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Gran Café Victoria, sabores casuales con toques contemporáneos en Colonia Sinatel

Aunque la oferta gastronómica de la Ciudad de México es tan vasta como la misma ciudad, a veces parece que solo la zona centro (Roma, Condesa, Juárez, Cuauhtémoc) y algunas colonias del centro sur, como la Del Valle o la Narvarte, tienen algo rico e “interesante” para comer. Estas áreas están de moda y por eso muchxs chefs y emprendedorxs buscan abrir sus restaurantes allí, aunque estén más saturadas que el metro Pantitlán. Sin embargo, la diversidad culinaria de nuestra caótica capital es tan grande como la urbe misma y vale la pena salir de nuestra zona de confort gastronómica y explorar toda la ciudad en busca de nuevas propuestas.

Así es como descubrimos el Gran Café Victoria, un pequeño e innovador restaurante que se esconde a simple vista en la colonia Sinatel, justo en la frontera entre Coyoacán e Iztapalapa. ¿Qué hace especial al Gran Café Victoria? Empezando por su diseño, que mezcla un estilo vintage con arte y collage al estilo punk rock, creando un espacio acogedor y moderno, perfecto para pasar una mañana o tarde relajada, acompañada de una rica comida y buena compañía. Las mesas de hierro y mármol están junto a un sillón (tipo booth) decorado con cojines que muestran una pintura de la reina Victoria intervenida al estilo Sex Pistols. Al fondo, un enorme cuadro victoriano también intervenido le da un toque único al lugar.

El chef Martín Marín ha creado un menú pequeño pero fascinante de platillos casuales que buscan reconfortar a todos sus comensales. Puedes empezar con un sándwich BLT (Bacon, Lettuce & Tomato), un sándwich de Pollo Búfalo o la Victoria Burger. Pero el sándwich que no te puedes perder es su legendario Grilled Cheese Sandwich… ¡un verdadero homenaje al queso! Si no tienes antojo de emparedados, puedes pedir un plato de Fish & Chips, un American Fried Chicken (acompañado de Mac & Cheese y ensalada de col) o el Bucatini con Albóndigas de la casa. Si prefieres algo más ligero, puedes optar por una Ensalada de Frutos Rojos y Balsámico, una de Tomates y Oliva o la César de la casa.

Pero lo mejor del Gran Café Victoria son los desayunos. El chef Marín se puso muy creativo con los platillos para empezar el día. Puedes disfrutar de unos Huevos Victoria (omelette con elote, calabaza, champiñón y queso de cabra) o unos Huevos Ana (estrellados en tortilla frita con pechuga de pavo y queso chihuahua), quizás unos Chilaquiles con Huevo Estrellado, un suculento Croque Monsieur (el típico entrepan francés… ¡oh la lá!), o una chilanguísima Torta de Chilaquiles. Mis favoritos son las Gorditas Josefina (de maíz criollo rellenas de huevo revuelto con frijol, queso Oaxaca y chile serrano, cubiertas con crema y queso Chiapas) y los Huevos Margarita (revueltos sobre pan de masa madre, tomate cherry, papa cambray y parmesano).

El Gran Café Victoria es uno de esos rincones que reivindican el sur de la CDMX como una zona ideal para descubrir nuevos sabores. Es un lugar donde todos lxs amantes de la gastronomía podrán disfrutar de nuevos platillos a precios accesibles y en un ambiente relajado. Sin duda, una excelente opción para desayunar, comer o cenar si vives o trabajas cerca de la colonia Sinatel, o como un destino para probar algo diferente sin tener que ir siempre a las mismas colonias de siempre.

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Dirección:
 Sur 73 #217, Colonia Sinatel, Iztapalapa, Ciudad de México, CDMX
Horario: Lunes a viernes de 8:00 a 22:00 hrs., sábado de 9:00 a 22:00 hrs. y domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
Teléfono: (55) 9189 5993
Costo por persona: De $250 a $350 pesos
Instagram: instagram.com/gran.cafe.victoria
Facebook: facebook.com/grancafevictoriamx
Twitter: twitter.com/GCafeVictoriaMx

El Buen Muchaho, hamburguesas al carbón en la Nueva Santa María

Hace unos años, mientras paseaba por las calles de la Nueva Santa María buscando un lugar para comer, me llegó un aroma delicioso a carne y carbón. Siguiendo mi nariz, llegué a la esquina de Guanábana y Malvón, donde encontré El Buen Muchacho, un pequeño puesto de hamburguesas al carbón. Con unas dos o tres mesas de plástico en la acera y una parrilla a un costado del local, el lugar es sencillo y sin pretensiones.

