y, por si fuera poco, también sobrevivió a los tres grandes terremotos que azotaron al México moderno. Y, por si fuera poco, Josefa Ortiz de Domínguez, la Corregidora, pieza clave en la Independencia de México, estudió en esta institución.

Como podrás ver, el Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas es un centro educativo que vio nacer a México. Por lo mismo, a lo largo de los siglos, el mismo colegio fue creando un acervo histórico en el que se retrata la historia de México a través del arte, el diseño, la arquitectura y la historia misma. Y, desde hace algunos años, el Colegio de las Vizcaínas abrió el Museo Vizcaínas, un lugar en el que todo el mundo puede apreciar el acervo que juntó el Colegio, así como recorrer los cuartos, capillas y pasillos del edificio barroco que ha sido la sede el histórico colegio.

Al recorrer el Museo Vizcaínas se pueden apreciar un sinfín de pinturas virreinales de artistas reconocidos entre los que se encuentran Miguel Cabrera, José de Ibarra, Cristóbal de Villalpando y Juan Correa, entre otros; así como obras del siglo XIX realizadas por Santiago Rebull y algunas estudiantes virtuosas. También se puede apreciar un acervo escultórico de imágenes devocionales talladas en madera y dos impresionantes Cristos tallados en marfil. Por otro lado, también cuentan con una colección de textiles, con un gran número de ajuares religiosos.

Al ser un instituto educativo, el Colegio de las Vizcaínas también coleccionó un gran acervo científico. Por lo mismo, en sus exposiciones podrás apreciar un gran número de muestrarios, instrumentos de laboratorios y diferentes aparatos para la experimentación científica que datan de los siglos XIX y XX. Aparatos con los que se le enseñaba a las colegialas sobre electricidad, física, óptica, química y demás disciplinas científicas. Por último, a lo largo del recorrido por el Museo Vizcaínas podrás apreciar todos los detalles del edificio barroco, declarado como monumento histórico.

Recorrer el Museo Vizcaínas es una oportunidad de viajar al México del pasado y descubrir las diferentes facetas que conformaron a nuestro país, desde el lado científico hasta el religioso; además, es una oportunidad para conocer la cotidianeidad femenina de los últimos dos siglos. Por todo esto, vale mucho la pena darse una vuelta por el Colegio de las Vizcaínas y conocer las colecciones que tiene el Museo Vizcaínas.

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Dirección:
 Vizcaínas #21, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $160 pesos. $80 pesos para estudiantes, maestrxs y adultos mayores.
Horario: Previa reservación.
Página Web: acervocultural.vizcainas.mx/museo

Museo de la Bolsa (MUBO), un recorriedo por la historia bursátil de México

¿Sabes exactamente qué es una Bolsa de Valores? ¿Alguna vez te has preguntado cómo funcionan estos organismos y cuál es su impacto en la economía? Desde antes de que se empezara a plantear la idea de un modelo económico capitalista, se empezaron a desarrollar diferentes empresas o instituciones financieras que ayudaran a otras a crecer o establecerse. De hecho este concepto inició por ahí del siglo XIII de nuestra era (d.C.) en la ciudad de Brujas, en Bélgica. En aquél entonces, los comerciantes empezaron a reunirse en la casa de la familia Van der Beurze con la finalidad de realizar diferentes transacciones financieras; y, de hecho, fue aquí, donde se desarrolló la idea o el término de bolsa. Unos cuantos siglos después, en 1602, se estableció la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie) con la idea de comerciar especias y té entre Asia y Europa. Esta compañía no solo fue la primera en abrir el comercio entre ambas regiones, sino que también fue la primera en utilizar formalmente el concepto de Bolsa de Valores, al financiarse vendiendo acciones de la compañía.

La idea de la Bolsa de Valores Neerlandesa fue todo un éxito y, para el siglo XIX, se empezaron a abrir otras Bolsas de Valores en ciudades como Londres y Nueva York de manera oficial (porque ya se realizaban transacciones informales desde mucho antes). En 1894, en pleno porfiriato, Manuel Algara, Camilo Arriaga y Manuel Nicolín fundaron la Bolsa Nacional, y un año más tarde se establece su competencia la Bolsa de México S.A.; sin embargo, solo unos meses después de que se fundara la segunda, ambas empresas se fusionaron convirtiéndose oficialmente en la Bolsa de México, S.A. A partir de este momento, se empezaron a financiar diferentes proyectos y empresas en todo el país, así como otras Bolsas de Valores locales. Para 1975, la Bolsa de México se fusionó con las Bolsas de Monterrey y Guadalajara, creando la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) y, unos años después, para 1990, inauguraron su sede en la esquina de Paseo de la Reforma y Río Rhin.

Como verás, las Bolsas de Valores han existido en el mundo desde hace varios siglos, y en México desde hace más de cien años, aun así, la mayoría de personas desconocemos qué es o cómo funciona una Bolsa de Valores; y, la única imagen que tenemos de estas instituciones son las que nos han enseñado en las series y películas estadounidenses en las que se ven a miles de personas gritando que compren o vendan una acción. Tomando esto en cuenta, el Grupo BMV creó el Museo de la Bolsa, MUBO. Este pequeño museo se encuentra en el primer piso de su sede principal, y en el buscan difundir la cultura bursátil, así como la importancia que ha tenido la BMV en la historia de México.