Me senté y de inmediato me trajeron el menú. La carta es sencilla pero tentadora, con hamburguesas y hot dogs al carbón, papas a la francesa y gajo, nuggets, plátanos fritos y aros de cebolla. Entre las hamburguesas, destacan la Tropical (con mango asado), la Silvestre (con plátano frito), la Buen Muchacho (con nuggets de pollo y doble queso), y la Four Cheese (con queso oaxaca, manchego, amarillo y mozzarella). Mi favorita es la The Ulti-Meatum, una monstruosa hamburguesa con dos carnes, tres quesos y doble fruta asada (piña, mango o plátano).

Para los amantes de los hot dogs, El Buen Muchacho tiene cuatro opciones: el Clásico, el Regular (con tocino), el Hawaiano (con tocino, queso y piña), y el Especial (con tocino, queso y la salsa especial de la casa). Y para acompañar tu hamburguesa o hot dog, puedes pedir unas Papas Locas (papas a la francesa con salchicha, tocino y queso amarillo líquido), Papas Gordas (a la francesa con mozzarella, pepperoni y parmesano), o simplemente unas papas clásicas, hay para todos los gustos.

Desde mi primera mordida en El Buen Muchacho, especialmente de la The Ulti-Meatum, quedé enganchado y he regresado varias veces. Es una esquina donde puedes encontrar hamburguesas deliciosas y económicas, sin pretensiones. Así que, si vives cerca o simplemente estás de paso, no dudes en darte una vuelta o pedir unas hamburguesas de El Buen Muchacho y disfrutar de las delicias de la carne al carbón.

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Dirección:
 Malvón #200, Hogar y Seguridad, Ciudad de México, CDMX
Horario: Domingo a jueves de 13:00 a 23:00 hrs., viernes y sábado de 13:00 a 0:00 hrs.
Teléfono: (55) 7852 7307
Costo por persona: De $150 a $250 pesos
Instagram: instagram.com/elbuenmuchachomx
Facebook: facebook.com/elbuenmuchachomx

Nishikii Sushi, sabores japoneses en la Nueva Santa María

Caminaba por la Nueva Santa María, buscando algo rico, fresco y barato para comer. Pasé por muchos locales, pero ninguno se me antojaba. De pronto, me encontré con tres mesitas acomodadas a los costados de la acera. Una mesera llevaba un rollo de sushi cubierto con salmón y lo que parecía ser un teppanyaki de verduras. La verdad, se me antojó muchísimo lo que vi, así que decidí sentarme a probar los platillos japoneses de Nishikii Sushi.

Debes saber que el lugar es increíblemente sencillo. Tiene tres pequeñas mesas afuera y adentro hay espacio para unas cuatro más. Nada de lujos ni decoraciones ostentosas, solo un pequeño espacio donde podrás comer sushi a precios súper accesibles.

Pensé que la carta de Nishikii Sushi sería bastante pequeña, con unos cuantos platillos básicos. ¡Pero estaba completamente equivocado! De hecho, la carta es bastante amplia y ofrecen una gran variedad de rollos, conos, sashimis, nigiris, bateras, sopas, kushiagues, ensaladas, entradas, teppanyakis, yakitoris, teriyakis, empanizados, guisados, témpuras y arroces, entre muchos otros. Todo a precios muy accesibles y sin pretensiones.

Debo confesar que siempre pido tres platillos diferentes en los restaurantes japoneses, así que pedí un yakimeshi de pollo, un teppanyaki de pollo y un rollo Philadelphia especial. Por el precio pensé que serían porciones muy pequeñas y que me quedaría con hambre (como suele pasarme en los restaurantes japoneses), pero las porciones me dejaron completamente sorprendido. Después de comerme el rollo y la mitad del teppanyaki, ya estaba lleno. Cuando llegó mi yakimeshi, solo pude probarlo y tuve que llevarme mucha comida a casa. Lo mejor de todo es que pagué menos de $250 pesos por toda esa comida, incluyendo una bebida.

Salí muy contento de Nishikii Sushi. Es uno de esos rincones donde puedes quitarte el antojo de comida japonesa sin gastar mucho dinero. Además, es un lugar sencillo donde puedes sentirte como en casa. Sin duda, una buena opción para comer en la 22.

¿De a cómo y de a cuánto?
Dirección:
Calle Clavelinas #192, Nueva Santa María, Ciudad de México, CDMX
Horario: Lunes a domingo de 13:00 a 20:00 hrs.
Costo por persona: De $150 a $250 pesos

Las Delicias de Jalisco, Pozole, Birria y sabores tapatíos en la Nueva Santa María

Un típico día de verano en la Ciudad de México. Había llovido (lo recuerdo bien) suavemente toda la noche, el cielo estaba nublado y San Isidro no parecía dispuesto a cambiar la lluvia por sol. Con ese clima frío y raro de la CDMX, siempre se antoja una buena birria o un pozole bien calientito. Así que, buscando pozolerías cerca de mi casa, me topé con Las Delicias de Jalisco, un pequeño rincón que aparece en muchas listas como una de las mejores pozolerías de la ciudad. A sólo kilómetro y medio de distancia, agarré mi bici y me lancé hacia la Nueva Santa María.

Al acercarme, empecé a dudar si realmente existía, porque no se veía ningún negocio en la calle de Plan de San Luis. Pero, al llegar a la dirección, me llegó un aroma inconfundible a carnitas y pozole. Unos pasos más adelante, encontré una casa común y corriente con unas cuatro o cinco mesas en el pequeño patio. A un lado, donde normalmente habría una cochera, estaban los cazos con carnitas, pozole y birria. Pregunté si podía meter mi bici y, tras el sí de uno de los cocineros, me senté en una de las mesas del patio.

El menú de Las Delicias de Jalisco es súper sencillo: Birria, Pozole, Tacos de Birria, Consomé y algunos postres jaliscienses. Mi antojo de pozole era tan grande que ni pregunté qué más había, simplemente pedí pozole. Imaginaba un pozole rojo, como en la Casa de Antonio, pero me sirvieron un pozole blanco, con mucha carne (pedí cabeza y maciza), lechuga y rábano. Con el pozole me trajeron dos salsas rojas, orégano, limón, tostadas y chile en polvo. Una salsa es de chile guajillo y ancho, perfecta para convertir tu pozole blanco en rojo (advertencia: es bastante picante), y la otra es ideal para la birria. Le puse de las dos a mi pozole y quedó delicioso… ¡aunque bastante picante, justo como me gusta!

Me gustó tanto el pozole que una semana después volví a Las Delicias de Jalisco con mis amigas, esta vez para probar la birria. Me sirvieron una birria con menos chile del que normalmente usarían, para que pudieras añadir la salsa que quisieras (según me contó la señora que me atendió). También nos dieron un tortillero con tortillas enormes, hechas a mano y al momento. De hecho, esta vez me senté adentro (toda la casa está adaptada para recibir comensales), justo frente al lugar donde preparan las tortillas… ¡una delicia!

En ambas visitas, quedé encantado con el servicio y la comida de Las Delicias de Jalisco. Es un lugar sencillo que ofrece pozole y birria deliciosos a precios muy accesibles, sin pretensiones. Perfecto para esos días en que el clima o el antojo piden ¡pozole, pozole! o cuando la cruda te lleva a buscar un caldo picoso como la birria. Sin duda, un gran tesoro en la Nueva Santa María.}

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Dirección:
 Plan de San Luis #455, Nueva Santa María, Ciudad de México, CDMX
Horario: Lunes a domingo de 11:00 a 22:00 hrs.
Costo por persona: De $150 a $200 pesos
Facebook: facebook.com/lasdeliciasdejalisco

Tacos El Papi II, tacos gigantes y deliciosos por La Raza

¡Hey, si estás cerca de La Raza y con antojo de tacos gigantes, tienes que conocer Tacos El Papi II! Esta taquería en la esquina de Norte 9 y Poniente 106, en la Defensores de la República, es un verdadero tesoro escondido. No esperes lujos aquí, es un lugar sencillo con mesas de plástico rojas afuera y unas cuantas más adentro, rodeadas de un ambiente auténtico de barrio.

Lo mejor de Tacos El Papi II son sus tacos bien servidos y sabrosos. Tienen de todo: bistec, pastor texano, milanesa, carne enchilada, pechuga, chuleta, arrachera, longaniza, moronga, alambre y campechanos. ¿Y de tamaño? Las tortillas son “normales”, pero están rellenas hasta el tope con carne, queso, nopales y/o papa. ¡Son gigantes en contenido!

Cada taco tiene su estilo de carne: la arrachera y la milanesa te las sirven como si fueran gaoneras, mientras que el pastor viene fileteado y marinado perfectamente. Mis favoritos son el de milanesa, pechuga y arrachera, pero el campechano y el de alambre también son top. Ah, y el pastor, aunque diferente, no decepciona.