Para ello, el Museo de la Bolsa propone un recorrido cronológico a través de la historia de la institución; de esta forma, al recorrer los pasillos del MUBO podrás encontrarte con los diferentes documentos que se usaron a través de los años para la compra y venta de acciones, así como las máquinas más modernas con las que se empezaron a monitorear las acciones, así como para la compra y la venta de las mismas. También podrás apreciar una línea de tiempo de la misma Bolsa, acompañada de documentos, maquetas, fotografías e instalaciones interactivas sobre la misma. De esta forma, podrás apreciar cómo es que México creció gracias al apoyo a la Bolsa de Valores, desde que se descubrió el primer pozo de petróleo durante el Porfiriato hasta nuestra época.

¿Alguna vez te has puesto a pensar en la similitud entre el mundo del arte y la Bolsa de Valores? Al igual que, con las acciones, los precios de las obras de arte suelen asignarse, en parte por el costo de producción (material + mano de obra) y en gran parte por la forma en la que el mercado termina valorándolas. De esta forma, en la sala/pasillo de exposiciones temporales del Museo de la Bolsa (MUBO) podrás encontrarte en el trabajo de diferentes artistas nacionales, cuya obra se ha ido preciando con el paso del tiempo, justo como si fueran acciones en la Bolsa. Así, después de recorrer y entender el mundo de las acciones, podrás equipararlo con el mundo del arte.

Así que, si buscas pasar un día diferente y aprender sobre la historia de México, desde un lado financiero; vale mucho la pena que te des una vuelta por el MUBO y descubras la historia de la Bolsa Mexicana de Valores, así como el trabajo de diferentes artistas mexicanos que han dado mucho de qué hablar.

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Dirección:
 Paseo de la Reforma #255, Colonina Cuauhtémoc, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada libre.
Horario: Martes a Domingo de 9:00 a 18:00 hrs.
Página Web: mubo.com.mx
Instagram: instagram.com/bolsamexicana
Twitter: x.com/BMVMercados
Facebook: facebook.com/BolsaMexicanaValores
YouTube: youtube.com/grupobmv

Mixcoac, las pirámides escondidas por el Periférico

¿Sabías que en las Ciudad de México existen cinco sitios arqueológicos? El más importante de ellos, por su ubicación e historia, es el Templo Mayor, en el mero corazón de la ciudad; pero también están Tlatelolco y los tres menos conocidos: Cerro de la Estrella, Cuicuilco y Mixcoac. ¿Mixcoac es un sitio arqueológico? Si. Debes saber, qué más allá de la fuente de serpientes frente a la (desaparecida) feria de Mixcoac y al mercado de Mixcoac, en esta zona se encuentra un pequeño sitio arqueológico que puede ser observado desde el mismísimo Periférico. ¿No me crees? Entonces date una vuelta por la calle de Pirámide, en San Pedro de los Pinos.

En 1916, el historiador Francisco Fernández Castillo siguió el mapa de Uppsalao de Santa Cruz, elaborado en 1550, hasta encontrarse con las ruinas de dos edificios prehispánicos. Siguiendo el mapa, que marcaba el topónimo de “la serpiente en las nubes” el investigador nombró a la zona como Mixcoac. Cuatro años después, Manuel Gamio, director de Monumentos Prehispánicos (quien deberes descubriría Cuicuilco) le pidió a Eduardo Noguera que realizara una excavación arqueológica para investigar el montículo al que conocían como el Teocalli San Pedro de los Pinos.

Se sabe poco de la civilización que habitó en Mixcoac; sin embargo, hoy en día sabeos que perteneció al altépetl (entidad política) de Coyohuaca (conformada también por Coapa, Tepetlapa, Axotla, Huitzilopochco, Xoco, Chimalistac y Copilco) cuando toda la zona pertenecía a los Tepenecas de Azcapotzalco. También se sabe que, antes de que los Mexicas le arrebataran Coyohuaca a los Tepenecas solía ser un lugar en el que se realizaban de adoración y, en él, se realizaba una importante fiesta a la que acudían habitantes de Tenochtitlán, Tlatelolco y otros puntos cercanos. También sabemos que Maxtla, hijo de Tezozomoc y gobernante de Coyoacán, hostilizó a Tenochtitlán y fracasó en el intento, por lo que todo el señorío se convirtió en un tributario de la Triple Alianza (Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba). Y que, tras la caída de Tenochtitlán, los españoles hicieron lo que mejor sabían hacer y destruyeron prácticamente todo el pueblo de Mixcoac dejando únicamente los cimientos que podemos apreciar hoy en día.

Por otro lado, aunque Mixcoac se descubrió en 1916, esta zona arqueológica se mantuvo cerrada al público, quedando prácticamente en el olvido, perdiéndose entre las casas de San Pedro de los Pinos y del Periférico. No fue hasta el 2019, más de un siglo después de su descubrimiento, que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) decidió abrir esta pequeña zona arqueológica para que chicxs y grandes puedan apreciar los vestigios que quedan del pueblo de Mixcoac. Y, aunque es un lugar pequeño y sencillo, recorrer los jardines donde se encuentran los restos de Mixcoac es una oportunidad para revivir la historia y descubrir cómo era la vida en la tierra que se convertiría en la Ciudad de México. Así que, si buscas una actividad diferente para descubrir tu ciudad, puedes darte una vuelta por la Zona Arqueológica de Mixcoac.

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Dirección:
 Pirámide #7, esq. Av. San Antonio y Periférico, Colonia San Pedro de los Pinos, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada libre
Horario: Lunes a viernes de 10:00 a 16:00 hrs.
Página Web:inah.gob.mx/zonas/zona-arqueologica-de-mixcoac

Cuicuilco, la misteriosa ciudad prehispánica oculta bajo la lava

¿Sabes que en la Ciudad de México se asentó una de las civilizaciones prehispánicas más antiguas del país y de las que se tiene registro? Resulta que, en algún punto entre el año 800 y 650 antes de nuestra era (a.C) se empezó a construir una pequeña ciudad en lo que hoy es la zona de Peña Pobre, en el cruce de Periférico e Insurgentes. Me refiero, obviamente, a Cuicuilco; una ciudad tan antigua, que probablemente fue contemporánea a la Cultural Olmeca de Veracruz y Tabasco. Y, a pesar de su importancia histórica, la realidad es que sabemos muy poco de aquella civilización, pues la erupción del volcán Xitle, al rededor del año 250 de nuestra era (d.C) terminó desplazando a los habitantes de Cuicuilco, probablemente llevándolos a fundar Teotihuacán o Azcapotzalco, y ocultando prácticamente toda la ciudad en piedra volcánica.

A pesar de que Cuicuilco pudo haber llegado a tener hasta 40,000 habitantes, la ciudad se perdió durante siglos gracias a la lava que cubrió toda la zona. No fue hasta 1922 que Manuel Gamio descubrió restos de aquella civilización perdida y, junto a Byron Cummings, exploró y restauró el Gran Basamento, descubriendo algunos edificios. Para 1939, Eduardo Noguera abrió el sitio arqueológico de Cuicuilco, y el primer museo de sitio, con la finalidad de darle importancia al lugar y continuar con las exploraciones. Años después, se empezó a urbanizar la zona de Peña Pobre y fue así que, en 1957, Ángel Palerm y Eric Wolf descubrieron un nuevo conjunto de siete construcciones del otro lado de Insurgentes. Y, aunque ya se conocía la importancia de Cuicuilco, gracias a las Olimpiadas de México 68, varios edificios prehispánicos fueron destruidos para construcción de la Villa Olímpica.

Hoy en día, Cuicuilco se divide en tres secciones, que dependen de la época en la que fueron desenterradas. La sección principal es Cuicuilco A, descubierta en 1922. En esta zona, además del museo de sitio, podrás conocer el Gran Basamento Circular, considerada la primera pirámide de piedra de Mesoamérica, y que cuenta con diferentes altares semirrectangulares construidos en diferentes etapas. El Kiva también se encuentra en esta zona, una construcción parecida, según Cummings, a las cámaras semisubterráneas de EE.UU. y dentro que se encuentra decorado con diseños de patrones rojos realizados con óxido de hierro (siendo uno de los ejemplos más tempranos de pintura mural). También podrás conocer la Estela, un monolito de casi cuatro metros que se encontró al sur del Gran Basamento.

Mientras que, al cruzar Avenida de los Insurgentes y entrar en la Villa Olímpica, zona que no está semi abierta al público, se encuentra la zona conocida como Cuicuilco B. En esta zona, sobreviven algunos edificios habitacionales como los edificios VI y VIII, así como el Edificio Heizer (también conocido como IX) y los restos de El Palacio, un edificio religioso donde se encontraron 28 depósitos subterráneos en los que se almacenaban comestibles, así como 24 entierros fúnebres. Y el descubrimiento más reciente es Cuicuilco C, una pequeña zona arqueológica que se encuentra parcialmente en propiedad privada y con un pequeño montículo que no fue cubierto por la lava y que se encuentra en el parque de Peña Pobre.

Si ya te emocionaste con todo lo que Cuicuilco tiene para contarte, ¿por qué no lo descubres en persona? Da un paseo por el Gran Basamento, imagina la vida en esta antigua ciudad y siente la energía de una civilización que dejó huella en la historia. Cada rincón de Cuicuilco es un viaje al pasado, donde podrás conectar con las raíces más profundas de nuestra cultura. Así que, cuando tengas un tiempo libre, date una vuelta por esta joya oculta en la Ciudad de México. ¡Te aseguro que te sorprenderás con todo lo que aún guarda bajo sus piedras volcánicas!