Para completar la experiencia, no te olvides de pedir unas papas o nopales extra o echarle un ojo a las salsas y guarniciones que tienen en la barra. Y para acompañar, tienen los refrescos clásicos de siempre: Coca-Cola, y jugos de mango, fresa o guayaba. Sencillo pero delicioso.

Así que si quieres disfrutar de buenos tacos en un lugar auténtico y con buen servicio, visítalos. Tacos El Papi II es perfecto para una comida rápida y satisfactoria, con precios que no te pesarán. ¡No dudes en darles una visita en la Defensores de la República!

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Dirección:
 Calle Nte 9 #4603, esquina Poniente 106, Colonia Defensores de la República, Ciudad de México, CDMX
Horario: Lunes a sábado de 8:00 a 18:00 hrs.
Costo por persona: De $50 a $100 pesos

Buendía Pan y Café, un oasis de buena vibra en la Nartarte

Si buscas un lugar acogedor donde disfrutar de un delicioso pan y un buen café, Buendía Pan y Café es tu lugar ideal. Es un pequeño paraíso escondido en la colonia Narvarte, con una fachada discreta que se pierde entre los edificios de la calle Anaxágoras. Pero no te preocupes, si llegas temprano, los irresistibles aromas a pan recién horneado te guiarán directo a su puerta. Una vez ahí, serás recibidx por una vitrina repleta de panes dulces y salados que te harán agua la boca.

Si tienes prisa, puedes pedir tu café y pan para llevar, pero te recomiendo quedarte y disfrutar de su encantador terraza. Este espacio, rodeado de árboles y plantas, tiene varias mesas de picnic donde puedes relajarte con un buen libro o en buena compañía, disfrutando de una mañana o tarde tranquila y un delicioso pan de masa madre recién horneado. Además, tienen una selección de desayunos y comidas que no puedes dejar de probar.

Para lxs amantes del café, Buendía Pan y Café ofrece café de especialidad, tostado y molido en casa, preparado fresco con el método que prefieras. Puedes disfrutar de un espresso, capuchino, cold brew o latte. También tienen opciones sin café como golden milk, kombucha, tés e infusiones. Y no puedes irte sin probar sus rollos de dulce de leche, canela con ron y pasas, cardamomo o lemon curd. Además, tienen croissants de mantequilla, matcha o almendras, conchas de matcha, especias o chocolate, y deliciosos scones, entre otros.

Si prefieres un buen desayuno, tienen opciones como croissant relleno de jamón, queso, espinaca o alioli, ciabatta con mozzarella, pesto y tomate, huevos Buendía (estrellados con tocino) o pan francés. Pero lo que no te puedes perder es el brioche de la casa, horneado con un huevo, o el bagel de tocino con semillas de comino. Para la comida, puedes pedir una pizza, algún emparedado o una reconfortante lasaña. Y de postre, nada como una rebanada de tort medovik (pastel ruso de miel) o de pastel de zanahoria.

Buendía Pan y Café es un oasis de pan, café y buena vibra, un rincón perfecto para olvidarte del mundo mientras disfrutas de una rica comida y un buen pan de masa madre recién horneado. ¡Así que no lo pienses más y date una vuelta por la Narvarte Poniente para disfrutar de un momento relajado en Buendía Pan y Café!

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Dirección:
 Anaxágoras #630, Narvarte Poniente, Ciudad de México, CDMX
Horario: Lunes de 9:00 a 15:00 hrs., martes a viernes de 9:00 a 19:00 hrs., sábado de 9:00 a 16:00 hrs. y domingo de 9:30 a 14:00 hrs.
Teléfono: (55) 7391 7206
Costo por persona: De $50 a $150 pesos
Facebook: facebook.com/BuendiaPanyCafe
Instagram: instagram.com/buendiapanycafe
Twitter: twitter.com/buendiapanycafe

Satoshi Sushi, sushi y lujo en la colonia Nápoles

Si andas buscando un lugar para pasar una tarde o noche de lujo con tus compas del trabajo, o si vives en la Nápoles y quieres disfrutar de un buen sushi en un ambiente tranquilo pero lleno de lujos, ¡tienes que darte una vuelta por Satoshi Sushi! Un lugar donde te espera una variedad increíble de platillos inspirados en la cocina Nikkei (japonesa mestiza), sakes, cervezas y cócteles para disfrutar como se debe. Además, el lugar tiene un diseño espectacular y una terraza con vista al parque Alfonso Esparza Oteo que te encantará.