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Dirección:
 Av. Insurgentes Sur #146, esq. Periférico Sur, Colonia La Joya, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada libre
Horario: Martes a domingos de 9:00 a 17:00 hrs.
Página Web: inah.gob.mx/zonas/zona-arqueologica-cuicuilco
Facebook: facebook.com/ZACuicuilco

Zona Arqueológica Tlatelolco, un encuentro con la identidad Mexicana

Enclavado en el corazón de la Ciudad de México, el sitio arqueológico de Tlatelolco es un testimonio vivo de la grandeza y complejidad de la civilización Mexica. Este lugar, donde se encuentra la Plaza de las Tres Culturas, es un espacio donde convergen pasado y presente, ofreciendo una ventana única a la historia del México prehispánico, colonial y moderno.

Tlatelolco fue una ciudad fundada en 1337, apenas 13 años después de la fundación de Tenochtitlán, por un grupo disidente Mexicas que no estaban de acuerdo con la forma en la que funcionaba el Imperio. Aunque originalmente fue un asentamiento independiente, con el tiempo se convirtió en un rival económico y militar de Tenochtitlán, razón por la que ocurrió una gran Guerra entre ambas civilizaciones en 1473. Además, Tlatelolco llegó a ser uno de los principales centros comerciales de Mesoamérica. Su mercado, el tianguis de Tlatelolco, era famoso por la variedad y cantidad de productos que ofrecía, atrayendo a comerciantes de todo el imperio y sus alrededores.

Uno de los episodios más significativos en la historia de Tlatelolco fue la resistencia tenaz que sus habitantes presentaron durante la Conquista. En 1521, después de la caída de Tenochtitlán, Tlatelolco fue el último bastión de defensa mexica. La valentía de sus guerreros y su líder, Cuauhtémoc, se mantiene como un símbolo de resistencia indígena. Sin embargo, el 13 de agosto de 1521, la ciudad finalmente cayó ante las tropas de Hernán Cortés, marcando el fin del Imperio Mexica.

Hoy en día, caminar por el sitio arqueológico de Tlatelolco es recorrer los vestigios de un glorioso pasado. Entre las ruinas, se pueden observar los restos de templos, adoratorios y edificios administrativos que dan cuenta de la importancia religiosa, política y económica de esta urbe. Destaca el Templo Mayor de Tlatelolco, dedicado a Huitzilopochtli, dios de la guerra, y a Tláloc, dios de la lluvia, figuras clave en la cosmovisión mexica. Y, otro punto que resalta mucho de este lugar son los Amantes de Tlatelolco, los cuerpos de un hombre y una mujer que murieron abrazados durante la guerra de 1473, y que fueron encontrados en un entierro que se descubrió recientemente.

Por otro lado, la Plaza de las Tres Culturas, donde se encuentra el sitio arqueológico, es también un recordatorio poderoso de la confluencia de culturas que ha marcado la historia de México. Aquí se erigen, junto a las ruinas prehispánicas, el Convento de Santiago, un edificio colonial del siglo XVI, y modernos edificios construidos durante el siglo XX. Este contraste simboliza la continuidad y la transformación de la identidad mexicana, desde sus raíces indígenas hasta la época contemporánea.

El sitio arqueológico de Tlatelolco no solo es un lugar de importancia histórica, sino también un espacio de reflexión sobre los eventos trágicos que han ocurrido en este sitio. En 1968, durante la Matanza de Tlatelolco, cientos de estudiantes fueron asesinados en la Plaza de las Tres Culturas, convirtiendo a Tlatelolco en un símbolo de lucha por la justicia y los derechos humanos en México.

Visitar Tlatelolco es adentrarse en un capítulo fundamental de la historia de México, donde cada piedra cuenta una historia de grandeza, resistencia y transformación. Este sitio no solo preserva el legado de los mexicas, sino que también invita a reflexionar sobre el México actual y sus complejas raíces culturales.

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Dirección:
 Ricardo Flores Magón #1, Tlatelolco, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $80 pesos. Domingos entrada libre a residentes de México.
Horario: Miércoles a jueves de 11:00 a 17:00 hrs. viernes a domingo de 11:00 a 18:00 hrs.
Página Web: tlatelolco.inah.gob.mx
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Memorial del 68 (M68), un homenaje a la luachas sociales

Nadie puede negar la Masacre de Tlatelolco. Es un hecho que, el 2 de octubre de 1968, un grupo paramilitar conocido como el Batallón Olimpia y el Ejército Mexicana dirigieron un sangriento operativo para terminar de una vez por todas con todos los movimientos sociales que habían explotado durante el mandato del presidente Díaz Ordaz, y para pacificar al DF ante el inicio de las Olimpiadas. Pero, gracias a la forma en la que el gobierno minimizó y ocultó los hechos, la Masacre de Tlatelolco sigue siendo un misterio en cuanto al número de muertxs, detenidxs arbitrariamente e, incluso, los responsables del operativo.

Para mantener vivo el recuerdo de la Matanza y, así, evitar que algo así vuela a suceder, y para ayudar a esclarecer todo lo que pasó aquel día, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCU Tlatelolco), junto a la Coordinación de Proyectos Especiales de la UNAM, crearon el Memorial del 68 (M68), un espacio de reflexión en el que chicxs y grandes pueden adentrarse en el caos que vivieron las y los estudiantes ese fatídico 2 de octubre. Como todo buen museo, el Memorial del 68 (M68) se encuentra en un constante proceso de investigación con la que continúan creciendo su acervo, permitiéndoles complementar cada vez más su exposición. De esta forma, con el paso de los años, el Memorial ha ido mutando y creando diferentes experiencias para quienes lo visitan.

Hoy en día, el M68 no solo se dedica a hablar de la Masacre de Tlatelolco, sino que inicia su recorrido hablando de los diferentes movimientos sociales que han surgido en México, haciendo un énfasis en el movimiento feminista y en el LGBTQ+. Después de hablar de la importancia de los movimientos sociales. El M68 continúa adentrándonos en el contexto político y social que sentó las bases para que explotara el Movimiento Estudiantil, para después entrar de lleno con la Matanza y sus consecuencias.

A través de diferentes instalaciones multimedia, esculturas, maquetas, posters, fotografías y documentos, el M68 busca adentrar a las y los espectadores en el México del siglo XX, permitiéndoles entender la tensión política y social de aquel entonces, así como la brutalidad policial. Brutalidad que permitió que lxs jóvenes temieran y aborrecieran a los policías incluso en los años noventa. Y depsués, a través de documentos y entrevistas, narra los sucesos ocurridos ese 2 de octubre del 68, así como todo lo que pasó después, dejand a los y las espectadoras reflexionando sobre la historia de nuestro país.

Visitar el Memorial del 68 (M68) es una oportunidad diferentes para descubrir y recordad la historia de auquellas personas que lucharon para crear un país más libre; un recorridoa a través de uno de los sucesos más negros y sanrientos del México moderno con el que podremos reflexionar sobre el México en el que queremos vivir. Sin duda, es una experiencias que vale la pena experimentar como nacional y también como extranjerx.

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Dirección:
 Ricardo Flores Magón #1, Tlatelolco, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $40 pesos. Domingos entrada libre.
Horario: Miércoles a jueves de 11:00 a 17:00 hrs. viernes a domingo de 11:00 a 18:00 hrs.
Página Web: tlatelolco.unam.mx
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Twitter: x.com/ccutlatelolco
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TikTok: tiktok.com/@ccutlatelolco
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Tecpan de Tlatelolco, hogar del mural perdido de Siqueiros

El 13 de agosto de 1521 cayó el Imperio Mexica ante el Ejército Español, tras varias batallas que dejaron unos 40,000 mexicas muertos. Tras la caída de Tenochtitlán, una de las primeras acciones del gobierno de la Nueva España fue la de construir el edificio Tecpan de Tlatelolco, para que funcionara como sede de gobierno de y ayuntamiento de Santiago Tlatelolco. Aunque no se encontraba en la capital del nuevo (y el viejo) Imperio, Tlatelolco fue siempre un sitio estratégico por su ubicación y porque desde el siglo XIV fue uno de los mercados más importantes de la región. Por lo mismo, el tener un edificio gubernamental en esta zona, no solo ayudaría a controlar a lxs indígenas, sino que también funcionaría de garita militar y aduanal. Y, el edificio de Tecpan de Tlatelolco fue tan importante, que incluso aparece retratado, con sus siete vanos inferiores, en el Códice Tlatelolco de 1563.

Con el paso de los siglos, el ayuntamiento de Tecpan de Tlatelolco pasó al olvido, hasta 1850 que se adaptó para convertirse en la Casa de Corrección, una institución enfocada en reformar a jóvenes delincuentes. Tres años después, la correccional mutó para convertirse en el Colegio Correccional San Antonio; una escuela que buscaba rehabilitar a lxs jóvenes a través de talleres de ciencia y arte. Poco a poco, la escuela empezó a recibir estudiantes que no provenían de la cárcel, pero que tenían pocos recursos; y con la llegada del Porfiriato, el gobierno agregó un segundo piso al edificio, para terminar de convertirlo en una escuela para huérfanos y huérfanas.

Después de eso, el edificio de Tecpan de Tlatelolco quedó prácticamente en el olvido, y no fue hasta finales de los años cincuenta cuando el presidente Adolfo López Mateos planteó el proyecto del Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco. Este proyecto buscaba crear una ciudad dentro de la ciudad; un conjunto habitacional que, además de contar con miles de departamentos a precios asequibles ofrecería centros deportivos, hospitales, escuelas, áreas verdes y tres museos permanentes. Para bien o para mal, los museos no se construyeron en aquél entonces y solo se adecuaron los restos del Tecpan para convertirse en la Sala Homenaje a Cuauhtémoc.

En esta sala, David Alfaro Siqueiros realizó el mural Cuauhtémoc contra el mito; el primer mural de Siqueiros y en él utiliza técnicas mixtas con soportes en tercera dimensión, con la escultura realizada por Luis Arenal Bastar. En el mural, Siqueiros experimentó usando diferentes materiales como triplay, masonite y piroxilinas para crear diferentes efectos, tonos y texturas, siendo un mural único en su tipo. Por cierto, este mural fue instalado originalmente en la calle de Sonora #9, en la casa de la familia Siqueiros, y posteriormente trasladado a este recinto.