Satoshi Sushi es un Hand Roll Sushi Bar, que es una forma fancy de decir restaurante de suchi (sí, con ch). Pero lo que lo hace especial es que aquí encontrarás platillos elaborados con ingredientes súper frescos y de la mejor calidad. La especialidad de la casa son los nigiris y los sashimis, ¡y están pa’chuparse los dedos! Prueba los nigiris de salmón, lobina, atún, kampachi, kanikama, camarón o huachinango. O si te sientes aventurerx, échate un nigiri especial de pulpo con limón, kampachi con trufa o salmón negro. También tienen tiraditos y sashimis de pulpo, salmón negro, hamachi con ajo o huachinango que te van a encantar.

Si prefieres empezar con algo calentito, pide unos edamames con ponzu y ajo, un kushiage de queso o plátano, un yakitori de pollo, rib eye o camarón, o unos camaroes o pescado roca. Como plato fuerte, échate un teppanyaki de rib eye, un témpura de camarón o de verduras, un shake spicy garlic o camarones miso. Y si lo tuyo son los makis (rollos), no te pierdas el Spicy Tuna y el Kappa Chamoy, ¡son mis favoritos!

Para acompañar tu comida, lo mejor es un sake de la casa, pero si no eres fan del sake, también tienen vinos blancos o rosados desde $75 pesos, o una chela nacional. Y para disfrutar aún más del ambiente de la Nápoles, después de comer puedes pedirte un postre y aperitivo como el tempura helado con unos carajillos, un whisky japonés (Suntory Toki Whisky) o el destilado de tu elección. ¡No hay mejor manera de cerrar la noche!

Satoshi Sushi es uno de esos lugares donde el diseño, la gastronomía y el ambiente se combinan para que te olvides del mundo mientras disfrutas de una buena comida y una buena bebida. Es el lugar ideal para celebrar con tus compañerxs de trabajo si tu oficina está cerca, o para disfrutar con tus amigxs cualquier día de la semana. ¡Todo esto sin salir de la Nápoles!

¿De a cómo y de a cuánto?
Dirección:
Georgia #120, Nápoles, Ciudad de México, CDMX
Horario: Lunes a domingo de 13:00 a 22:00 hrs.
Teléfono: (55) 1668 3691
Costo por persona: De $400 a $500 pesos
Instagram: instagram.com/satoshi.mx
Facebook: facebook.com/satoshi.mx

Monumento y Museo Cabeza de Juárez, un vigía olvidado en Iztapalapa

En algún punto de Calzada Ignacio Zaragoza, poco antes de la salida a Puebla, es probable que logres ver una extraña y avejentada cabeza que reposa sobre una especie de pedestal aparentemente cuadrado. Es la famosísima Cabeza de Juárez, un monumento que se construyó por allá de 1976 como un homenaje al personaje más querido por la política contemporánea y con la idea de convertirse en un atractivo turístico para atraer gente a Iztapalapa.

En 1972 se conmemoraría el centenario de la muerte del Bomberito Juárez (como lo llamó alguna vez el Loco Valdés), por lo mismo, el entonces presidente, Luis Echeverría decidió crear un enorme monumento que le rindiera tributo al esposo de Margarita Maza de Juárez. Fue así que, ese mismo año convocó a diferentes arquitectos e ingenieros para que realizaran una enorme estructura que soportara una monumental escultura con la cabeza de Benito Juárez. La idea era que el mismísimo David Alfaro Siqueiros realizara los murales que rodearían la estructura, y también daría forma a la cabeza monumental; sin embargo, para esos años, el muralista mexicano ya se encontraba grave de salud, por lo que no intervenir la obra. Es por eso, que Luis Arenal Bastar, cuñado de Siqueiros, retomó el proyecto, buscando replicar el toque único de Siqueiros.

Obviamente, el monumento no estuvo listo para celebrar el centenario luctuoso de Juárez; de hecho, estuvo listo para 1976, cuatro años después. El punto es que el monumento, que reflejaba el espíritu del taller de Gráfica Popular, fue inaugurado el 21 de marzo de ese mismo año. Sin embargo, aunque el monumento se planeó para albergar un museo en su interior, este nunca se terminó y, gracias al cambio de gobierno, el proyecto se terminó eliminando y el monumento quedó en el abandono total. Y su abandono fue tal, que el monumento fue usado como guardia de diferentes bandas delictivas, y posteriormente como una especie de cárcel clandestina.