¿Y de qué trata el mural? Cuauhtémoc contra el mito muestra a un conquistador español cabalgado a su caballo encabritado y herido, mientras empuña un arma de fuego en una mano y un crucifijo católico rematado en una daga en la otra; frente a él, se encuentra Cuauhtémoc con una lanza con punta de obsidiana, parado sobre la cabeza de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada. Entre ambos personajes se puede ver a Moctezuma II preguntando a los dioses “¿Por qué el regreso de Quetzalcóatl, el dios blanco y barbado, había provocado el colapso de su cultura?”; mientras que, al fondo se puede apreciar un templo en llamas y bajo el caballo, una cabeza cercenada. Es un mural pequeño, pero impactante por su carga simbólica y la manera en la que Siqueiros trabajaba con los colores y las formas.

Por si fuera poco, gracias a los trabajos que inició Eduardo Matos en 1988 en el Templo Calendárico de Tlatelolco (la primera “pirámide” que encontrarás al entrar al Sitio Arqueológico de Tlatelolco), en 1989 se encontró una pintura prehispánica que se convirtió en uno de los hallazgos más importantes de Tlatelolco, y, para que todo el mundo pueda apreciar esta pintura, o los restos de ella, esta fue trasladada a la Sala Homenaje a Cuauhtémoc en el Tecpan.

Así que, si eres amante del arte moderno, y en especial de David Alfaro Siqueiros, o si andas cerca de Tlatelolco y quieres conocer el primer trabajo de uno de los muralistas más importantes del México moderno, y/o quieres descubrir uno de los edificios occidentales más antiguos de la Ciudad de México (y de todo el país), tienes que darte una vuelta por el edificio de Tecpan de Tlatelolco, justo atrás del Jardín Santiago, y descubrir este rincón de historia y cultura perdido en medio del caos de la Ciudad.

Xaltilolli, descubriendo la historia y arte de Tlatelolco

Tlatelolco siempre ha sido una zona de resistencia. Y es que, la ciudad de Tlatelolco fue fundada por un grupo de mexicas que salieron de Tenochtitlán porque no estaban de acuerdo con sus políticas. Pero esa rebeldía no le gustaba al imperio mexica, por lo que, en 1473 (casi 50 años antes de la llegada de los españoles a Tenochtitlán) los mexicas trataron de invadir Tlatelolco; pero, a pesar de la matanza, los Tlatelolcas resistieron (como dato curioso, al escarbar el sitio arqueológico se encontraron más de 50 cuerpos enterrados).

Años después, el 13 de agosto de 1521, Tlatelolco fue testigo de la última batalla de la Guerra de la Conquista; batalla en la que, de acuerdo a Bernal Díaz del Castillo, se apilaron más de 40,000 cuerpos de mexicas y Tlatelolcas. Y, a pesar del saqueo y la destrucción de la ciudad, Tlatelolco aprendió a resistir a través del comercio; actividad que llevaron desde la fundación de la ciudad al rededor del año 1337. Los españoles, como fue su costumbre, taparon gran parte de las civilizaciones indígenas y usaron gran parte de las piedras de los templos para construir sus iglesias.

Años más tarde, a mediados del siglo XX, el arquitecto Mario Pani, a petición del gobierno, desarrolló uno de los complejos habitacionales más grandes de importantes del país, el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco. Durante las excavaciones se descubrió el Templo Mayor Tlatelolca, y otros restos arqueológicos que hoy son parte del complejo, permitiendo la creación de la Plaza de las Tres Culturas. Poco tiempo después de la inauguración del complejo, el 2 de octubre de 1968, miles de personas se reunieron en esa Plaza de las Tres Culturas para asistir a un mitin convocado por el Consejo Nacional de Huelga; un evento perfecto para que el presidente Gustavo Díaz Ordaz mandara al Batallón Olimpia para realizar la infame Masacre de Tlatelolco y así acabar con el movimiento estudiantil antes de las Olimpiadas.

Tlatelolco también resistió a esa matanza y poco a poco fue recuperando la normalidad. Sin embargo, el 19 de septiembre de 1985, un fuerte terremoto azotó a la Ciudad de México. El Edificio Nuevo León cayó durante el terremoto, dejando un gran número de muertos; edificios como el Comonfort, Altamirano, Guelatao, Churubusco, Atizapán, Jalisco, Puebla y Oaxaca (entre otros) tuvieron que ser demolidos después; mientras que, el edificio Querétaro y el Aguascalientes fueron recortados, y muchos otros tuvieron que ser reparados. Y Tlatelolco continuó y continúa resistiendo.

Xaltilolli es un homenaje a la resistencia de Tlatelolco; un museo de sitio en el que podrás conocer la historia de Tlatelolco a través del arte, de una forma lúdica y divertida. En cuanto entras a Xaltilolli te encontrarás con una línea de tiempo que resume la historia de Tlatelolco, y un gran número de piezas prehispánicas con las que podrás conocer las creencias y costumbres de lxs tlatelolcas prehispánicos. Inmediatamente después, podrás encontrarte con una impresionante maqueta en la que se retratan, con diferentes niveles, las cuatro etapas históricas de Tlatelolco: la prehispánica, la colonial, la porfiriana (cuando fue patio de maniobras del tren) y la moderna. También podrás adentrarte en el corazón económico de Tlatelolco, mismo que siempre fue el comercio, y conocer a Super Barrio, un personaje fundamental en la historia de la CDMX de los años ochenta y noventa.

Después de que Xaltilolli te mostró la historia de Tlatelolco, el museo empieza un interesante diálogo entre al arte y la historia. En este diálogo, Xaltilolli te mostrará la evolución el arte mesoamericano (no necesariamente tlatelolca) a través del tiempo, y la manera en la que este influyó en la vida cotidiana de su época. De esta forma, te mostrará una colección de arte prehispánico, para después hablarte de la función del arte mesoamericano e indígena durante la Colonia. También te hablará de la pintura mural novohispana y de los códices (usando de ejemplo el Códice Testariano número 78); retomará la función del arte indígena del siglo XIX y la influencia porfiriana dentro del mismo arte, hasta llegar al arte indígena actual.

Visitar Xaltilolli, en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCU Tlatelolco) es una oportunidad única de conocer la historia de una de las zonas más místicas e interesantes de la Ciudad de México, al mismo tiempo que te deja dialogar entre el arte y la historia, desde una perspectiva realmente única. Recorrer las salas y pasillos de Xaltilolli es una experiencia llena de arte e historia, pensada para llevarnos a reflexionar sobre una de las zonas más místicas de la CDMX, y entender cómo es que el arte pudo llevarla a resistir el paso del tiempo.

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Dirección:
 Ricardo Flores Magón #1, Tlatelolco, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $40 pesos. Domingos entrada libre.
Horario: Miércoles a jueves de 11:00 a 17:00 hrs. viernes a domingo de 11:00 a 18:00 hrs.
Página Web: cix.unam.mx
Instagram: instagram.com/ccutxalti
Facebook: facebook.com/CCUTXaltilolli

Laboratorio Arte Alameda, un espacio surrealista de arte y tecnología en la Alameda

En 1580, un grupo de 15 frailes dieguinos (Franciscanos Descalzos) llegaron a México con la idea de construir un convento donde pudieran cumplir su misión de servir a las necesidades materiales y espirituales de lxs pobres y marginadxs (y en el caso de México también de lxs indígenas). Once años después, Fray Pedro del Monte consiguió el patrocinio de don Mateo de Mauleón y su esposa doña Juana de Luna y Arellano con el que pudo empezar la construcción del Convento de San Diego en los terrenos conocidos como “del tianguis” de San Hipólito (convento que se encontraba a unos pasos de ahí), justo frente a la Alameda.

Unos cuantos años antes, en 1569 la Corona Española creó el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de la Nueva España (tribunal que ya tenía casi un siglo en España) y designó el espacio que estaba justo frente a lo que sería el Convento de San Diego para realizar las ejecuciones de los autos de fe. Por lo mismo, los dieguinos fueron testigos de unas 51 de inmolaciones (quemas) de brujas y judíos (trece de estas fueron miembros de la familia Carbajal). Para el siglo XIX, una gran mayoría de frailes fueron exclaustrados con la finalidad de fraccionar el convento y permitir la construcción las calles que hoy lo rodean (Dr. Mora, Juárez, Reforma e Hidalgo); y, durante esta fracción, la fachada fue restaurada, dándole el característico toque neoclásico que tiene hoy en día.

Después de la Revolución Mexicana, y tras la publicación de la Constitución Mexicana de 1917, el gobierno de México negó la personalidad jurídica de las iglesias y prohibió la participación del clero en la política. Esto despertó el disgusto de la Iglesia y de un gran número de mexicanxs, estallando la Guerra Cristera. Gracias a esto, el convento cerró sus puertas definitivamente y terminó siendo usado como academia teatral y salón de baile; y en 1964, el presidente Adolfo López Mateos creó, por decreto, la Pinacoteca Virreinal, un espacio museográfico dedicado al resguardo de pinturas producida en la Nueva España, entre los siglos XVI y XIX. Para el año 2000, todo el acervo de la Pinacoteca pasó a ser parte de la colección del Museo Nacional de Arte (MUNAL) para que el Ex Convento de San Diego se convirtiera en el Laboratorio Arte Alameda, uno de los espacios museográficos más interesantes de la CDMX y de todo el país.

¿Qué hace que el Laboratorio Arte Alameda sea tan interesante? Como su nombre lo indica, el Laboratorio de Arte Alameda es un espacio de experimentación e intercambio de conocimiento a través del arte y tecnología. ¿Arte y Tecnología? Resulta que, en este lugar podrás encontrarte con diferentes exposiciones con piezas hechas (principalmente) ex profeso para el recinto, en las que se mezcla la tecnología y el arte para crear experiencias únicas en su tipo. Por lo mismo, al recorrer las salas del ex convento, te encontrarás con piezas que desafían la idea que tienes del arte, pues en ellas podrás enfrentarte a una impresionante mezcla de técnicas y tecnologías pensadas en cuestionar la evolución de la sociedad, creando experiencias inmersivas impresionantes. Todo, a través de audios, videos, esculturas, instalaciones, performances e, incluso, inteligencias artificiales que le dan vida a las obras presentadas.