La Cabeza de Juárez quedó en el olvido por más casi 25 años. Por suerte, en el año 2000 el monumento fue rescatado por el gobierno de Rosario Robles, restaurándolo y retomando la idea de usar su interior para crear un museo dedicado a Benito Juárez. Y, desde aquél entonces el Museo Cabeza de Juárez presenta una pequeña colección de objetos y pinturas que retratan la vida de Benito Juárez. Además, en sus paredes se pueden apreciar diferentes murales abstractos, inspirados en Siqueiros, así como otros figurativos en los que se retratan episodios de la historia de México desde 1806 y hasta 1872. Además, en el museo y monumento se realizan diferentes talleres y eventos culturales para que todas y todos los vecinos de Iztapalapa y alrededores, puedan aprender más sobre nuestra historia y cultura.

El Monumento y Museo Cabeza de Juárez es un lugar único en la Ciudad de México; un pequeño rincón que resurgió de sus cenizas para buscar recrear la historia de nuestro país y que todo mundo pueda conocerla. Visitar este monumento es una oportunidad para adentrarte en la gráfica de mediados del siglo pasado y descubrir una nueva parte de la CDMX.

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Dirección:
 Guelatao S/N, Cabeza de Juárez III, Iztapalapa, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada libre
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
Facebook: facebook.com/people/Museo-Cabeza-de-Ju%C3%A1rez/100063481095845

Desierto de los Leones, un espacio de esparcimiento y conexión con la naturaleza

Al surponiente de la Ciudad de México, en la alcaldía de Cuajimalpa, y muy cerca de Mordor, mejor conocido como Santa Fe, se encuentra uno de los lugares más mágicos y sorprendentes de toda la Capital. Por su puesto, me refiero al Desierto de los Leones, uno de los parques nacionales más grandes de importantes en el Valle de México, donde puedes caminar entre senderos rodeados de árboles altísimos y respirar aire fresco lejos del caos de la ciudad.

Primero, hablemos de su intrigante nombre. ¿Desierto? ¿Leones? ¡Qué combinación tan curiosa! No, no esperes encontrar dunas de arena ni leones rugiendo entre los árboles. Este lugar es un exuberante parque nacional, lleno de verdes bosques y aire puro. Su nombre proviene del término “desierto” utilizado por los monjes carmelitas para referirse a un sitio apartado y tranquilo donde podían dedicarse a la meditación. Y… la verdad es que nadie sabe por qué es de los leones; sin embargo, te contaré algunas de las versiones.

La primera versión, y probablemente la más aceptada, es que en este bosque habitaban pumas, a los que llamaban león americano. Otra versión dice que, este lugar se construyó gracias a los hermanos León, quienes eran dueños de las tierras y representantes de los carmelitas ante la Corona Española. Y una última versión, aunque la menos aceptada, dice que es porque solían llamar leones a los frailes de la Orden de los Carmelitas Descalzos, quienes ocuparon el convento que se construyó ahí. Pero al final, nada de esto importa, solo importa que no es un desierto, sino que es un bosque, y que no tiene leones. ¡En fin, la hipotenusa!

Como ya lo mencioné, el Desierto de los Leones es un bosque, y sí, uno de sus más grandes atractivos, junto a los restaurantes y changarros de quesadillas y garnachas que pululan cerca del mismo, uno de los más grandes atractivos del Desierto es el ir a convivir con la naturaleza. Puedes ir a correr entre árboles, pasear con tu pareja o perrito, o simplemente sentarte a meditar o disfrutar del momento. Pero, sin duda, lo que ha hecho que el Desierto de los Leones sea tan especial, es el convento de los Carmelitas Descalzos que se fundó en 1606 para convertirse en un espacio de retiro espiritual. ¡Y literalmente fue el primer convento en México!

Con el paso de los siglos, la población del convento había crecido casi exponencialmente, lo que obligó a la Orden de los Carmelitas a abandonar el convento y buscar un lugar más grande para su retiro en 1801. Y, tras el estallido de la Guerra de Independencia, la orden terminó cediendo los terrenos al Estado para que se convirtiera en cuartel y refugio militar. Pero, tras la guerra, el convento fue abandonado y, desde ahí, se llegó a usar para diferentes fines ilícitos. Por suerte para el convento, o mejor dicho, para el Desierto, el Bosque fue declarado zona de reserva forestal e interés público en 1876 y, pasada la revolución mexicana, en 1917, Venustiano Carranza promulgó el decreto que le otorgó la categoría de Parque Nacional.