Visitar el Laboratorio Arte Alameda es una oportunidad para sumergirte en un mundo surrealista en el que la historia y lo religioso se mezcla con la tecnología, la inteligencia artificial y el arte, para crear un sinfín de emociones y experiencias que te llevaran a analizar nuestro entorno y nuestra sociedad. Por todo esto y más, vale la pena darse una vuelta por el ex Convento de San Diego y descubrir las propuestas artísticas del Laboratorio Arte Alameda.

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Dirección:
 Dr. Mora #7, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $45 pesos. Domingos entrada libre
Horario: Martes a domingo de 9:00 a 17:00 hrs.
Página Web: artealameda.inba.gob.mx
Instagram: instagram.com/artealameda
Facebook: facebook.com/artealameda
Twitter: x.com/ArteAlameda
YouTube: youtube.com/c/LaboratorioArteAlameda
TikTok: tiktok.com/@laboratorioartealameda

Casa del Poeta Ramón López-Velarde, un viaje por la poesía y literatura de principios de siglo XX

¿Te suena el nombre de Ramón López-Velarde? Si no estás muy interesadx en la literatura o la poesía mexicana es probable que nunca hayas escuchado hablar de él, pero debes saber que, hoy en día, es considerado uno de los más grandes poetas del México del siglo XX. Y, de hecho, es muy probable que te haya tocado escuchar o recitar uno de sus poemas en tu primaria; me refiero, claramente, al poema de Suave Patria: Suave Patria: tu casa todavía es tan grande, que el tren va por la vía como aguinaldo de juguetería.

¿Quién fue Ramón López-Velarde? Nació el 15 de junio de 1888 en Jerez de García Salinas, en Zacatecas. Al cumplir doce años lo mandaron a estudiar al Seminario de Zacatecas y después al de Aguascalientes, pero terminó abandonando su futuro como sacerdote para convertirse en abogado. En aquél entonces conoció a Josefa de los Ríos, pariente lejana y ocho años mayor que él, a quien le escribió su primer poema llamado Fuensanta. En 1906 empezó a colaborar con la revista Bohemio de Aguascalientes y para 1908 empezó sus estudios de Leyes en San Luis Potosí. En ese entonces se empapó de temas políticos, lo que lo llevó a apoyar abiertamente las reformas de Francisco I. Madero, con quien entabló una buena amistad.

En 1911, después de obtener su título de abogado, viajó a la Ciudad de México pensando que el presidente Madero le otorgaría un puesto político, pero no fue así. Sin embargo, empezó a colaborar con el diario católico La Nación (que criticaba abiertamente a Madero), escribiendo poemas, reseñas y artículos políticos. Poco a poco, Ramón López-Velarde fue ganándose el respeto de los intelectuales de la época, llegando a ser reconocido por el mismísimo Vasconcelos (mayor impulsor de la cultura mexicana en su época); y, tras su muerte, José Vasconcelos se encargó de consagrarlo como el poeta de la nueva mexicanidad nacida de la Revolución, enalteciendo principalmente su poema de Suave Patria.

El punto es que, sus últimos tres años de vida los pasó en un conjunto habitación que se construyó durante el porfiriato sobre lo que hoy es Álvaro Obregón, en la Colonia Roma. En aquél entonces, la Roma era una de las zonas más importantes de la Ciudad; sin embargo, con el paso de los años, la colonia empezó a decaer y decaer, lo que llevó a que muchas de las casas y edificios de la zona quedaran en el abandono total. Es por eso que, para 1980, se tenían los planes de demoler esa casa donde vivió el poeta. Sin embargo, en 1981, el gobierno de Zacatecas logró que se el INAH la declarara monumento histórico-artístico y colocó una placa para conmemorar los 50 años de la muerte de Velarde.

Y, para 1989, el gobierno del Distrito Federal adquirió la casa y la remodeló para crear la Casa del Poeta Ramón López-Velarde. El Museo Ramón López-Velarde, como se le conoce comúnmente a este lugar, cuenta con una pequeña colección de libros, fotografías y objetos relacionados a la vida y obra del poeta zacatecano. Además, al recorrer los espacios que pertenecieron al escritor podrás encontrarte con un curioso pasadizo secreto. Por si fuera poco, en la Casa del Poeta Ramón López-Velarde también te encontrarás con las bibliotecas Salvador Novo y Efraín Huerta.

Visitar la Casa del Poeta Ramón López-Velarde es una oportunidad para conocer la vida y obra de uno de los poetas más importantes de México; es un museo que te llevará a viajar en el tiempo para conocer el México de la Revolución y entender cómo se dio la creación de la “mexicaneidadposrevolucionaria. Además, una vez ahí, puedes darte una vuelta por el Jardín Ramón López-Velarde, un espacio en el que solía pasear el poeta y que, antes de que se construyera la Roma, era un cementerio.

P.D.: Si quieres visitar la tumba de Ramón López-Velarde, puedes hacerlo en la Rotonda de las Personas Ilustres.

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Dirección:
 Álvaro Obregón #73, Colonia Roma, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $5 pesos
Horario: Martes a viernes de 10:00 a 18:00 hrs. y sábados de 10:00 a 15:00 hrs.
Página Web: casadelpoeta.com.mx
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