Dentro del convento (o ex convento) encontrarás un gran número de espacios dedicados a todo tipo de exposiciones; quizá las más vistosas son el Museo de Emiliano Zapata y el Museo Bicentenario. Sin embargo, existen dos lugares que se han vuelto icónicos en los recorridos por este lugar. El primer es la Capilla de los Secretos, que es una pequeña construcción cercana al convento cuya construcción permite a las personas a hablar a través de los muros, haciendo que la voz recorra la parte alta de la capilla y baje al otro extremo del lugar; técnica que usaban los monjes para poder intercambiar algunas palabras sin establecer contacto visual, y sin rompér sus votos de silencio. Y el segundo rincón icónico del convento es el sótano, también conocido como catacumba o laberinto obscuro. Como su nombre lo dice, es un sótano que se encuentra debajo del claustro y que servía de almacén de agua; sin embargo, por la forma del lugar y la obscuridad del mismo, en este lugar han surgido un sinfín de mitos que dicen que era un sitio de castigo para los monjes, o que en ese lugar escondían cadáveres. ¡Yo no sé, pero cuando fui de niño sí me dio miedo!

Otro detalle interesante del Desierto de los Leones, es que un gran número de visitantes asegura que se siente una vibra diferente al recorrer los bosques y, en especial el convento. Una vibra fantasmal. Y, de hecho, se dice que, en toda la zona es posible encontrarse con todo tipo de entes sobrenaturales que recorren el bosque y convento por las noches. ¿Será?

Pero dejando a un lado la historia y las leyendas, lo que sí podemos asegurar es que, el Desierto de los Leones es un pulmón verde para la Ciudad de México; un rincón lleno de naturaleza que nos invita a explorar mientras nos olvidamos de todo el caos del día a día. En sus senderos puedes caminar, correr y montar en bicicleta. ¡Un destino ideal para lxs amantes de la naturaleza y el deporte! Y si lo tuyo es relajarte, ¡prepárate para disfrutar de un picnic en uno de sus muchos rincones encantadores!

Así que ya lo sabes, cuando necesites un respiro del ritmo acelerado de la ciudad, el Desierto de los Leones te espera con los brazos abiertos y un montón de historias que contar. Desde su fascinante origen hasta su importancia ecológica, este lugar es un verdadero paraíso que te invita a explorar y conectar con la naturaleza.

Torre Latino, un ícono de arquitectura en la Ciudad de México

No cabe duda de que, uno de los íconos más grandes de la CDMX, por su tamaño y por su importancia, es la Torre Latinoamericana, conocida cariñosamente como Torre Latino o La Latino. Un imponente rascacielos de 181.33 metros de altura y 44 pisos que marcó tendencia a nivel mundial. Pero La Latino no es, ni fu nunca, la torre más alta del mundo… dices tú. Pues no, pero sí fue el primer rascacielos construido en zona de alto riesgo sísmico; y no solo eso, también es la única torre que ha sobrevivido prácticamente intacta, a tres sismos de gran impacto en 1957, 1985 y, el más reciente, 2017. Además, en su momento, fue la torre más alta de Latinoamérica, y el sexto más alto del mundo hasta 1960.

Hoy en día, La Latino ya quedó prácticamente opacada por los grandes rascacielos que han construido en Reforma; sin embargo, a diferencia de ellos, La Latino sigue y seguirá vigente en la historia de México y el mundo, gracias a su diseño y la tecnología que le ha ayudado a soportar los movimientos telúricos que sacuden constantemente a nuestra querida ciudad. En cuanto a su diseño, debes saber que fue la primera torre cuya fachada se elaboró con vidrio y aluminio, haciéndola ligera y resistente; idea que se retomó en un gran número de edificios en todo el mundo. Pero lo más innovador de la Torre Latino es el hecho de que se construyó sobre un sistema de inyección de agua que ayuda a equilibrar los movimientos antes las irregularidades tectónicas. En otras palabras más sencillas, tiene un sistema que le permite moverse junto con la tierra cuando tiembla, evitando que se caiga; sistema que, por cierto, después se adoptaría en prácticamente todas las construcciones altas en el mundo. Ok, pero… ¿Cómo por qué se construyó una torre como esta en un lugar tan sísmico?

Hablemos de la historia de la Torre Latino. Pero primero, hablemos del terreno donde se encuentra La Latino, no porque sea importante, sino porque es muy interesante. Debes saber que, cuando los conquistadores españoles llegaron por primera vez a México-Tenochtitlán, se encontraron con un enorme jardín en el que, el emperador Moctezuma Xocoyotzin (Moctezuma II pa’lxs cuates) tenía una notable colección faunística (es decir de animales) a la que llamaron el Zoológico de Moctezuma o la Casa de Animales, aunque su nombre original (en náhuatl) era Totocalli o Casa de Fieras. Era un zoológico con todo tipo de creaturas como lobos, coyotes, zorros, osos, pecaríes, bisontes, águilas reales, halcones, loros, guacamayos, cocodrilos, serpientes, ranas e, incluso, rarezas humanas (gente jorobada, albina, enana, deforme, etc.).

El 13 de agosto de 1521, Cortés, junto al ejército español y sus aliados tlaxcaltecas, atacaron la ciudad logrando la Caída de Tenochtitlán. Y, tras la victoria, Cortés decidió reestructurar la ciudad, cediendo los terrenos del Zoológico de Moctezuma a la iglesia, quien construiría el Convento de San Francisco. Este templo fue la construcción monástica más grande en la Nueva España, y para finales del siglo XIX aún conservaba más de 32 mil metros cuadrados de superficie. Sin embargo, para el siglo XX, el convento ya había perdido gran parte de sus terrenos, manteniendo únicamente la Capilla principal y algunos otros elementos.

Por otro lado, en 1906 se fundó Seguros La Latinoamericana (hoy Latino Seguros), colocando sus oficinas en la esquina de lo que hoy es Eje Central y Madero, una de las esquinas del convento. Al cumplir 40 años de ser la empresa de seguros más importante del país, la compañía (bajo la dirección de Miguel S. Macedo, José A. Escandón y Teodoro Amerlinck) decidió festejar su medio siglo a lo grande; es por eso que, en 1946 solicitaron a Hacienda el permiso para construir un rascacielos en el mismo terreno en el que se encontraban sus oficinas. Contrató a Leonardo Zeevaert, Adolfo Zeevaert y los arquitectos Augusto H. Álvarez y Alfonso González Paullada y pusieron manos a la obra. Por las complejidades del terreno, la planeación de la torre tardó dos años y, para febrero de 1948 se empezó la construcción de La Latino. Y, ocho años después, el 30 de abril de 1956, la Torre Latinoamericana fue inaugurada durante el aniversario 50 de Seguros La Latinoamericana.

Un año después, en 1957, un fuerte sismo de 7.7 grados azotó a la Ciudad de México destruyendo gran parte de la ciudad, y tirando al Ángel de la Independencia. Pero La Latino se mantuvo en pie sin sufrir daños; por lo mismo el American Institute of Steel Construction (Instituto Norteamericano de la Construcción de Acero) le otorgó un premio por ser “el edificio más alto que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica“. Casi treinta años después, el 19 de septiembre de 1985, otro terremoto, esta vez de 8.1 volvió a azotar a la Ciudad de México, siendo uno de los más destructivos, pero la torre siguió en pie. Y, 32 años después, el mismo día que en 1985 pero de 2017, otro terremoto, esta vez de 7.1 grados volvió a azotar a la Ciudad, pero sin afectar a la Torre Latino. Por lo mismo, se puede decir que la Torre Latinoamericana es el edificio más alto en el mundo que ha soportado más movimientos telúricos sin recibir daños de consideración; siendo considerado uno de los edificios más seguros en el mundo.

Durante muchos años, La Latino únicamente albergó oficinas, manteniendo su mirador abierto siempre al público. Sin embargo, para 2006, cuando la torre cumplió cincuenta años, se remodelaron los últimos seis pisos de la torre (del 38 al 44), agregando un museo y una cafetería, y también se renovó el restaurante que se encontraba en la misma. Hoy en día, la Torre Latino ofrece una variedad de exposiciones temporales en los pisos 42 y 43, también alberga el Museo Bicentenario y el de la Ciudad de México en el piso 36, así como la expo permanente “La Ciudad y la Torre a través de los siglos” en el 38, una cafetería en el piso 37 y la terraza o mirador del piso 44.

Visitar la Torre Latino es una experiencia única en su tipo. Y es que, el simple hecho de caminar hacia la torre y entrar en su lobby te transporta al México de los años sesenta. Experiencia que continúa al subirte a los avejentados elevadores, que alguna vez fueron los más rápidos del mundo. Y, una vez arriba, la torre te permitirá disfrutar de la Ciudad de México desde las alturas, permitiéndote observar todo el valle de México desde una perspectiva muy diferente. Así que, no lo pienses más y date una vuelta por La Latino y todos sus recovecos.